JOSÉ MATA
Fotos: EFE
Ha sido una tarde llena de signos y contrastes
–diría el inolvidable Maestro Pepe Alameda- y de un mundo raro, bueno… de un
público nada habitual al que asiste a la Monumental México; cierto es, que
acudieron los cabales… aquellos que pontifican, y todo lo que dicen es lo que
tiene que ser y no hay para más, por ejemplo… “Morante es bueno, porque así es
y no hay más que decir”; o bien “… ¡qué no está viendo cómo Morante está
toreando con la muleta retrasada y muy lejos del toro!”, e incluso, “… ¡por qué
sacaste el pañuelo para pedir la oreja a El Zapata!”, discúlpeme señor, yo no
pido las orejas para los toreros, “…
¡claro que sí, lo vi yo y así fue!”.
Un público, que además, visiblemente sacaba
sus pañuelos para pedir las orejas, y luego… las protestaba. Es más, al señor
Morante al final cuando lo izaron a hombros fue abucheado estentóreamente.
¡Vaya!... qué público más raro vimos este
domingo en el coso titular de México.
Sí, efectivamente el señor de la Puebla del
Río, en donde se dice que mora, no quiso saber nada de su primero, era
complicado, pero nada que una muleta poderosa, domeñadora, con la inequívoca
técnica que él posee, pudiera conseguir al lidiarlo. No quiso saber nada y
hasta ahí terminó su primera participación de la tarde, en medio de la división
de opiniones.
Saldría su segundo, y al llegar al último
tercio, el desánimo había hecho mella entre los morantes de esta tarde en La
México, cuando de pronto descubrió el de la Puebla del Río, que el bovino le
daba facilidades por el lado izquierdo, y le dejó tres series de elogiable
belleza, armónico conjunto y que subyugó a todos los concurrentes, dando una
respuesta escueta con la mano diestra en una serie de buen gusto. Cierto, que
el maravilloso viejito –lo digo con cariño y respeto- que estaba delante de mi
menda, tenía cierta razón… no se prodigaba, ni tampoco se ceñía ni le daba
mayor largueza al muletazo, pero la gente estaba enloquecida; es más, finalizó
con medio espadazo casi bajo y trasero, y la gente no meditó en ello, y exigió
la oreja, o las orejas en este caso… tal vez, cuando entró en cordura y vio lo
excesivo del premio, sintió que algo estaba mal y, por ello las protestó, como
lo hizo cuando fue izado a hombros el sevillano.
Al de Sevilla, le he visto tardes en verdad
gloriosas en su tierra, y también sentí que faltaba, reitero, en mi concepto,
dar algo de mayor fundamento a su creación; a pesar de que un admirado amigo
bibliófilo, decía que después de esto no había nada más que ver.
Creo que no hay que limitarse, no hay mejor aficionado,
que aquel que posee el don de valorar a
todos los toreros, y habitan en su cabeza.
Aquello de que con una verónica, un recorte,
un quite, un pase o un remate, queda pagada la tarde, siempre se me ha hecho
tan subjetivamente tercermundista… como absurdo, porque hasta donde se
entiende, las obras de arte se valoran por el conjunto de su luminosa
aportación, tanto en lo dionisiaco como en lo apolíneo, que es la estética como
consecuencia necesaria de la creación… no por un alarde pinturero.
Imagínese usted, lector amigo, si por una
pincelada de La Gioconda, por ejemplo, valoráramos la inmensa obra de Leonardo;
o por algún arpegio o acorde de la Novena Sinfonía del egregio Ludwig Van
ofreciéramos un juicio de su creación, estaríamos fuera de toda lógica.
Hay ocasiones, y pido disculpas si molesto a
alguien, es más pose que entendimiento, lo que hace pontificar a ciertas
personas, y decir que este torero es bueno, por el sólo hecho de “... yo lo
digo y no hay más que decir”, porque al final de cuentas, acaba perdiendo toda
validez esa valoración.
No obstante, hubo más aportaciones
interesantes. Esta tarde se presentó nuestra actual figura del toreo mexicano,
Uriel Moreno El Zapata, quien ha vuelto a brillar sobre todo en los dos
primeros tercios, ya que sus dos ejemplares al final se vinieron a menos.
En su primero, con un toro deslucido, que iba
con la cara alta, reservón… de inicio recogió la embestida del astado hasta
conseguir dos lances y una media que impactaron gratamente con el respetable.
Después de varas a donde apenas y se le pudo dar un puyazo al burel, realizó un
quite a pies juntos con suavidad. El tercio de banderillas ha resultado
expuesto, concediéndole todos los terrenos al astado, para darle mayor
confianza en su embestida, así apareció el par monumental, al violín ambos de
una absoluta exposición, porque siempre está toreando a cuerpo limpio, antes y
después de imponer las banderillas en el morrillo, para concluir el tercio con
un par al cuarteo. La gente de pié le celebró y reconoció la notable entrega. Y
entonces apareció una faena tersa, consintiendo y encelando con inteligencia al
burel, para que fuera embistiendo, en cada una de las series que constituyeron
su aportación. Hasta estructurar una faena impensable, pero que ahí la
estábamos viendo consolidar. Decidió rubricar, y entonces, la mano se le fue
abajo y dejó un espadazo nada ortodoxo. Comenzaron la división de opiniones,
olvidándose de todo lo que había dejado en el redondel.
Salió el cuarto procedente de San Isidro, un
toro feo, grandote y tan manso que resultaba otro reto a superar, lo que hizo
el de Apizaco. Así, expuso en bien logrados faroles de hinojos que provocaron
la ovación, que se prolongó en un quite de su invención… la zapatina, en donde
el toro materialmente pasa a milímetros del cuerpo del torero, ya que cita cambia
el viaje se pasa el capote a la espalda, produciendo la emoción en la
inobjetable exposición, lo que tras el recorte, ha vuelto a levantar a los
asistentes para ofrecerle la ovación de gala. Con la tela roja fue el continuo
batallar con la ausencia de casta y bravura, de un astado que llegó a
derrumbarse plácidamente en la arena, y sin embargo, tras irle consintiendo,
llevarle al refugio de las tablas y encelarle ahí, consiguió un par de series
con la derecha de enorme valía. Dejó un espadazo entero, la gente exigió el
trofeo ondeando los pañuelos, y cuando le fue entregado, aparecieron protestas.
El Zapata en un gesto de humildad, beso la oreja conquistada por el cariño y la
entrega ofrendadas al respetable a través de su propuesta.
Quien se ha llevado el mejor lote, fue, José
Mauricio, de quien esperábamos todo, y todo nos quedó a deber. Cuánta falta le
hace Paco Laguna, su descubridor y quien le enseñó el abc de los toros. Que
tiene todas las posibilidades para ser el mejor… ¡por supuesto que no lo ponemos
en tela de juicio!, por ello dejó series aisladas que anunciaban la gran faena,
pero todo queda en la buena intención y… de buenas intenciones están llenos los
caminos al infierno.
Una tarde interesante, por ese público raro
que habitó esta tarde en la gran México, que esperamos se quede, y poco a poco,
vaya en camino de conocer y amar más a nuestra maravillosa Fiesta Brava.
FICHA
DEL FESTEJO
Con una entrada que casi logra el medio aforo, en la
Monumental Plaza de Toros México, se han lidiado tres toros de Jorge María y
otros tantos de San Isidro, que han mostrado mansedumbre.
Uriel Moreno “El Zapata”: División y oreja con protestas.
“Morante de la Puebla”: División y dos orejas con
protestas.
José Mauricio: Saludó en el tercio y silencio.
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