sábado, 5 de marzo de 2016

FERIA DE LA MAGDALENA – PRIMERA CORRIDA: Muy nobles jandillas de los Matilla

De excelente aire el toro de la alternativa, solo discreta, de Vicente Soler, entregado en bravo arrebato con un sexto bondadosísimo. Padilla, a destajo. Rivera, muy fácil.
Vicente Soler
BARQUERITO
Foto: EFE

DE LOS SEIS TOROS sorteados de los dos hierros de la familia Matilla el de más calidad fue el primero. El de la alternativa de Vicente Soler, de la naranjera Burriana, homónimo y primogénito de Soler Lázaro, también matador de alternativa, torero de los llamados regionales, pero no sin predicamento en carteles de hierros de aliento. En Barcelona, o en el segundo circuito de la temporada francesa. Antes de la retirada definitiva Soler padre llegó a torear con su hijo como tercero de cuadrilla. Solo un par de temporadas. Soler padre fue torero severo y con oficio, buen rehiletero, conocedor.

Padre e hijo se fundieron en emotivo abrazo cuando el brindis del toro de la alternativa, que, con muchos pies, arreó de partida y se templó después. Arrebatado en el arranque, nervioso, el nuevo Soler se embaló en una primera parte de faena de temeraria apariencia y se asentó en una segunda más serena pero encimista, machacona y, por tanto, convencional. El son del toro –calidad Jandilla- dio para más.

Eso debió pensar el joven Soler, que salió con formidable decisión en su segunda baza. Casi dos horas y media de festejo para entonces, ya era de noche. Un sexto toro apenas picado, tan noble como el de la alternativa pero sin el mismo ritmo. Siete largas cambiadas de rodilla, siete, le pegó Soler en el recibo. Ganando terreno a base de ir gateando y hasta rematar en los medios. Era mayoría la gente de Burriana en los tendidos de sol y ahí prendió la mecha como una traca. El broche del saludo, media verónica y una revolera, fue muy airoso. No tanto un desacompasado quite por crinolinas.

Sentido alarde en banderillas, con un notable primer par cuarteado de dentro afuera y cuadrando en el balcón. El par más puro de matador en una tarde de banderilleros. Solo que Francisco Rivera, que reaparecía en plaza española tras su grave percance del pasado agosto en Huesca, no se animó a tomar los palos. Sí Padilla, que invitó a Soler a compartir tercio en el toro de la devolución de trastos. Fueron mayoría las reuniones a violín, que no son en puridad reuniones sino encuentros de paso, y no todos los violines estaban afinados precisamente.

La segunda faena de Soler fue un derroche. Muletazos en catarata, toques habilidosos, bastante mejor asiento que en el turno primero, un circular en molinillo, una tanda de molinetes de rodillas, abundante muestra del llamado repertorio popular que la movilidad del toro, tan pronto a todo, vino a encarecer. Se echó en falta una tanda bien tirada con la mano zurda, pues el toro, muy noble, quiso por los dos pitones con idéntico estilo. Una estocada desprendida, delantera y perpendicular cobrada a toro arrancado.

Cuando se echó el toro, la gente de Burriana impuso la ley de la mayoría. A hombros Soler, y a hombros Padilla, generosamente recompensado en sus dos bazas. Una primera con un toro ensillado y tostado del hierro de Peña de Francia al que molió a trallazos –de rodillas o en la vertical- y, en sustitución de un serio cuarto estrellado contra un burladero de salida e inutilizado por una alevosa punta de capote asomada a destiempo, un sobrero jabonero sucio o barroso el hierro de Marca, corto de manos, de ancha cuna y apacible compás, que también se llevó su ración de capa, muleta y garapullos. Incansable Padilla. Teatral también: le pisó el primer en la reunión de la estocada, y Padilla se dolió mucho; estuvo a punto de arrollarlo el toro de Marca, y del testarazo salió Padilla maltrecho. Como si se asfixiara. Tuvo que sentarse en el estribo unas cuantas veces. Mientras tanto, el toro, con la espada dentro, casi barbeaba las tablas buscando echarse. En las vueltas al ruedo, Padilla blandió la bandera corsaria que ha hecho suya.

El toreo más calmoso pero en exceso despegado lo hizo Rivera. Un tercer toro que antes de afligirse a la hora de la muerte estuvo a punto de soltarse. En tablas sacó aire mansito y Rivera, plácido, le pegó muletazos bien tirados, en redondo, algunos a pies juntos y mirando al tendido, y hasta tres circulares en cadena. El quinto, el más cuajado y montado de los seis pero el de menos cara –brocho, romo- se prestó a largo destajo no siempre inspirado, tampoco mecánico, de notable facilidad, llamativa suavidad. Ni un tirón. Y el buen compás de Francisco al lancear a suerte cargada, que no es novedad.

FICHA DE LA CORRIDA
Cinco toros de la familia Matilla. Primero y quinto, con el hierro de Hermanos García Jiménez. Un toro de los herederos de José Luis Marca, cuarto, jugado de sobrero.
Juan José Padilla, una oreja en cada toro.
Rivera Ordóñez “Paquirri”, ovación tras aviso y saludos.
Vicente Soler, que tomó la alternativa, ovación y dos orejas.
Castellón. 3ª de feria. 4.000 almas. Soleado, primaveral. Dos horas y cuarenta minutos de función.

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