Una
herida de 27 centímetros entró por el triángulo de Scarpa derecho y arrancó la
arteria femoral, la posterior penetra por el glúteo con 22 centímetros que
alcanzaron el espacio entre el recto y la vejiga rompiendo la iliaca interna:
"situación cataclísmica".
ZABALA DE
LA SERNA / JAVIER VALERO
Diario EL
MUNDO de Zaragoza
El parte de enfermería de Mariano de la Viña
resume la brutalidad de las cornadas en un sólo término: "situación
cataclísmica". Así entró el banderillero de Enrique Ponce en la enfermería
de la plaza del doctor Val-Carreres. Quien emitió en la tarde de este lunes una
estremecedora descripción de la sangría que el toro de Montalvo causó en el
cuerpo de De la Viña. Reza así el texto médico: "Dos heridas por asta de
toro y traumatismo craneoencefálico. Una herida por asta de toro a nivel del
Triángulo de Scarpa derecho con orificio de entrada de doce centímetros y dos
trayectorias, una ascendente de 27 centímetros que arranca la arteria femoral
superficial y rompe en su porción distal la arteria iliaca interna. Con rotura
de los músculos sartorio adductor mediano penetrando en espacio
retroperitoneal. Una segunda herida por asta de toro a nivel de la región
glútea izquierda con orificio de entrada de ocho centímetros y trayectoria
hacia adelante de 22 centímetros que penetra por la escotadura ciática
alcanzando el espacio situado entre recto y vejiga tras arrancar la arteria
iliaca interna izquierda en su origen.Traumatismo craneoenfálico pendiente de
diagnóstico por imagen. El herido ingresa en la enfermería en situación
cataclísmica inconsciente, con una hemorragia de gran intensidad. Pronóstico
muy grave'.
Desde el hospital Quirón subrayaban que el estado
de Mariano de la Viña sigue siendo muy grave. Permanece sedado y con
respiración asistida. Por la mañana apreciaron los médicos cierta febrícula,
por otra parte normal en estos casos.
Casi a la misma hora, los medios de comunicación
recibimos el parte de Miguel Ángel Perera. Que se quedó atrás por el tsunami de
la preocupación por Mariano de la Viña pero que fue intervenido también en el
centro sanitario ante el colapso de la enfermería de una cornada en la cara
posterior del muslo derecho con dos trayectorias. "Una ascendente de 20
centímetros, que dislacera fibras de los músculos isquiotibiales" y otra
externa y subcutánea de cuatro centímetros. Su pronóstico fue calificado de
grave. Los drenajes han funcionado durante la noche y la herida presenta buen
aspecto.
En el Hospital Quirón de Zaragoza la madrugada fue
interminable. La operación de Mariano de la Viña concluyó pasadas las 2:30. Y
lo sometieron a un TAC. Al pie del cañón, su matador, Enrique Ponce, la gente
de la cuadrilla, Jocho, Jaime Padilla, Quinta, Palomares. Una familia en vilo.
Desde que se produjo la pavorosa cogida estuvieron sin vida. Como Mariano. Que entró en parada cardio respiratoria
en la enfermería. La prioridad fue estabilizarlo. Sacarlo del shock. Tanto es
así que no pudieron terminar de intervenir en la propia plaza de La
Misericordia. Sobre las nueve de la noche una ambulancia lo trasladó para
continuar en el quirófano del centro sanitario. Fueron necesarias múltiples
unidades de sangre, transfusiones estabilizadoras. El reguero desde el ruedo a
la enfermería era en verdad un río. La cornada de la zona delantera, en el
triángulo de Scarpa, que podría afectar a la femoral, manaba sin cesar. Por ese
hueco el matador aragonés Alberto Álvarez metió su puño para taponar la
hemorragia. Que se frenó en manos de especialistas de alta precisión. Afectaba,
seccionaba o partía la femoral, decían. Pero la herida posterior, en la zona
lumbar, el alto glúteo, que alcanza la zona abdominal, era también brutal,
según se supo horas más tarde en el hospital. "Mariano entró muerto en la
enfermería", decía Ponce. Ahora permanece en la UCI, controlado y vivo.
La cornada de Miguel Ángel Perera en la parte
posterior del muslo derecho era extensa pero limpia. Toca el glúteo. También
tuvo que ser operado en el Hospital Quirón. Tal era el colapso de la enfermería
de la plaza. Todas las manos pendientes de resucitar a Mariano de la Viña.
Perera esperó, consciente en todo momento. Cuando volvió de la anestesia, ya en
Quirón, lo primero que hizo fue preguntar por Mariano. La imagen de Miguel
Ángel tapando con un rastrillo y arena la sangre de su compañero fue tan dura
como lo vivido. Como si dijera "esto es el toreo y hay que seguir".
La fuerza mental de los toreros supera todas las fronteras inimaginables.
El último caído en la corrida de Montalvo, que más
que una corrida era un parte de guerra, fue José María Soler. El segundo toro
de la tarde lo derribó en banderillas y le partió el escafoides y el menisco.
Soler esperó también en la puerta de la enfermería las noticias. Que este
mediodía por fin se conocerán con toda la luz del milagro de San Val-Carreres.
Otro más.
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