JOSÉ LUIS
BENLLOCH
El último hervor de la feria de Sevilla, tan
apasionante, tan duro para algunos, tan autopista para otros, de tanta y tanta
aglomeración de estrellas en los días grandes, ha coincidido con una serie de
actos de moqueta, glamour y política de los que duelen lo suyo o deberían doler
a la tauromaquia a poco que nos paremos a pensar. Los Goya mismamente, ¡qué
envidia! y no por la brillantez de los mismos -¡qué coñazo!- sino por su
capacidad reivindicativa, por la sumisión de la clase política que sigue poniéndose
pajarita y esmoquin para rendirles pleitesía y mucha subvención, ahí está el
quid de la cuestión -¡qué listos!-, en la subvención de unos y el oficio de
pedir de los otros, todo ello sin reparar en lo que le devuelven a la sociedad
y a cuánta parte de la sociedad alcanzan, sin pudor, sin que nada de ello les
parezca suficiente a los beneficiados. Siempre, todos los años, es lo mismo,
incluidos los protagonistas, supongo que elegidos por méritos propios pero
reiterativos hasta parecer una industria absolutamente endogámica, para que
luego digamos del mundo del toro, padres, hijos, sobrinos… no es que me cabree,
que sí, solo es envidia, mosqueo por la comparativa. Aprendamos. Unos tanto y
otros tan tiesos de cariño y ayuda. Es hora de que la gente del toro, ahora que
anuncian unidad y acción, tome ejemplo. Vamos detrás, pero vistos los primeros
resultados, esa reunión con el alcalde de El Puerto de Santa María es un buen
ejemplo/estímulo de lo que se puede conseguir a poco que persistan. De momento
los efectos de la reunión de El Puerto no ha ido más allá de una declaración de
buenas intenciones, buenas palabras, que deben ser precedentes de buenas
soluciones. Si hay diálogo, hay posibilidades. Fíjense en los del cine. De
momento toca esperar.
Los Goya ¡qué envidia! y no por la brillantez de los mismos
-¡qué coñazo!- sino por su capacidad reivindicativa, por la sumisión de la
clase política que sigue poniéndose pajarita y esmoquin para rendirles
pleitesía y mucha subvención.
El otro enredo de la semana es el de la ONU. No
tienen otra cosa que hacer. No hay niños a los que salvar, incluidos los niños
soldados y los que pasan hambre, no hay niños obesos en su entorno que opositan
a diario a todas las enfermedades coronarias, es como si no existiesen las
fosas del Mediterráneo, donde ni se sabe cuántos críos en busca de futuro
pierden el futuro y la vida misma, es como si los chiquillos no se afligiesen
con los telediarios que ellos no evitan o las películas de violencia pura y
dura, como si fuesen inmunes a los pistoleros que cuatro calles más allá de su
sede central entran en sus aulas a tiro limpio, pese a todo eso ellos se
preocupan de las posibles, ellos qué saben, influencias que puedan ejercer las
corridas de toros en la infancia. Es evidente que los animalistas y sus lobbies
de la industria de las mascotas, los anselmi del mundo entero, siguen haciendo
camino, como lo hacen los de la industria bélica o las grandes farmacéuticas.
Les agradecemos la recomendación a los señores del comité de la ONU, pero se la
pueden guardar, empleen medios e imaginación en tareas más nobles, más
necesarias y más urgentes para la sociedad y los niños. Aunque bien mirado,
tampoco hay que darle más importancia, dos líneas más adelante de su
recomendación dicen que no están contra la Tauromaquia. Es decir, dicen sin
decir, obedecen órdenes e intereses, simplemente. Lobby puro, apariencias que
minan.
También en la ONU. Es evidente que los animalistas y sus
lobbies, los anselmi del mundo entero siguen haciendo camino, como lo hacen los
de la industria bélica o las grandes farmacéuticas.
Que no nos amarguen. En compensación hemos tenido
la ceremonia de entrega de la Medalla al Mérito en las Bellas Artes a El Juli
de manos del Rey Felipe VI en el Centre Pompidou Málaga, un guiño a Francia, el
eslabón hermano y taurino con España. En el mismo acto estuvieron, también
galardonados, personajes de la cultura tan reconocidos como el diseñador
Lorenzo Caprile, el actor José Coronado, el guitarrista Tomatito, la poeta
Julia Uceda, representante de la Fundación Duques de Soria de Ciencia y Cultura
Hispánica, el bailarín Rafael Amargo, la actriz y directora teatral Magüi Mira,
el director de la New York University Madrid… ninguno de ellos podrá decir que
Juli, matador de toros, niño prodigio, crecido en lo más hondo del mundo del
toro, sea un mal ejemplo o tenga trauma personal alguno o sea un troglodita
inculto. Es más, si alguno de ellos tiene crisis de identidad o siente
desviaciones hollywoodenses que hable con Julián, se enterará de lo que es equilibrio,
entereza y calidad humana. Lo mismo podría decir la directora de la Compañía
Nacional de Teatro Clásico, Helena Pimenta; la pianista María Martha Argerich;
el editor Manuel Borrás; la arpista María Rosa Calvo-Manzano; el director del
Festival de Jazz de San Sebastián; Miguel Martín... Habrá que recordárselo a la
gente de la ONU, más trabajo para la Fundación. Dadas experiencias anteriores
es evidente que no nos podemos callar a riesgo de que nos sigan comiendo la
tostada. Don Felipe ha incidido en su discurso en la importancia del arte “nos
hace mejores, más sensibles, más unidos, más ilustrados, más críticos, más
libres”, pues por eso será el galardón de Juli, por eso mismamente.
“El arte nos hace mejores, más sensibles, más unidos, más
ilustrados, más críticos, más libres”, palabra de Rey... Por algo premiaron a
El Juli.
Con todo ello me había olvidado hacer referencia a
los carteles de Sevilla que adelantó nuestro compañero Carlos Crivell. Feria
muy al estilo de Sevilla, con lujo, con figuras, todas, apretadas, incluido
Juli, cuya ausencia de Valencia podía dar a pensar que tampoco estaría en
Sevilla tras el escenificado acuerdo Pagés / S.C. Felizmente estará. Lo que
pase de aquí en adelante se tendrá que ver, pero promete mucha tinta, no poca polémica
y resultados imprevisibles. O no tanto.
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