PACO AGUADO
Basta con que alguien se ponga a trabajar con un
mínimo de criterio y dedicación para que se vayan consiguiendo puntuales, pero
significativas, victorias en defensa de la fiesta de los toros. Y es que, como
se ha podido comprobar a lo largo de la última semana, con una sucesión de
noticias positivas en ese sentido, la lucha sirve. Sea quien sea quien la
encabece.
En La Rioja, por ejemplo, el gran trabajo de los
aficionados de la Federación Taurina local ha llevado a que el parlamento
autonómico apruebe, gracias a la mayoría de escaños del partido Popular, una
Iniciativa Legislativa Parlamentaria que blindará la tauromaquia frente a los
ataques que también sufre en la región del vino.
Por su parte, los colectivos taurinos de la
Comunidad Valenciana han hecho dar marcha atrás a los antitaurinos de Compromís
que, en comandita con otros partidos afines, intentaban poner trabas al potente
engranaje de los “bous de carrer”, en este caso exigiendo una mayor y excesiva
dotación médica en cada suelta de reses para así encarecer notablemente su
organización.
Pero, por pura presión popular, con
manifestaciones incluidas a las puertas de las instituciones, los aficionados
valencianos han obligado a una cauta moratoria de la ley, haciendo que de ahora
en adelante los supuestos progres que se sientan en el parlamento autonómico se
midan cada vez que intenten legislar contra los toros, por mucho que envuelvan
sus intenciones en el celofán administrativo.
Algo así pretendían hacer también con la Venta del
Batán los muchachos de Ahora Madrid, o sea, Carmena y sus secuaces. Solo que,
presionados por el empecinamiento de Martín Arranz en su mediático pulso de
fuerzas con el ayuntamiento madrileño, no han tenido más remedio que tragarse
el sapo de mantener abierto el recinto de la Casa de Campo, justificándose en
la evidencia de que, sin mayoría en el pleno municipal, no pueden cambiar el
decreto que protege su uso taurino.
Y ya para rematar esta gran semana triunfal, el
Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, atendiendo el recurso
presentado por la Fundación del Toro de Lidia, dictó sentencia ayer mismo
contra el alcalde "verde" del ayuntamiento alicantino de Villena que
el año pasado impidió de forma caciquil que en su plaza de toros se celebrarán
espectáculos taurinos por tener "connotaciones negativas que no convienen
asociar al municipio".
Es decir, que enseñarles los dientes a los
políticos, salir del silencio y generar titulares de prensa, al revés de lo que
se ha hecho hasta ahora, arroja excelentes resultados contra una persecución a
la tauromaquia que seguirá gozando de total impunidad siempre que no haya reacciones
de los afectados tan decididas como estas. Por eso es importante estar alerta,
pendientes de cada arbitrariedad política que haya que contestar, para que los
ejecutores de esta nueva moralina no sigan creyendo que los ataques contra los
toros les generan más votos que su defensa.
Y, justo en ese sentido, es el momento de ir
pensando y preparando una estrategia bien diseñada de cara a las elecciones
municipales que se celebrarán en España el próximo año, en las que el mundo del
toro se juega muchísimo más de lo que pueda parecer en los que a simple vista
solo son unos comicios menores.
Conviene no olvidar que, más allá de la caída
económica provocada por la dilatada crisis, la tremenda reducción de festejos
en cosos menores de la última década se aceleró notablemente con la llegada a
los gobiernos locales de estos partidos dizque de izquierdas, que han eliminado
o dificultado la organización de espectáculos formales –con los populares no se
atreven- en las fiestas patronales de decenas de localidades.
Pero para romper esa tendencia nefasta no ha de
preocuparnos tanto el trabajo de estas nuevas formaciones políticas que
muestran claramente su antitaurinismo –todo apunta, además, a que perderán una
gran cantidad de votos– sino la peligrosa ambigüedad del resto de partidos
mayoritarios.
Esa postura indefinida y nunca manifestada con
honestidad es la que mantienen una facción del PSOE –donde conviven enemigos
declarados con taurinos confesos– y los emergentes y melifluos representantes
de Ciudadanos, que, como si el tema les quemara, prefieren abstenerse en sus
votaciones cada vez que se trata de defender el patrimonio cultural y el modo
de vida de millones de españoles, tal y como ha sucedido en los últimos casos
reseñados.
Es hora ya de exigir a estos partidos políticos
que declaren clara y públicamente, ya sea en sus programas o en una convocatoria ex profeso, su postura real
ante la tauromaquia. Si están a favor o en contra, pero nunca de perfil como
hasta ahora. Porque los aficionados y los profesionales de la tauromaquia, sea
cual sea nuestra ideología y contando, evidentemente, con el posicionamiento
frente a cuestiones sociales seguro que más importantes, también tenemos
derecho a saberlo. Más que nada para saber qué y a quién tenemos que votar.
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