Tomás
Rufo, un novillero de Talavera apenas placeado, da el salto de las nocturnas de
Las Ventas a la Puerta Grande en una tarde deslumbrante de precoz madurez.
ZABALA DE
LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL
MUNDO de Madrid
Deslumbró como un meteorito el peso del toreo de
Tomás Rufo. Que dinamitó con una verdad aplastante la Puerta Grande. A cal y
canto cerrada desde 2015, cuando Roca Rey anunció su tiempo. Ni un quebranto en
la unanimidad lograda por Rufo, poquísimo placeado, sin más bagaje que las
nocturnas de Madrid que lo catapultaron hasta aquí. Su precoz madurez, la
plomada de su figura, una izquierda cegadora y su espada inapelable incendiaron
el Otoño. Una inauguración estelar. Y la bolita de Fuente Ymbro, en la casilla
de su fortuna. Que cuajó de principio a fin.
Apenas asomada la tarde, TR se puso a torear. Sin
más preámbulos presentó su poderosa izquierda. Sólo unos estatuarios, que no
parecían lo más conveniente, y ya. A lo mollar. Todo por abajo. Desde una
colocación exacta, semienfrontilada, nacieron unos naturales categóricos. De
una precoz madurez. En sus manos, el novillo de Fuente Ymbro rompió a bueno. O
puede que en el lúcido capote de brega de Rafael González ya empezara a
descolgar. Hasta ese momento se había movido por arriba. Muy recto y desabrido.
Las gaoneras de Fernando Plaza y la réplica por el mismo palo de Rufo se
contaron por sustos. Pero el fuenteymbro
pareció otro en su asombroso mando. Tan subyugante y admirable como el trazo.
Que redujo siempre la velocidad. Lo llaman temple. Una trincherilla abrochó con
carísimo dibujo la segunda de las imponentes series zurdas. Ese son ligado y su
plomada prematura sacudieron la plaza. Sobre la derecha, el novillo se acordó
de su viejo ser y soltó algo más su feota cara. El movimiento no cambió en nada
la aplastante seguridad del talaverano. Una sorprendente revelación con tan
escaso bagaje. Incluso relajó la figura aflojando la exigencia de su gobierno.
Los pases de pecho cerraban las rondas al alza por la hombrera contraria. El
colofón sublimó todo: los doblones genuflexos crujieron Madrid a golpe de
muñeca. Un espadazo inapelable puso en su mano una oreja con la verdad que
desprende su concepto.
Y volvió a aflorar su talento con un quinto guapo
y burraco. De alegre bravura. De la infalible reata de los Hechizos de
Gallardo. Otra vez pronto y en la mano. Ahora por la derecha. Encajada y serena
la ligazón, preclara la cabeza, larguísimo y tremendamente embraguetado el
muletazo. Atrás rugía Las Ventas. Que fue un trueno en una doblada vaciada por
su zurda de oro. El mismo bello cuadro del cierre de la anterior obra. Los
naturales brotaron absolutos y hondos. El notabilísimo fuenteymbro amagó su final. Un leve desajuste, una trinchera
correctora y brutal y unos sabrosos ayudados por alto. Los goznes de la Puerta
Grande chirriaban; la sensacional estocada los engrasó definitivamente. La
oreja rodó como «Hechizo». La gente
pedía otra, otra, otra… El palco no cedió. Tomás Rufo paseó dos vueltas al
ruedo exultante, pletórico, feliz. A «Hechizo»
lo arrastraron entre ovaciones y vivas. Haciendo honor al brindis a Florito, el
callado sabio de los corrales.
TR voló por el pórtico de la gloria. Las dos
perlas de la desigual novillada de FY cayeron en su bolita. El Rafi y Fernando
Plaza quisieron, uno frío y otro valentón, pero sin eco, espada ni fortuna.
Toda fue para Rufo. Que aprovechó hasta la última gota. De la noche al cielo de
Madrid.
FUENTE YMBRO - El Rafi, Tomás Rufo y
Fernando Plaza
Monumental de las Ventas. Viernes, 27 de
septiembre de 2019. Primera de feria. Casi tres cuartos de entrada.
Novillos de Fuente Ymbro, de diferentes hechuras en su seriedad; notable por
bravo el 5º; a más y mejor el cambiante 2º; manejable de contado celo y entrega
el 1º; desentendido el 3º; incierto el 6º; vacío el 4º.
El
Rafi, de verde hoja y oro.
Estocada desprendida (silencio). En el cuarto, estocada baja (silencio).
Tomás
Rufo, de verde botella y oro.
Estocada atravesada (oreja). En el quinto, estocada (oreja y petición y dos
vueltas al ruedo). Salió a hombros.
Fernando
Plaza, de malva y oro. Dos medias
tendidas y descabello (silencio). En el sexto, estocada que hace guardia, dos
pinchazos y estocada. Aviso (palmas).