Tres orejas y puerta grande para
el novillero extremeño, que tomará la alternativa en la próxima Feria de
Pentecostés de Nimes. Un trofeo para el hijo de César Cadaval (el 50% de Los
Morancos), que completó una interesante y más que digna actuación
ZABALA DE LA SERNA
Diario ELMUNDO de Madrid
Foto: EFE
Ginés Marín demostró hoy en "su" plaza de Olivenza
el grandísimo nivel que posee ya, fruto del oficio y la experiencia adquirida
en las pasadas temporadas, que le han llevado a estar a las puertas de la
alternativa, que tomará dentro de pocos meses en la Feria de Pentecostés de la
ciudad francesa de Nimes.
Su primero fue un novillo con noble y con ritmo en las
embestidas, al que el jerezano, aunque extremeño de adopción, toreó con mucha
seguridad, reposo y aplomo, entendiendo muy bien las distancias y terrenos para
aprovechar a la perfección las bondades de su antagonista e interpretar un
toreo de altura, sobre los mimbres del gusto, el temple y el aroma, sobre todo
por el derecho.
Entró la espada a la primera, y aunque hubo petición del doble
trofeo, al final, el usía solo concedió uno.
A por todas salió Marín en el incómodo cuarto, que se
quedaba corto, un punto pegajoso, y rematando arriba los viajes, al que inició
faena de hinojos y con el que estuvo muy puesto en una laboriosa faena argumentada
en el amor propio, el aguante, el valor y las ganas de despedirse de novillero
de "su" tierra con una puerta grande, que amarró tras una gran
estocada, que le valieron las dos orejas.
El portugués Juanito tuvo muy mala suerte con el novillo de
su debut con picadores. Fue éste un animal sin clase alguna y con actitud
defensiva, sin pasar de los embroques y que acabó rajándose, con el que el
alumno de la escuela taurina de Badajoz no pudo pasar de voluntarioso.
No pudo tampoco desquitarse Juanito con el quinto, otro
manso sin paliativos, que a las primeras de cambio buscó el abrigo de las
tablas, negándose en redondo a embestir, y con el que no pudo haber
absolutamente nada.
El segundo debutante de la mañana, el sevillano Alfonso
Cadaval, hijo de de César Cadaval, el 50% de Los Morancos. El novillero dejó
buena imagen ante su primero, un novillo noble pero que no acabó de romper, con
el que dejó atisbos de buen toreo, principalmente sobre la mano izquierda, por
donde recetó algunos pases que hacen entrever en él un sello clásico y sin
alardes. No anduvo acertado con la espada, y todo quedó en una calurosa
ovación.
El sexto tuvo algo más de fuelle, y Cadaval sorprendió, y
mucho, al respetable con un concepto vertical y relajado, en una faena sobre el
derecho salpicada también con momentos de exquisito gusto, sobre todo los
remates y los cambios de mano. No faltó tampoco la voltereta al ensayar el
toreo al natural, de la que se rehizo sin mirarse.
Interesante y más que digna actuación de Cadaval, arropado
en todo momento por el público oliventino, que le premió con una oreja
FICHA DEL FESTEJO
Novillos de Ganadería Talavante,
bien presentados, nobles pero de escaso fondo y, algunos como segundo y quinto,
descastados y rajados. Destacó el primero, aplaudido en el arrastre.
Ginés Marín: estocada (oreja con petición de la
segunda); y gran estocada (dos orejas).
Joao Silva "Juanito": pinchazo, y media perpendicular y
atravesada (ovación); y estocada (ovación).
Alfonso Cadaval: dos pinchazos, estocada tendida y dos
descabellos (ovación tras aviso); y casi entera contraria, y dos descabellos
(oreja).
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