El
magisterio y la profundidad de la figura de Velilla se impone a un desdibujado
y desorientado Simón, que corta dos orejas como su rival en el apasionante
dueloEl joven de Barajas sortea el mejor lote de la buena corrida de
Garcigrande/Domingo HernándezEl Juli cuaja la faena de la tarde a cámara lenta
al extraordinario quinto de Domingo Hernández.
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario ELMUNDO de Madrid
Foto: EFE
Otro duelo de veteranía y juventud, de la máxima
figura y del máximo exponente de la regeneración o eso dicen. Así son las
etiquetas. El Juli y López Simón habían arrastrado a la masa para decorar la
plaza con un lleno. El mano a mano transcurrió con apasionada tensión y
desembocó por la puerta grande que igualaba las desigualdades entre los dos
contrincantes. El combate a tres asaltos lo había ganado, round a round, la
madurez de un curtido Juli que borró al desdibujado y precipitado López Simón.
Ésta es la historia.
PRIMER ASALTO: A la muerte de los dos primeros
toros, lo que se podría definir como el primer round, se había sentido el
choque generacional de una manera inversamente proporcional a lo que reflejaba
la reseña técnica: una oreja para Simón y la negación de la misma para Juli. En
realidad, con la diferencia de un pinchazo, López el joven había estado a un
nivel inferior de lo que se espera con un toro de categoría superior y López el
viejo había estado en un plano superior con un toro inferior.
A Simón le planeó ya en el capote en los primeros
vuelos el bendito "Resabido", como si trajese el temple en la divisa
de Garcigrande. A pies juntos los delantales respondieron a un engrasado juego
de brazos. El puyazo lo traía ya de casa el toro con la edad cumplida en
marzo... Juli había quitado por chicuelinas, y de las chicuelinas quedó una
media verónica recordada. Brindó LS al público y planteó una obertura un tanto
extraña, por alto e interrumpida por una trinchera con visos de latigazo. Como
un presagio de la rara faena de Alberto, como le dicen sus partidarios,
equivocada de terrenos y velocidades. ¿La presión? La derecha iba como dos
cuartas por delante de la embestida, con ese vaciado precipitado adquirido en
invierno. Como precipitados se antojaban los intentos de circulares invertidos.
Pero la gente entró con un cambio por la espalda que precedió a tres largos
naturales abrochados en molinete zurdo. Faltaba algo o mucho para las bondades
del toro. Una serie en redondos de cintura bloqueada apuntó a remontada. Pero
el siguiente paso al natural cayó en picado entre los toques a destiempo y los
desarmes. Unas manoletinas y la eficacia de la estocada maquillaron la cosa.
Juli en su capítulo había derrochado el coco y la
templanza para administrar un toro que se intuía trémulo y hacerlo durar y
explotar con el dominio de las alturas. Desde una verónica exigente que midió
el aliento del garcigrande, Julián reguló el poderío y lo convirtió en seda. Ni
un tirón en un prólogo por alto en absoluto quebrantado y los derechazos que
ayudaban a oxigenar y potenciar las virtudes que en el fondo habitaban. Y así,
con la salvedad de un desarme al cambiar la mano, Juli lo hizo todo a favor del
toro. Hasta que sonó la hora del ataque y cuajó una serie de verdad por bajo y
otra en la que no soltó sin solución de continuidad. Un interminable pase de
pecho a la hombrera contraria que volteó la plaza. Un pinchazo se interpuso
luego en el camino de la oreja. Que ya está contado.
SEGUNDO ASALTO: La suerte, tan determinante en la
vida y en esa metáfora vital que es el toreo, quiso que El Juli se escapase de
milagro. Un violento derrote que le atravesó la chaquetilla con la sequedad de
una puñalada. Fue visto y no visto, cuando el matador quería rematar con un
pase de pecho una serie de naturales. El negro toro se frenó, como venía
haciendo, y justo por debajo de la axila tiró el hachazo. Juli quedó colgado
unos instantes y rodó por el suelo. Cuando se incorporó se palpó el corazón
incrédulo. Y desde entonces sacó la raza y el amor propio. Desde el inicio de
faena había tratado de romperlo hacia delante. Pero nadie se imaginaba que
fuese tan cabrón. Agarró en el estilo de la casa un espadazo trasero y se cobró
una oreja de ley.
De la suerte seguimos hablando: devolvieron al
cuarto y saltó al ruedo un sobrero de Garcigrande llamado "Capellano"
que fue manteca "colorá" -aun sin terminar de humillar- para que
López Simón mostrase su versión más genuina, a veces. De rodillas se plantó en
los medios y corrió la mano derecha como si estuviera en pie. O mejor. Otras
dos tandas en redondo ejecutadas con largura y de nuevo las rodillas por el
suelo. Y otra vez con la vertical recuperada, naturales de quilates. Y las
rótulas al suelo "one more time". El toreo circular y los invertidos
erguido. O viceversa. Un poco liosa la narración. Como el criterio de terrenos,
que basculaba a toriles. Los tendidos estaban a mil. Los sintió Simón y quiso
amarrar las orejas en la suerte de recibir en la misma bocana de chiqueros.
Salió rana el intento, pero no el volapié siguiente, que aseguró otro trofeo y
la puerta grande.
TERCER ASALTO: Cambiaron los vientos y a Juli le
tocó en su bolita un toro marcado con el hierro de Domingo Hernández, llamado
"Fragata", que se había dejado como última baza. Y fue una maravilla.
Equivocó barbeando tablas de salida para desarrollar una profundidad inmensa.
Resultó curioso el cambio de revoluciones. Cómo se pasó del trepidante tercio
de quites en el que Juli respondió por lopecinas a un quite afarolado de
rodillas de Simón a torear tan despacio. Bramaba Valencia antes de que Juli se
pusiese a cámara lenta, desencuadernado, roto. La espera y el tempo en cada
natural, la muleta a rastras, la hondura inabarcable. Magistral. La faena de la
tarde Pero Juli cogió hueso empujando con toda el alma. Y aquello, siendo de
dos, quedó en una oreja de enorme peso.
Simón se llevó un sexto, también de Domingo
Hernández, que completo un el lote de la corrida. Otro buen toro con el que
Alberto López Simón -otra vez a pies juntos con el capote y sin brújula de
terrenos- dejó abiertos muchos interrogantes para ser la gran esperanza blanca.
Por decirlo suavemente: la fotografía a hombros con El Juli quedará como el
mejor recuerdo.
GARCIGRANDE / EL JULI Y LÓPEZ SIMÓN
Toros de Garcigrande, incluido el buen sobrero (4º bis), y dos de Domingo Hernández (5º y 6º); noble y con
calidad el 2º; flojo y manejable el 1º; frenado y con guasa el 3º;
extraordinario el 5º; estupendo el 6º; de parejas hechuras y diferentes
seriedades.
El
Juli, de nazareno y oro. Pinchazo
y estocada trasera (petición y saludos). En el tercero, estocada honda y
trasera (oreja). En el quinto, pinchazo, media estocada y descabello (oreja).
López
Simón, de azul turquesa y oro.
Estocada (oreja). En el cuarto, pinchazo en la suerte de recibir y estocada
(oreja). En el sexto, estocada tendida (ovación de despedida). Salió a hombros
con El Juli.
Plaza de toros de Valencia. Viernes, 18 de
marzo de 2016. Octava de feria. Lleno.
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