sábado, 21 de mayo de 2011

DUODECIMO FESTEJO DE ABONO – FERIA DE SAN ISIDRO EN MADRID: Otra tarde feliz de Diego Ventura


Espectacular como de costumbre, fascina con dos de los grandes de su cuadra –Nazarí y Morante-, tumba sin puntilla sus dos toros y vuelve a salir por la puerta grande.
Nueva lección y pulso en la catedral del toreo entre Pablo Hermoso de Mendoza y Diego Ventura, este ultimo ganando la partida, tras cortar una oreja a cada toro que pasaportó esta tarde en el primer festejo de rejones del San Isidro 2011. Foto: EFE
BARQUERITO

EL GRAN TORO DE de la primera de rejones de San Isidro fue un cuarto del hierro de San Pelayo que salió galopando. Bohórquez lo esperó a porta gayola sin ceremonias y tuvo que correrlo por delante a modo. Contra costumbre, los tres primeros de corrida se habían cambiado con solo un rejón de castigo, y dos de ellos –segundo y tercero- se habían apagado pese a eso. Bohórquez hizo lo propio en ese segundo turno. Lo pagó caro, pues el toro, citado de punta a punta varias veces y con todas las ventajas para abrirse, se vino galopando con tantos pies que a Bohórquez le costó un mundo reunirse, fue imposible cuartear y tocó tocar las farpas casi con arco. Y sin hacer diana.

Cinco o seis intentos marrados, banderillas por el suelo. Y un caballo artista, que se llama Bohemio y, en corvetas y levantadas, es capaz de provocar a quien sea. Con dos pares a dos manos, y con el toro cerrado entre tablas y rayas, se salvaron los muebles. Un rejón de muerte delantero bastó. Pero se fue el toro casi tal cual.

Luego, estaba esa rivalidad ni soterrada ni candente que enfrenta a Pablo Hermoso y Diego Ventura, y que en Madrid –con ese público flotante de los sábados de feria- pareció vivirse muy ajenamente. Ganó Ventura. Aplomadísimo, el segundo de corrida, que Pablo toreó con extraordinaria calidad en el tercio de castigo –fue, seguramente, lo más puro de la velada-, no le dejó llegar con el rejón de muerte. Dos veces se soltó el rejón del gancho sin poder ni clavarse. No hubo muerte hasta el cuarto intento. Y por eso no contaron ni las lindezas de «Ícaro», el caballo mexicano que ya es autoridad mayor en la cuadra, ni las habituales galopadas de costado del famoso castaño «Chenel». Clavó Hermoso a estribo y arriba y se adornó con piruetas antes de matar.

Ventura no se complicó la vida para castigar de salida al tercero, y se hizo notar la diferencia con lo que había hecho Hermoso en el toro anterior. Pero en banderillas salió ese genial caballo «Nazarí» que en galopes de costado se deja llegar el toro lo indecible y el ambiente se volcó ruidosamente. Se batieron con fuerza las palmas de ganso, tan de moda en las corridas de rejones por alguna caprichosa razón. Para subrayar cites, reuniones y clavadas. Pidieron música los herejes. Y de pronto se paró el toro. Ventura sacó a «Distinto», un tordo que, veterano, no tiene el porte soberbio del resto de la cuadra. Hace su trabajo, aguanta en corto, espera, no ataca, sale de suerte sin aire. Ventura se adornó en desplantes de teléfono y agarró un rejón de muerte casi fulminante. Casi, porque todos los toros tuvieron muerte de bravo.

Bohórquez se eternizó con el rejón de muerte en el toro que rompió el fuego y que se movió con alegría. Un caballo interesante en la cuadra de Fermín: «Brasileño». Pero lusitano. Tordo. Nueve años. Hace más de veinte que Fermín debutó en Madrid.

Después de arrastrado el cuarto y durante la primera mitad de lidia del quinto sufrió un desmayo el ambiente. Bochorno. Kilos y kilos de pipas cascadas o cascándose, charlas de mujeres, que eran mayoría. Y un toro de una seriedad formidable, que estuvo a punto de saltar como buen murube, de un morrillo y cuello descomunales, con poca gana de pelea. Costó meterse con él. Hermoso sacó a un caballo «Pata Negra» que hace dos años estuvo a punto de morir en Las Ventas de una cornada terrorífica en la barriga, pero salvó la vida. Y aquí estaba cuarteando con alegría y arriesgando como si nada. Preciosas las reuniones en los medios de las dos últimas farpas. Una estocada trasera.

Y, en fin, el clásico fin de fiesta desmelenadísimo de Diego Ventura, que se tomó la cautela de ponerle al serio sexto dos de castigo y no uno, que se adornó a dos pistas con ese estupendo tordo «Revuelo», ataco con pureza cuando sacó a «Sueste» y que, en fin, puso a la gente de pie con un tordo llamado «Morante», y que no porque se llame Morante, sino por lo que sea, torea de maravilla. Y hace lo que nunca haría el Morante verdadero: pegarle mordiscos a un toro en el morrillo. ¿Está bien, está mal? A la gente le encanta. Después de los muerdos, Ventura se descolgó sobre el lomo del toro y, en el momento preciso, se fue a la barrera de sol para subir al estribo al caballo «Califa», que iba a matar a la primera y a redondear, por tanto, tarde y faena. Puerta grande.

FICHA DEL FESTEJO
Seis toros despuntados. Todos, del hierro de Carmen Lorenzo, salvo el cuarto, que fue de San Pelayo (hermanos Gutiérrez Lorenzo). Se soltaron sin divisa. El toro de San Pelayo, más bravo y entero que los demás, se vino espectacularmente arriba. Fueron nobles sin excepción. Pero el quinto, brusco, se fue a tablas. Se empleó con son al despabilarse el primero, se aplomó el segundo, se paró el tercero y tuvo llamativa fijeza el sexto.
Fermín Bohórquez, silencio y ovación. Pablo Hermoso de Mendoza, saludos en los dos. Diego Ventura, oreja y oreja. Ventura, a hombros.
Madrid. 12ª de abono. Lleno. Caluroso, casi estival.

No hay comentarios:

Publicar un comentario