Enrique Ponce leyó el manifiesto
que EL MUNDO reproduce íntegramente: "Hoy, una vez mas a través de la
historia, el pueblo toma las calles, para reivindicar al toro, al toreo, como
un bien propio de su forma de vivir, de su cultura".
"La cultura no es lo que
algunos quieren que sea. La cultura es lo que el pueblo quiere que
sea"."Somos un ejemplo de civismo para todos. Y por todo ello somos
felices y estamos orgullosos de ser aficionados a los toros".
"Reivindicamos la
tauromaquia también por su animalismo, que incluye especialmente la defensa del
toro como animal único en el planeta".
"Reivindicamos la
tauromaquia como herramienta económica dinamizadora de tantas y tantas
ciudades, por su capacidad de crear puestos de trabajo, por los efectos en la
fijación en la población rural, por sus aportaciones a las arcas del
Estado"
ENRIQUE PONCE
Valencia
Queridos amigos unidos por el toro, buenas tardes a todos.
En primer lugar quiero deciros que como valenciano estoy
orgulloso de vosotros, de la afición de mi tierra. Y como valencianos debemos
dar la bienvenida a todos los que han venido desde lejos para estar aquí hoy: A
mis compañeros, a los ganaderos, a los amigos de Bous al Carrer, a la afición
en general, a todos vosotros.
Hoy es un día para darnos la enhorabuena todos juntos, hoy
es un día histórico para la Fiesta, para el toro, para el toreo. Hoy, una vez
mas a través de la historia, el pueblo toma las calles, para reivindicar al
toro, al toreo, como un bien propio de su forma de vivir, de su cultura. Una
cultura que nuestra Constitución ampara, protege y exige fomentar en sus
distintos artículos. Gracias a todos por este apoyo incondicional.
Somos fuertes. Y muchos. Y responsables. Lo hemos demostrado
hoy aquí. Lo estamos demostrando continuamente con nuestro buen hacer en las
plazas de toros y en las calles por las que corren los toros. Somos un ejemplo
de civismo para todos. Y por todo ello somos felices y estamos orgullosos de
ser aficionados a los toros.
¡Que se entere quien deba enterarse! ¡Que se entere el
mundo! La cultura no es lo que algunos quieren que sea. La cultura es lo que el
pueblo quiere que sea.
Y por eso el toro y su mundo son cultura, porque el pueblo
así lo quiere desde hace miles de años.
Somos españoles con los plenos derechos, somos ciudadanos
españoles de estos tiempos, españoles de todas las sensibilidades y tendencias
de opinión y de orígenes distintos. Tenemos que decir, gracias, a muchos
compañeros de otros países, europeos y latinoamericanos, que hoy están aquí con
nosotros defendiendo una pasión común para todos: el toro. Vienen de lugares
donde la tauromaquia tiene un reconocimiento y tratamiento de arte, otros han
llegado de lugares donde no existe el toro y sin embargo se han quedado
prendidos de su belleza y arte: aprendamos de ellos.
Somos, insisto, españoles con derecho a nuestra identidad, a
nuestra cultura, con derecho a recordar el buen nombre de nuestros padres y
abuelos a los que les gustó la tauromaquia en todas sus expresiones, en la
calle y en la plaza e hicieron del toro el símbolo de sus pasiones y nos lo
trasmitieron con pasión y amor. Como se trasmite un tesoro. Somos españoles a
los que nos horrorizan las guerras, y la explotación infantil y las
desigualdades sociales. Somos mujeres y hombres que lloramos frente a las fosas
comunes en las que se han convertido los mares, a los que nos duelen las apreturas
de nuestro país, cuestiones todas ellas que precisan urgente y prioritaria
atención. Hagan el favor pues de no utilizarnos como materia de distracción.
Por todo ello y por más, no podemos consentir, que ahora por intereses espurios
y economicistas, venga nadie a decir que sus pasiones -las de nuestros padres y
abuelos- eran perversas o crueles. Ni lo eran ellos ni sus costumbres ni lo
somos nosotros. Como no lo fueron, no lo son ahora tampoco, tantos y tantos
artistas e intelectuales de reconocimiento universal que se vieron ganados por
la belleza y los valores del toreo.
Reivindicamos la Tauromaquia como portadora de valores
sociales y humanos de primer orden, como soporte básico y principal de la
biodiversidad en nuestro país, 500.000 hectáreas de dehesa se mantienen gracias
a la cría del toro bravo ¿Dónde estarían si no esos paraísos, en que incendio
hubiesen desaparecido, quien las mantendría? ¿En que fase estaría la
desertización de la Península Ibérica?
Reivindicamos la tauromaquia también por su animalismo, que
incluye especialmente la defensa del toro como animal único en el planeta y
todas las especies que se refugian en su ambiente.
Reivindicamos la tauromaquia como herramienta económica
dinamizadora de tantas y tantas ciudades, por su capacidad de crear puestos de
trabajo, por los efectos en la fijación en la población rural, por sus
aportaciones a las arcas del estado y fundamentalmente porque son raíces de
nuestra cultura a las que tenemos derecho a no renunciar.
No pretendemos repudiar a nadie, ni avergonzar a quienes
combaten el toreo como pretenden hacer con nosotros, somos gente de paz y
concordia, a quien no les guste que no vengan, pero sí exigimos, como es propio
de un estado de derecho, la libertad de elegir, de pensar, un tratamiento de
igual respecto a otras actividades y artes, tanto en lo que se refiere a
aportaciones fiscales como a la promoción. No más, pero tampoco menos. Y por
descontado no aceptamos la injuria y el insulto. El toreo, el toro, va mas allá
de ser un hobby o pasatiempo, el toro es un modo de entender la vida, de
enfrentarse a la vida con la posibilidad de encontrar la muerte; es una
emoción, una elección libre del ser humano.
Por todo eso nos hemos reunido aquí. Hemos reclamado lo
nuestro con argumentos, en una exhibición de cordura, con el peso de nuestros
sentimientos, con la contundencia de nuestras cifras, con la conciencia plena
de confianza de que nos asiste la razón de la ética y la moral.
Y una recomendación amigable: no nos nieguen sin conocernos.
Gracias a todos.
¡Viva el toreo! ¡Viva el toro en la calle!
Por nuestra cultura, por nuestras raíces y por nuestra
libertad.
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