JAVIER LÓPEZ
MADRID.- Una complicada corrida de Fidel San Román, muy deslucida para hacer el toreo, imposibilitó toda la posibilidad de lucimiento de una terna de toreros con muy pocos contratos y justos de recursos, hoy en Las Ventas.
Qué suplicio de tarde. Y qué agobios por momentos. No se explica cómo puede la empresa anunciar a una terna con tan pocas corridas a sus espaldas con una corrida tan áspera y difícil como la que echó hoy Fidel San Román. Era echarlos a los leones, que fue lo que pasó.
Los seis toros, en mayor o menor medida "pidieron el carnet", como suele decirse en el argot cuando un astado exige mucho al torero al desarrollar malas ideas y peligro. Sólo hubo uno con ciertas opciones, el sexto, pero tampoco fue gran cosa.
Confirmó Tomás Sánchez después de ni más ni menos que catorce años de alternativa. Torero madrileño pero valenciano de adopción, que en los últimos años ha podido contar con los dedos de una mano el número de oportunidades que ha dispuesto, y prácticamente todas en la zona de levante. Con estas credenciales venía Sánchez, que se encontró con un primer toro muy difícil, sueltecito y a su aire en los dos primeros tercios, y con genio y "desarrollando" sentido en la muleta.
Acometía el de San Román descompuesto y echando la cara arriba. Sánchez pasó un auténtico quinario, llegando incluso a ser volteado en un par de ocasiones al venirse también cruzado el animal por el pitón derecho. Menudo "regalo" para confirmar en Madrid. La ovación que saludó al final debió ser en reconocimiento a la efeméride, pues los catorce años que ha tardado en confirmar la alternativa ya merecen esos aplausos.
El cuarto fue otra "alhaja", toro también incómodo, distraído, andarín, "metiéndose" por los dos pitones y punteando los engaños. Sánchez no pudo más que enjaretarle algún muletazo por el derecho, recolocándose entre pase y pase en una faena sin relevancia pero en la que el hombre puso mucha insistencia, pues posiblemente haya podido ver pasar hoy uno de sus últimos trenes para que su carrera pudiera haber tomado vuelo.
Lo único destacable de Alfonso Romero, otro torero con muy pocos contratos en las últimos años, fue el bello saludo capotero a su primero, con cuatro lances a la verónica templadísimos y de manos muy bajas a un toro cuyo principal hándicap fue sus pocas fuerzas. Y menos mal, pues el animalito también tuvo sus malas ideas en la muleta, pero su poco empuje fue crucial para que aquello no adquiriera tintes dramáticos. Muleteó Romero por uno y otro pitón sin decir gran cosa, pues el toro, cada vez más corto de viaje, o se frenaba o se defendía con la cara por las nubes.
Con el quinto no corrió mejor suerte. Toro rebrincado, que se volvía en un palmo, "reponiendo" las embestidas, y cruzándose también por el derecho. Con semejante "material" lo intentó Romero de mil maneras pero sin suerte.
Mas cumplía hoy su cuarto paseíllo como matador desde su alternativa en esta misma plaza en San Isidro del pasado año. Y aunque se le vio también un tanto desarbolado, al menos fue capaz de domeñar al complicado tercero. Toro áspero y sin clase alguna, que tomaba la muleta a regañadientes con un molesto calamocheo y rematando los viajes con la cara alta.
Solventó Mas la papeleta con suficiencia y arrojo, a base de querer y "tragar" también lo suyo. Al menos dio la cara aguantando tarascadas y "cornaítas". Otra cosa fue la estética, que, dada la condición del animal, brilló por su ausencia.
El sexto fue el único toro que "medio sirvió" en la muleta. Aquí se vio un Mas de nuevo peleón, pero un tanto perfilero y sin quedarse quieto. Dos tandas, una por cada pitón, y nada más. / EFE
FICHA DEL FESTEJO
Cuatro toros de Fidel San Román y dos -segundo y sexto- de "El Ventorrillo", bien presentados, ásperos y complicados. El único que "medio sirvió", el sexto. Pitados los otros cinco arrastres.
Tomás Sánchez: cuatro pinchazos y casi entera (ovación); y estocada (palmas).
Alfonso Romero: pinchazo y estocada (palmas); tres pinchazos, media y cuatro descabellos (silencio).
José Manuel Mas: casi entera que escupe, estocada desprendida y descabello (silencio tras aviso); y pinchazo y estocada (silencio).
La plaza tuvo media entrada en tarde agradable.
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