VÍCTOR DIUSABÁ
El diestro francés Sebastián Castella se fue por
la puerta grande, tras cortar tres orejas en la cuarta de abono de la plaza
Santamaría de Bogotá. El festejo terminó en un obligado mano a mano
entre Castella y el torero español José Garrido, después de que el colombiano
Ramsés terminara con lesión ósea en el brazo derecho cuando lidiaba su primer
enemigo. Los toros de Ernesto Gutiérrez cumplieron, en términos generales.
Tarde de contrastes la cuarta del abono bogotano
con un claro triunfador, el francés Sebastián Castella, quien se fue a hombros
con tres orejas trabajadas tercio a tercio y suerte a suerte. Su primero fue
soso. Aparte, se quedaba corto en sus viajes, tanto en el capote como en la
muleta. El francés se puso firme y mandón para escanciar lo poco que había
dentro de su enemigo. Alguna tanda con la mano derecha logró trascender a los
tendidos.
Mejor versión aún resultó ser su exposición en la
faena al obligado segundo de la tarde, que debió afrontar luego del percance
sufrido por Ramsés, al intentar el diestro bogotano un cambiado de rodillas que
terminó en fractura del húmero. Ahí, ante un toro que no prometía, Castella
elaboró, con temple y pies firmes, una lidia que tuvo incluso raptos de arte y
series macizas de naturales con la izquierda. Oreja a ley y complacencia de una
plaza que le rindió tributo.
Y la carrera ascendente no paró en el quinto, al
que le cortó las dos orejas, luego de someterlo para concebir una obra en la
que, además de hilvanar las tandas de mano derecha se sobrepuso al viento
hostil que acompañó casi todas las suertes. Con cabeza y corazón, Castella se
hizo a la llave de la puerta grande y volvió a escribir su nombre en los anales
de la Santamaría.
No la tuvo fácil, o al menos clara, José Garrido
con el que abrió tarde. Mirón y con tendencia a medir cada viaje, el de
Gutiérrez terminó por sembrar desconfianza en el torero español.
El cuarto de la tarde se movió sin alcanzar el
galope de los buenos. Garrido lo fue metiendo poco a poco en su trapo rojo
hasta hacerlo romper, en especial con el pitón izquierdo. Las bernardinas del
cierre estuvieron marcadas por la sinceridad. La opción de un trofeo se evaporó
en el acero.
En el último no hubo química y las cosas tomaron
rumbos distintos para Garrido y para el del hierro caldense, hasta terminar en
abulia. / EFE
FICHA DE LA CORRIDA
Toros de Ernesto Gutiérrez Arango, bien presentados y de juego desigual. Con
posibilidades segundo, tercero bis (que sucedió a uno que se rompió de salida
un pitón) y quinto.
Sebastián
Castella (grana y oro): palmas,
oreja y dos orejas. Espada trasera y desprendida, más golpe de descabello.
Espadazo y golpe de descabello. Espadazo.
Ramsés (sangre de toro y azabache): pasó a la
enfermería con lesión en el húmero de su brazo derecho, luego de ser arrollado
por su primero cuando intentaba dar una larga cambiada.
José
Garrido (azabache y oro):
silencio, saludo y silencio. Espada desprendida. Dos pinchazos hondos y un
golpe de descabello. Tres pinchazos y media suficiente.
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