Un mes después de
su retirada temporal de los ruedos, el torero concede su primera entrevista
para hablar de su decisión y de sus proyectos, algunos vinculados al mundo del
toro
Las siete en todos los relojes, como la
esencia que perfuma la piel ibérica más majestuosa. A esa hora nos citamos con Cayetano Rivera Ordóñez (Madrid, 1977),
Cayetano
a secas en los carteles. Es la primera entrevista que concede tras su
sorprendente retirada temporal de los ruedos, un adiós sin alharacas. A pesar
de convivir con la fama, huye de los ruidos. Dialoga a diario con la soledad,
compañera inseparable del torero. Y Cayetano
es antes que nada torero, un artista que cautivó escenarios como Sevilla —dos
orejas en su debut—, Bilbao —su encerrona con seis novillos—, Madrid —con una
oreja en su confirmación—, Valencia o Barcelona, con puerta grande. Y Ronda, la
plaza en la que se desperezó el sueño de dinastías entroncadas a la Historia de
la Tauromaquia: Rivera, Ordóñez,
Dominguín, Vázquez… La llamada de la sangre golpeó de modo tardío, pero lo
hizo con una expectación huracanada. En la Maestranza rondeña se obró el
milagro hace más de una década; en Hellín colgó hace un mes el vestido de
luces.
—¿Por
qué esta despedida sin previo aviso?
Desde que empecé tuve claro que el día que me
fuese sería en silencio. No quería un ambiente de despedida. Además, es un
paréntesis en mi carrera.
—¿Arrebato
o decisión meditada?
Lo medité mucho tiempo. Estas cosas no se
hacen de la noche a la mañana. Más que una profesión, el toreo es una forma de
vida. Aunque es un cambio importante y cuesta, estoy contento.
—Después
de vivir para y por el toro, ¿cuál es el próximo tercio?
Me siento torero, y siempre lo seré. Ayudaré
al mundo del toro desde otras perspectivas. Seguiré aportando mi granito de
arena, que es lo que siempre he intentado.
—Hace
dos años aseguró en ABC que haría lo imposible para que la Fiesta pasara de
Interior a Cultura. ¿Satisfecho con la misión cumplida?
Era necesario que se nos reconociese como
cultura. Pero aún hay mucho por trabajar. Es primordial adaptarse al siglo en
el que vivimos, respetando siempre la tradición. Faltan numerosos pasos por
dar.
Prefiere mantenerse a la otra orilla de la
polémica y templa su verbo, pero no silencia la verdad, canon primordial en
Tauromaquia. Le preguntamos por la Comisión Taurina capitaneada por Juan Antonio Gómez Angulo. ¿Qué le
parece? «Espero una comisión dinámica y operativa, con una visión actual sobre
el momento en el que estamos. Juan Antonio es amigo mío y confío en que hará lo
que crea mejor para el mundo del toro; sabe que puede contar conmigo en la
medida que él estime oportuno».
—La
alianza de las figuras en el llamado G-10 generó mucha polvareda, disuelta
ahora con el abandono de varios componentes. ¿Sigue apoyando al grupo?
Es una lástima que se dividan. Creía y creo en
un grupo de toreros que ayude a liderar ciertos movimientos, como fue el cambio
a Cultura, cosa que en principio mucha gente se tomó a broma. Pensaron que no
íbamos a conseguir nada, pero es evidente que la unión hace la fuerza. El
torero siempre defenderá el futuro de la Fiesta, pues nadie la siente con mayor
intensidad. Ahora no estoy en activo, pero apoyare a los que sigan por ese
camino.
—Ha
navegado entre las aguas de los elogios y las críticas...
Tengo mi conciencia muy tranquila. He
intentado aportar siempre lo que he creído mejor para el futuro, no a nivel
individual, sino colectivo. Es importante defender lo nuestro, y es importante
ser fiel a uno mismo.
—Algunas
figuras han expresado ya su decepción con All Sports Media y Manzanares ha
manifestado que el G-10 se ha acabado. ¿Se siente engañado?
Para nada, creo que era un primer paso
necesario. Me parece un error no seguir. Está claro que hay cosas que se podían
haber hecho mejor pero se va aprendiendo y se va corrigiendo, como en todo.
Pero sigo animando a los toreros a que defiendan sus derechos de imagen.
—Una de
las conquistas ha sido la vuelta de los toros al ruedo de TVE.
Ha sido un paso importante, pero no es el
único que hay que dar.
—Al
mirar hacia atrás, ¿observa en la Fiesta el tapiz esperado?
Yo nunca pensé en la Fiesta como tal, sino en
vivir la vida del torero y sentir algo tan grande como para arriesgar mi vida
en ello, como antes lo habían hecho, y seguían haciendo, en mi familia. No
pretendía conocer los entresijos. Siempre tuve en mente la sensación con el
toro en el ruedo, lo más bonito y puro de la profesión.
—¿Dominan
los sueños o las pesadillas?
Me quedo con lo bueno sin olvidar la
dificultad, que ayuda a crecer. He vivido muchos percances, pero uno tiene que
estar dispuesto a que ocurran. Pero si tienes la suerte de sentir la grandeza
del toreo, compensa todos los obstáculos que encuentras.
—¿Volvería
a jugarse la vida?
No solo volvería, sino que volveré. Esto es
solo un descanso. Soy torero y siempre lo seré, es una sensación única que no
se consigue de otra forma.
—¿Se
marca fecha de vuelta?
Surgirá de modo natural, igual que la parada.
—¿Y si
de repente le brota el gusanillo en la próxima Goyesca de Ronda?
Si hubiese una tarde en la que me plantease
torear el año que viene sería esa. Es la corrida de toros que más sentimiento y
emoción me aporta. Aunque insisto que ahora mismo no me lo planteo, sigo
soñando con la emoción del toreo.
Su mirada albahaca se ilumina cada vez que
pronuncia la palabra sacra: toreo. Sus ojos son un paisaje verde que conducen
al alma del sentimiento, y el más profundo lo ha hallado en su romance con el
toro, en las horas altas y en las bajas. «Gracias a él, me he conocido mejor a mí
mismo», asegura entre las obras del pintoresco restaurante madrileño
«Bla, bla, bla». Ya no sabe vivir sin torear, y ayer mismo acarició capote y
muleta en el campo.
—¿Una
tarde para enmarcar?
No cambio por nada mi alternativa, con mi
hermano.
—El
destino ha querido que Francisco y Cayetano se retiren en tiempos cercanos.
¿Casualidad o pacto?
Casualidad total. Quedé con él para
contárselo, y él me dijo que tenía otra cosa que decirme, que también dejaba de
torear. Fue una sorpresa, y me alegré más por su retirada que por mi descanso.
Llevaba tiempo deseando que tomara esa decisión, por los riesgos de esta
profesión que tan bien conocemos, pero es una decisión muy personal que nadie
puede tomar por ti. Me siento muy orgulloso de lo que ha conseguido, tiene una
trayectoria impecable. Ha superado con creces la responsabilidad de apellidarse
Rivera Ordóñez.
—Su
hermano dice que cada vez se siente más Paquirri, ¿y usted?
Yo cada día me siento más Cayetano. Estoy muy
orgulloso de mis apellidos, tanto de Rivera como de Ordóñez, dos genios. Y
dependiendo del día, me siento más uno u otro.
—Curro
Vázquez ha sido el guardián de su torería.
Ha sido mi pilar. Más que mi apoderado, un
amigo, un hermano. Curro es un torero con una sensibilidad increíble y enormes
conocimientos.
—¿Sus
planes inmediatos?
Mi inquietud no acaba con el toro. Quizá de lo
que más orgulloso me siento es de la Fundación para la infancia que presentaré
los próximos días. Fomentaré más mi faceta empresarial y otros proyectos que me
diviertan. No descarto vincularme a algún grupo empresarial taurino si coincide
con mi filosofía.
—¿Se
intensificará más su relación con Loewe?
Estoy feliz con Loewe. Una marca de lujo y
calidad que refleja perfectamente los valores españoles, más necesarios que
nunca. Quizás ahora que voy a tener mas tiempo pensemos en posibles
colaboraciones nuevas.
—¿Qué
rediseñaría en el mundo del toro Cayetano?
Hay que mejorar muchos aspectos, como adaptar
los pliegos a la situación actual, un reglamento único, atraer a la gente joven
a los tendidos. Falta un núcleo central que redirija las bases, sobre todo
pensando en esos novilleros que lo tienen muy difícil para avanzar.
—¿La
reata ayuda o es superada por la presión?
Ha sido un arma de doble filo. Al principio,
generó gran expectación y abría puertas. Pero luego dependía de mí, que era el
que tenía que ponerme delante del toro y resolver.
—¿Ha
llegado hasta donde perseguía?
No, y creo que nunca llegaré. Todo es
mejorable, y uno siempre puede dar más de sí. Mi abuelo Ordóñez decía que nunca
había llegado a torear su faena soñada... Yo tampoco.
—Este
retiro ha sido también paralelo al de su seguidora número uno, Esperanza
Aguirre.
La quiero y admiro muchísimo. Ahora nuestra
retirada a la vez nos une si cabe un poco más (sonríe).
—Hablando
de mujeres, ya le han fijado día y hora de su boda con Eva González. ¿Se casa?
Que no se crea la gente todo lo que se dice en
los medios.
No le gusta meterse a Cayetano en jardines personales, pero su semblante rezuma
tranquilidad. «Soy feliz con mi situación actual y ahora podré disfrutar más con mi
gente y tener tiempo para otros proyectos ilusionantes».
—¿Su
mayor pasión?
El toreo, y siempre lo será. No es comparable
a nada, aunque curiosamente no lo quiero para ningún ser querido.
—Defina
tanta grandeza.
Es una forma de expresión en la que se juntan
alma, mente y corazón. Imposible describirlo en plenitud.
—El
mapa ibérico presenta el barniz de un toro negro. ¿Le preocupa?
Muchísimo. Vivimos una crisis terrible. Es muy
preocupante todo lo que está ocurriendo, como los desahucios.Es indignante que
los bancos no colaboren más, que una persona no pueda pagar la hipoteca, se
quede en la calle y con la deuda pendiente. Es un abuso. Espero que el Gobierno
sea tajante y ayude a las familias que más lo necesitan.
—En los
tendidos de España hay división de opiniones.
Entiendo la decepción ciudadana, pero también
entiendo que la situación del Gobierno es difícil y que estará tomando las
medidas que considere más oportunas. En unas cosas acertarán más y en otras
menos; lo que espero es que se vean pronto signos de esperanza. Intentaría por
todos los medios recortar menos en Sanidad y Educación, el futuro. Creo en
nosotros como nación y confío en que PP y PSOE busquen el consenso. No es cosa
de un Gobierno, sino de un país. El futuro está en la unidad de España, y no en
la desunión, y menos en la situación actual. Y lo digo porque sería fatal si se
produjese la desvinculación de Cataluña, que es parte de España.
—Cataluña
ya prohibió los toros, y ahora le sigue a la zaga Bildu en San Sebastián...
Me duele que el toreo se use como arma
política por ser algo tan español. Debemos proteger el toro como parte de
nuestra cultura, respetar y defender las raíces, nuestra lengua, sentirnos
orgullosos de todo lo español. / ROSARIO PÉREZ CHARO –
Diario ABC de Madrid
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