Ante astados de escaso trapío de Campolargo
Jesús Enrique Colombo nuevamente deslumbrando a la afición del centro del país, en otra lección de su aventajado pasó como novilllero de primer nivel. Foto: RDV
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RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
La segunda función de la Feria de San José,
primera de las corridas anunciadas por el matador Erick Cortés ha contado con
el marco de un cartel que había ganado interés para el aficionado, pero
desafortunadamente esto no transcendió tanto para el público en general. El eco
de llamado a los tendidos se dio en poco más de un cuarto de plaza, poco para
los momentos difíciles que vive el toreo venezolano, donde más que necesario es
el apoyo de aficionado y espectador que gusta de esta fiesta acojonada por los altos
costos que exige en su presupuestos.
Los pupilos del hierro de Campolargo han sido un verdadero
corolario de lo que ha sido el común denominador en la temporada. Unos novillos
con caras lavadas, lo que se trajo don Juan, a quien los espadas Manuel Escribano
y Jesús Enrique Colombo les han hecho fiesta cortándoles tres orejas cada uno,
a tenor de lo que se dejaron dichos bureles, más propios para un festival que
para una supuesta corrida en plaza de tanta historia como la de Maracay.
La tarde la inició un bullidor Escribano quien
supo sacarle el poco fuelle que traía el castañito que cupo en suerte. Le lució
en fáciles banderillas y con la muleta le recetó parte de su largo repertorio
el rubio coleta de Gerena, para tras certero volapié, pasear su primer apéndice.
Las otras dos se las arrancó en trasteo más de corte heterodoxo, invitando a un
exultante Colombo en banderillas, en emotivo tercio. Con la muleta la faena no perdió
intensidad en su variedad y entrega, por lo que nuevamente desde lo alto el
palco presidencial representado por el cronista taurino caraqueño Rodolfo Grillet,
ante la espantá de la que se suponía iba ser la CTM oficial desde el pasado
jueves, sea asomara el par de pañuelos.
Lo otro más interesante de la función vino de la
mano del novillero Jesús Enrique Colombo, toda ya una promesa que se curte en
arenas españolas y que este año tomara la batuta de pisar fuerte en plazas de mayor
peso, como lo viene haciendo paisano Manolo Vanegas. Pues Colombo se dejaría nuevamente
entero en el ruedo, ante la variedad y gran dominio de escena que supuso su
primera labor, la que cinceló con mando, torería y ambición de triunfo. De capa,
con banderillas y la muleta el joven de Táriba demostró que está para grandes
cosas, ante posiblemente astados de mayor envergadura incluso, lo que hizo que
tras el certero espadazo en lo alto, se le premiara con justicia con las dos orejas.
Su segundo burel no le colocó las cosas fáciles,
más brusco y remolón en sus embestidas, a las que templó y mando con autoridad
el mencionado novillero, tras banderillearlo previamente con solvencia y
facilidad. Un cañón con el acero, y nuevamente la oreja para el esportón.
Convidado de piedra y todo un lamentable espectáculo
lo demostrado por Leonardo García, tras pasar toda la tarde inhibido y rajado
por completo, que deja mucho que decir. Muchos toreros estarán lamentándose el
porqué colocar a quien no valora el hecho de verse en cartel de tanta importancia,
como tampoco se la dio a los astados que cupo en suerte. La guinda, el haber descordando
con el acero al toro al entrar a matar su primero del lote. El colmo. Una pena
andante en el ruedo, para ser silenciado con benevolencia en ambos actos, que
ojala y sirvan para que medite y recapacite su proceder y futuro vistiendo de luces.
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