El
extremeño inicia este sábado en Vistalegre una temporada crucial en su carrera,
que Francia ha relanzado.
GONZALO I.
BIENVENIDA
Diario EL
MUNDO de Madrid
Emilio de Justo tomó la alternativa en el año
2007. Once años después es uno de los toreros que más le apetece ver a la
afición. Atrás quedan años en el banquillo, en el dique seco, en el olvido.
Temporadas duras en las apenas se vestía de luces. El desproporcionado castigo
que 'enterró' a un buen torero que vio con tristeza como le echaban un toro al
corral tras escuchar los tres avisos. La férrea vocación de De Justo no le ha
permitido tirar la toalla en estos años: "El toreo me ha puesto a prueba
pero mi afición la ha superado todo. Sentí que no podía caer más y en ese
momento decidí levantarme, luchar por lo que siempre he soñado. Me preparé como
si fuera a torear muchas corridas, viajé a Colombia donde me hicieron un hueco
en las plazas de la provincia, seguí llamando a la puerta de todos los
ganaderos para estar bien preparado. Ahora llega lo bonito pero también lo duro
y, soy consciente de que queda más lo difícil".
Vistalegre es el escenario donde se inicia la
remontada. El eco de los triunfos conquistados en Francia en las campañas
anteriores han ido calando en España y ahora Emilio de Justo afronta un camino
lleno de ilusión: "En 2017 toreé ocho corridas de toros, seis en Francia
-que ha sido dónde más cancha se me ha dado, dónde más me han apoyado- y dos en
España. Fue una temporada corta pero con triunfos que tuvieron gran repercusión
(Vic-Fezesac con toros de Palha, Mont de Marsan con adolfos, entre otros).
Desde que toreé la última corrida no he dejado de
prepararme en el campo y llego a Vistalegre con muchísimas ganas. Todavía me
queda todo por conseguir pero para mí estar en la situación en la que estoy
ahora es una recompensa a toda la dureza vivida".
En la plaza de Carabanchel se encontrará con una
ganadería que ha marcado la primera etapa de su carrera: Victorino Martín. El
extremeño confiesa que: "Siento un profundo respeto por la divisa de
Victorino, recuerdo cuando con 15 años iba de tapia a torear después de grandes
toreros como El Tato, José Luis Moreno, Padilla, Pepín Liria... En aquel
momento yo veía inalcanzable anunciarme algún día con esta ganadería en una
plaza de tanta repercusión como lo hacían ellos".
Además en los años duros, en la época ominosa en
la que 'nadie' se acordaba de Emilio de Justo siempre le llamó Victorino Martín
García para tentar en su casa: "El apoyo de Victorino hijo ha sido
fundamental para mí. Ha estado muy atento de mi evolución, me ha invitado a
tentar todos los años varias veces pese a que apenas iba a torear en la plaza
esos años. Dio mi nombre para algunas corridas de Monteviejo que se lidiaron en
Cáceres y después me hizo cumplir un sueño al enviar un toro de la 'A coronada'
en mi encerrona en Hervás, donde estoqueé mi primer toro de Victorino Martín.
El papel que ha jugado Victorino hasta ahora en mi carrera ha sido fundamental,
y espero que mi trayectoria siempre esté ligada a esta casa emblemática".
La historia de superación y de afición de Emilio
de Justo ha estado amparada por amigos, familiares y algunos partidarios que se
reunían en una taberna de Madrid que se llama La Esquina de Vinaroz, muy cerca
del Auditorio Nacional. El alma mater de ese rincón lleno de sabor y ambiente
taurino es Ubaldo Cano, un aficionado que se ha encargado de mantener viva la
carrera de Emilio cada vez que alguien del mundo del toro pasaba por la Esquina:
"Al principio me seguían muchos amigos, pero el toreo tiene verdad hasta
en eso: ahora sólo quedan los de verdad como lo es Ubaldo".
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