viernes, 27 de mayo de 2011

DECIMOCTAVO FESTEJO DE ABONO – FERIA DE SAN ISIDRO EN MADRID: Carácter de El Fandi frente a sus reventadores


Blanco de agravios, el torero granadino responde con honradez y profesionalidad. *** Corrida de cuatro hierros y tres sobreros. *** Un distinguido toro de José Luis Iniesta. 
Importante, pese a la contra de un sector de público, la entrega y disposición de El Fandi en su único paseíllo en Madrid, donde ha dejado todo de si en aras de voltear lanzar por cañas. Foto: EFE

BARQUERITO

UNA ENSALADA DE toros de cuatro casas: cuatro del hierro anunciado de Las Ramblas, que fueron, cada uno, de su padre y de su padre, es decir, muy diferentes; un toro de José Vázquez que completaba la corrida de Las Ramblas; y tres sobreros: uno muy feo y basto del propio Vázquez, devuelto por claudicar; otro, especie de cabrichoto de los Ortigao Costa, que se soltó sin divisa, fue el más enclenque y esmirriado de cuanto va de feria y acabó volviendo a corrales porque después de la segunda vara se desinfló como globo pinchado; y, en fin, un tercer sobrero, de José Luis Iniesta, que hizo cuarto tris y fue, por cierto, el toro de la tarde.

El Cid había firmado la corrida de Las Ramblas y cambió para bien la moneda, porque el toro de José Vázquez tuvo nobleza antes de rajarse y por eso no le hizo sufrir y porque el toro de Iniesta –castaño de hermoso porte, algo montado pero de glorioso remate- descolgó con calidad y nobleza, y fue con diferencia el mejor de los nueve que se soltaron en una de esas corridas culebreras de San Isidro que empiezas a las siete y terminan dos horas y media después.

A ese impensado golpe de teatro y fortuna correspondió El Cid con bastante entrega. El toro hizo salida de enterado –señal de que llevaba en corrales algunos días- pero rompió a galopar enseguida. Excelente el estilo. Tenía ganas de correr. Según costumbre o vicio, El Cid abusó de los capotazos de brega y doma, que mortifican al toro que sea. Corrido, el toro cobró un buen puyazo primero, se movió de bravo en banderillas y estuvo en la muleta enseguida. Listo, El Cid abrió sin pruebas: de largo, casi en los medios y dando al toro viaje a querencia, con la zurda y mano baja, engaño por delante. Perfecto. Tres tandas de signo declinante, sin embargo: mejor la primera que la segunda, y la segunda que la tercera, porque en el primer muletazo que vino sin tocar se metió el toro y El Cid lo acusó. Abrir tanta distancia en cada tanda no fue el mejor remedio porque al toro ni le sobraban ni le faltaban las fuerzas. Al menor tirón, perdía el ritmo. Y luego lo recomponía, porque El Cid abrochó tandas con la idea de asentar al toro.

Los cambiados de remate fueron por el mismo pitón izquierdo. No el de pecho obligado. Con la diestra El Cid  se abrió en exceso, pero se columpió él mismo más que el toro, que vino por fuera y por eso rebrincado. Fue, por tanto, faena de más a menos. Se quedó con la miel en los labios todo el mundo. Incluido el toro de José Luis Iniesta, que nunca había lidiado en las Ventas un toro a su nombre –sí despuntados para rejones del hierro de Los Espartales- y que se soltó sin divisa.

El Cid tuvo de cara ese toro y el favor de su gente de Madrid, que lo quiere de verdad. Es probable que el papel de “consentido”, como se dice en taurino mexicano, haya venido a manos de Talavante, igual que El Cid lo heredó de César Rincón. Pero por ser El Cid, y sólo por eso, el toro más birria de toda la feria, el segundo sobrero de los Costa, se jugó sin una sola reclamación. Si ese toro le toca a otro, queman la plaza.

El Fandi fue, esta vez, y por parte del sector calvinista, blanco de toda ira. Una especie de odio africano fuera de toda proporción o medida. Lo estuvieron friendo desde el principio. Protestaron el primero de sus dos toros de lote, que, zancudo y musculado pero no relleno del todo, tuvo sus dos puntas finas y visibles y que, muy tardo, escarbador, frenado y algo revoltoso, no fue sencillo. En banderillas, en tercio seguro y cumplido, El Fandi tuvo que oír frases insultantes, vejatorias. Un agravio insólito.

La respuesta de El Fandi fue admirable: salir por todas en el otro turno, con un quinto colorado empedradito, serio y remangado, que fue el más astifino de la corrida. Una larga cambiada en tablas, seis lances de salida de importante temple –porque cuando El Fandi se templa de capa con un toro, va en serio, y aquí se quedaron muchos con la boca abierta-, una lidia competente de verdad –sobre todo una larga de recurso para sujetar una huida del toro-, dos pares de banderillas comprometidos y reunidos, y una faena de muleta que, brindada al público, dio de sí lo mismo que el toro, que sólo quería medias alturas, no tenia golpe de riñón y miraba al volverse. Y se acabó parando antes de tiempo. Por si quedaba alguna duda, una estocada extraordinaria, de las mejores de la feria, y dejándose llegar el pitón de cruce hasta los alamares del chaleco. El Fandi volcó a favor el ambiente. Parecía imposible. No le dejaron salir a saludar los mismos que habían ido a los toros sólo para asarlo.

Con la hierba en la boca, llamado para una sustitución en San Isidro apenas dos semanas después de la confirmación de alternativa, el mexicano Arturo Saldívar pisó plaza con firmeza y entrega indiscutibles. El toro más chico e inocuo de los cinco de Las Ramblas sorteados; el más grande, un casi mastodóntico cinqueño ya al borde de la edad reglamentaria. Áspero, parado, a la espera, a porrazo limpio, este sexto, que miraba por encima de los engaños, le dejó entretenerse bastante menos que el tercero. Pero con los dos se quedó muy quieto. Dos veces se trajo atrás en semicírculo al sexto, y eso fue machada y milagro. Estuvo muy de verdad con el tercero. O sea, muy valiente. Improvisando y sorprendiendo. Sin redondear: es torero nuevo.

POSTDATA PARA LOS ÍNTIMOS.- Hoy hace cuarenta y tantos años que juré bandera en la Escuela de Transmisiones de Cuatro Vientos. Voluntario de Aviación. Hijo del cuerpo. Era un jueves de Corpus Christi. Por la tarde fuí a Las Ventas. Toreaba Bernadó.

FICHA DEL FESTEJO
Cuatro toros -2º, 3º, 5º  y 6º- de Las Ramblas (Daniel Martínez), muy desiguales de hechuras y condición, cinqueños dos de ellos, sin entrega ni fondo; uno de José Vázquez, cuarto de sorteo, que completaba corrida, y, a turno corrido, jugado de 1º bis, grandón, noblote y sin fuerza;  y uno de José Luis Iniesta –tercer sobrero y jugado de cuatro tris- de lindo trapío, bellas hechuras y muy notable son.
El Cid, de nazareno y oro, ovación y silencio. El Fandi, de negro y oro, silencio y ovación, Arturo Saldívar, que sustituyó a Curro Díaz, saludos y silencio tras un aviso.
Viernes, 27 de mayo de 2011. Madrid, 17ª de abono de la Feria de San Isidro. Casi lleno. Nubes y claros. Primaveral. Sin apenas huella de las grandes tormentas del día en el piso de plaza.

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