VICTOR
DIUSABÁ
El Juli, Luis Bolívar y toros de las ganaderías
Ernesto Gutiérrez Arango, Mondoñedo y Juan Bernardo Caicedo dejaron este
domingo una estela de emociones en el cierre de la temporada bogotana. El Juli
coleccionó tres orejas, dos de ellas simbólicas, antes de pasar herido a la
enfermería por cornada limpia en la cara interior de uno de sus muslos,
mientras el local Luis Bolívar cortó dos orejas. La plaza registró más de tres
cuartos de entrada.
Una tarde redonda marcada por la emoción puso fin
a la temporada bogotana, en la que Julián López, cogido por el quinto de la
tarde, y Luis Bolívar se hicieron a los máximos honores.
La voluntad y disposición de los alternantes más
la exigencia de la mayoría de astados arrojaron un balance en el que si hubo un
gran ganador ese fue el público de la capital colombiana. Hubo siete turnos,
todos no exentos de transmisión de intensas sensaciones.
En el primero de la tarde, de Ernesto Gutiérrez
Arango, El Juli encontró movilidad de la contraparte en buena parte de la
faena. Más no, alegría. Por eso se vio obligado a apurar las embestidas hasta
sacar series que la afición premió con petición de oreja, concedida por el
palco.
El estreno en su vida torera de Julián López con
el histórico hierro de Mondoñedo tuvo ribetes de golpe a golpe. Un torero, El
Juli, dispuesto a no dejarse ganar la pelea y un toro, ese tercero de la
corrida, presto a no ceder un centímetro de sus terrenos. Los silencios de
respeto y los olés profundos signaron la lidia. El estoque frustró lo que pudo
terminar en algún trofeo.
La apoteosis, que prometía llegar, sobrevino en el
quinto, ejemplar de Juan Bernardo Caicedo, al que El Juli indultó tras labor
hecha, primero, de arte y mando, y luego en el suspenso de una cogida de la que
se levantó para seguir al frente del cañón. La plaza, loca, lo despidió cuando
se fue a la enfermería por puerta grande, mientras el ganadero apuntaba su
segundo pañuelo del perdón consecutivo en la Santamaría con este
"Lancero", número 833 de 485 kilos de peso.
Luis Bolívar dejó un listón muy alto en su
primero. El poder, el mando y el temple se conjugaron para sumarse a la emoción
de un tío de Gutiérrez con toda la barba. Al final, muletazos hechos con la
verdad de las cosas que se quedan en la memoria. Una oreja que pudieron ser dos
si la espada no cae un pelín desprendida y si, también, la plaza demuestra
mayor sensibilidad a la hora de exigir a la presidencia lo que era nada más que
justicia.
En el que le correspondió de Mondoñedo, Bolívar se
mostró dispuesto y valiente. El animal de las huestes de la familia Sanz de
Santamaría mostró más pies que acometidas e incluso terminó en los adentros.
Esfuerzo sin premio.
Y en el sexto, de Juan Bernardo Caicedo, no hubo
con qué. El toro se paró y no permitió lucimiento alguno. En el séptimo que
regaló, Bolívar sacó provecho de un ejemplar que se movió y tuvo fijeza y al
que despachó de la mejor manera para cortar un apéndice. / EFE
FICHA DE LA CORRIDA
Seis toros de tres ganaderías. Primero (con
movilidad y sin alegría) y segundo (bravo y encastado) de Ernesto Gutiérrez Arango. Tercero (bravo) y cuarto (manso) de Mondoñedo. Quinto (bravo y a más,
indultado) y sexto (parado) de Juan
Bernardo Caicedo. Se lidió un séptimo de regalo, de Mondoñedo, que tuvo
acometividad.
El
Juli (rioja y oro). Oreja, palmas
y dos orejas simbólicas. Espada contraria. Dos pinchazos, entera y dos golpes
de descabello.
Luis
Bolívar (azabache y oro). Oreja,
palmas, palmas y oreja. Espada desprendida. Pinchazo, entera y dos golpes de
descabello. Entera. Y entera.
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