El
toricantano sale a hombros con el lote de más posibilidades y Miguel de Pablo
cuaja la actuación de la feria pero la malogra con los aceros.
GONZALO I.
BIENVENIDA
Valdemorillo
(Madrid)
Diario EL
MUNDO de Madrid
La liturgia en el toreo es sagrada. El toreo a
través de la liturgia se convierte en la reserva de valores olvidados por
nuestra sociedad. Unas normas que jamás se han escrito pero que han continuado
vivas gracias a la transmisión oral de generación en generación. El vestido de
luces, el paseíllo, la colocación en el ruedo y ceremonias tan solemnes como la
de la alternativa en la que el matador más antiguo 'cede' el primer toro al
nuevo torero y se simboliza con un intercambio de trastos.
Valdemorillo alumbró este domingo al segundo
matador de la Feria de San Blas 2018: Juan Miguel. El joven espada de Colmenar
de Oreja vio reconocido su esfuerzo con una puerta grande en un día especial
para su carrera. Porque por mucho que la alternativa sea un sueño que habita en
la mente de los incipientes toreros, nunca debe tomarse como en un fin en sí
mismo si no como un inicio de una trayectoria.
Precisamente el arranque de la vida taurina de
Miguel de Pablo (alternativa en 2014) se vio frenada en seco por la falta de
oportunidades. La tarde de este domingo reveló a un De Pablo preparado,
comprometido y con buen sentido del toreo. Al primer toro, un precioso jabonero
sucio, lo cuajó con la mano derecha en la faena más importante del ciclo de
Valdemorillo. Ya con el capote se había mostrado muy torero. La faena tuvo la
virtud de la distancia, la medida oportuna, la comunión de la entrega del toro
de Guadalmena y la firmeza de Miguel de Pablo. Toda la seguridad del torero de
Colmenar se vio desfigurada por un bajonazo.
En el quinto, Miguel de Pablo convenció por la vía
de la raza para someter al irregular toro que desarrolló violencia. Imagen
solvente de De Pablo que merece más oportunidades.
El toricantano Juan Miguel obtuvo una oreja de
cada toro de su lote. El primero tuvo bondad pero le faltó poder, motivo por el
que fue protestado en los primeros tercios. Durante la ceremonia el toro cogió
aire y recuperó fuelle. Embistió despacio y con humillación siempre que el
vuelo de la franela se lo exigía. Juan Miguel se mostró tranquilo, vertical,
seguro.
Al sexto le faltó humillación pero Juan Miguel se
adaptó a su condición con inteligencia y también fue premiado con una oreja. La
puerta grande le esperaba para iniciar con triunfo un duro camino, una senda
bella y llena de sorpresas.
Alberto Lamelas se encontró con el lote más
cargado y de menos opciones. La historia de lucha y superación de este torero
sigue sin encontrar la suerte de cara. Para una corrida con más garantías de
las que se suele encontrar tuvo que pechar con el peor lote de la tarde. El
primero por descastado y el cuarto por reservón y áspero.
GUADALMENA | Alberto Lamelas, Miguel de
Pablo y Juan Miguel
Toros de Guadalmena, de desigual presentación y de irregular juego: el 1º
tuvo clase pero le faltó fuerza, el 2º descastado, el 3º bueno, el 4º reservón,
el 5º bruto y el 6º sin humillar se dejó.
Alberto
Lamelas, de azul marino y oro.
Pinchazo y estocada (silencio). En el cuarto, estocada delantera. Aviso
(silencio).
Miguel
de Pablo, de blanco y oro.
Metisaca bajo (saludos). En el quinto, pinchazo y estocada. Aviso (oreja).
Juan
Miguel, de lila y oro. Pinchazo y
estocada (oreja). En el sexto, pinchazo y estocada (oreja).
Plaza de toros de La Candelaria. Domingo, 11
de febrero de 2018.
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