lunes, 23 de mayo de 2011

DECIMOCUARTO FESTEJO DE ABONO – FERIA DE SAN ISIDRO EN MADRID: Levanta pasiones el mexicano Sergio Flores

Seria y no sencilla novillada de «juampedros» de Montealto. El francés Tomás Dufau cobra la mejor estocada de la feria. Sereno, templado y valiente López Simón.
Extraordinaria tarjeta dejado en la segunda novillada de San Isidro el mexicano Sergio Flores, quien con su solvencia y desparpajo no ha escatimado esfuerzo ante la exigente aficion madrileña. Foto: J.M. Vivas
BARQUERITO

Una muy seria novillada de Montealto. De sangre Juan Pedro Domecq vía Algarra y El Ventorrillo. Lustrosa, cuajada, de variadas pintas, muy en puntas, ofensiva, con motor de arrear. No sencilla. Y tres novilleros de cabal valor probado: el francés Thomas Dufau“Tomás” en las vueltas del capote-, nuevo en Madrid, el mexicano Sergio Flores –del muy taurino estado de Tlaxcala- y el madrileño López Simón.

Un segundo novillo colorado, hondito, algo recogido pero bien puesto, fue con diferencia el más propicio de los seis. No se lo dejó ir Sergio Flores, que estaba encendido desde el arranque. Un inoportuno y laborioso quite al primero de corrida, que no se enceló nunca. Ya en su toro, un muy vibrante recibo a la verónica: desparpajo, soltura, bragueta, buenos brazos, serio encaje. Media de broche y el remate sorpresa de una hermosa larga afarolada, que fue anuncio de toda la ambición que vino después.

Un templado quite de López Simón en lances de costado y el remate severo de larga y recorte; y la réplica felina de Sergio en quite mixto: chicuelinas de mano baja, gran ajuste y raudo giro, cosidas con talaveranas sin apenas compás y otra larga de repertorio. Todo eso –el genio capotero en turnos propios, ajenos o desafiantes- volcó el ambiente.

Encendida también como mecha de traca estuvo enseguida una faena de gran disposición, firmeza sin mácula y un exceso de velocidad. En los ataques en corto, tenía brusco final el toro, que se había ido suelto de dos varas pese haber romaneado en las dos y derribado en la primera de ellas. El ajuste y la rapidez de los muletazos fueron acentuando esa brusquedad. Se entregaba el novillo pero no se daba. Fue pelea de rabiosa intensidad, porque el torero se dio y entregó sin reservas. Un farol gracioso, una tanda de bernadinas que el maestro Joaquín Bernadó se trajo de su primera aventura mexicana hace cincuenta años y pico. Y una estocada sin puntilla.

Sensación de torero en marcha que tardó nada en confirmarse. Un quinto novillo largo y ensillado, que metía la cara pero punteaba engaños y se revolvía, que escarbó en señal de genio, que desmontó al valiente piquero Romualdo Almodóvar tras izar por los pechos un caballo volátil y que sacó en la muleta díscolo son: frenadas de toro que se entera, tornillazos en los viajes de vuelta. Hubo que poderle. Le pudo Sergio sin perder ni aire ni pasos, sin descomponerse. Cabeza y corazón para resolver. La gracia de un pase de las flores en su genuina versión La Serna cuando ya parecía acabado el duelo. Un pinchazo, una estocada caída. Mucha pasión. Hay torero.

Lote complicado para Dufau. Pero firme de verdad, siempre bien colocado, seguro y muy fácil con las telas, el torero landés le encontró el cómo y el dónde a un primero que se huía de engaños a querencia con intención de aconcharse en toriles. Recursos, oficio para gobernar terrenos. Toreo por alto de primero y de postre; muletazos de cazar, retener y tapar las huidas para hacer al toro tomar engaño a su pesar; ritmo de una faena de inteligencia y unidad. Buen trabajo. Un pinchazo y una gran estocada.

Y, luego, en corto y por derecho, y al modo clásico de Rafael Ortega, la estocada de la tarde, y de paso la mejor estocada de la feria, para hacer rodar al cuarto de la tarde, que fue el más complicado de los seis. Ni fijeza ni celo, frenado al llegar a suerte, genio sordo: cornadas de blandearse contra el peto de pica, esperas y cortes en banderillas, escarbaduras. Fría la gente desde el arranque. Hasta que Dufau perdió pie en la cara del toro –un resbalón en la cal de la raya, o un pisotón- y estuvo en el suelo encunado y a merced del toro, que le pegó solo un puntazos en la pantorrilla. Buen debut de torero sólido.

Y el muy sereno valor de López Simón que sigue apuntado a torero de caro temple. De torear despacio y encajarse con desmayo, de brazos y ritmo lacios. Lances a pies juntos, a medio camino entre la verónica y el mandil. De rodillas, y de largo y en los medios, abrió con generosas tandas ligadas en redondo dos faenas de distinto color. Un tercero jabonero, más bondadoso que bravo, al que costó fijar, pero lo hizo el torero de Barajas a base de paciencia, de ponerse, cruzarse y tirar. Un pinchazo y una estocada capón. Y un sexto con hechuras de cuatreño. Un quite de Dufau por delantales bien reunido. Y un toro violento a la hora de retratarse, que, distraído, arreó estopa y, domado, se paró. Faena de seca firmeza. Y un seco desplante de adorno. Muy original.

FICHA DEL FESTEJO
Seis novillos de Montealto (Agustín Montes), seriamente armados, de mucho cuajo. El 2º fue el de más entrega; el 3º, el más noblón; sin celo ni fijeza un bondadoso 1º y un incierto 4º; con genio el 5º; violento el 6º.
Thomas Dufau, de azul prusia y oro, de Mont-de-Marsan, nuevo en Madrid, saludos tras un aviso y saludos. Sergio Flores, de azul turquí y oro, saludos en los dos. López Simón, de rosa palo y oro, saludos y silencio.
Madrid. 14ª de abono. Tres cuartos largos. Bochorno.

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