Ambos
espadas salieron en volandas tras el corte de par de apéndices, el primero tras
una actuación lucida mientras que el segundo logrando el indulto del más
completo ejemplar de Don Hugo Domingo Molina del envío, en la que Pedrito se
fue de vacío al igual que Colombo, ante toros a contraestilo.
RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Los toros de los hierros de Don Hugo Domingo
Molina son una carta aval de triunfo. Y ayer nuevamente lo ratificaron en la
lidia de un encierro dispar de presencia pero que en cierta parte dejó a los
espadas lucirse acorde a las condiciones de los bureles que salieron por
toriles. Del reparto, la mala fortuna se la llevaron un desangelado Pedrito de
Portugal, así como un lote a contraestilo y sin posibilidades para el taribense
Jesús Enrique Colombo, quien era esperado por los aficionados tras la encerrona
protagonizada en el marco ferial sancristobalence reciente, así como por su
triunfo en Medellín este sábado.
El rejoneador Francisco Javier Rodríguez ha dejado
estela de una de sus actuaciones más completas en este ruedo, y lo hizo frente
a un toro que abrió plaza que en parte le permitió explayarse a sus monturas en
terrenos poco propicios para el lucimiento. Sería una actuación meticulosa, milimétrica
en la colocación de dos rejones de castigo, para luego en banderillas dejar en
evidencia una cuadra solvente a las complicaciones del astado, siempre
esperándole en su querencia de tablas, distraído, reservando sus arreones a
terrenos donde tuviera el equino en su jurisdicción. Interesante planteamiento
que contaría igualmente con la entrega de un público expectante a lo realizado
por el jinete yaracuyano. El culmen de su labor vendría en el par de farpas
colocadas en bajos de sol, que levantó la ovación unánime de los presentes. El
certero rejonazo de muerte, ligeramente contrario, fulminante desató la
pañolada para que se le premiara con el par de orejas que le abría la anhelada
Puerta Grande, que bien vale en momentos difíciles para el rejoneo en nuestro país.
Pedrito de Portugal no ha tenido del todo su tarde,
explicado en sus anodinos trasteos que se despachó en ambos astados. Ante el
primero de lidia ordinaria lo más meritorio vendría en par de tandas en
terrenos de puerta de enfermería, donde el aquerenciado astado se había
refugiado, robándole muletazos de mérito, con la plasticidad que ha
caracterizado el toreo del veterano espada lusitano. Los tres cuartos de ración
toricida dejaron su labor en palmas. Pero lo acontecido en su segundo del lote,
a poco que nos hace dormirnos en la plaza. Demasiados espacios muertos entre
tandas, muchas vueltas ante un astado vencido en su escasa acometividad a los
engaños, apencado en tablas. Los dos viajes con el acero, además de un
descabello, fueron necesarios para silenciársele.
César Valencia por su parte saldría a la plaza con
la polvora de la emoción desde el minuto 1 de su labor. El saludo a porta
gayola fue clara demostración de intenciones para luego castigársele en su mínima
expresión al ejemplar, ni para una muestra de sangre, cuidándole las limitadas
fuerzas. El tercio de banderillas fue más emoción que ortodoxia, en especial el
recordado par de la silla de su recordado tío Bernardo, levantando las ovaciones
de los presentes. Por alto basó inicio muleteril, siempre buscando la conexión al
tendido en repertorio variado, sobre todo por la mano diestra, llevándole por
momentos con el temple y mando que quisiéramos verle más seguido a este joven
valor de la torería nacional. El feo espadazo pescuecero, tras resbalarse en la
cara del toro al momento de hacer “la cruz”, hizo que la vuelta al ruedo
premiada fuera merecido reconocimiento.
Pero quedaba en toriles el lavadito de cara «Quintero»,
un jabonero de una nobleza supina, el cual nuevamente cuidaría en varas para
lucirle en banderillas en otro tercio de gran calado a la solanera. Con la
muleta, el toro se vendría arriba, en series por ambas manos, en especial por
la derecha, en la que la variedad de pases a media altura aliviándole siempre, hizo
que la larga faena transcurriera y calara en el ánimo de los presentes. Las
ceñidísimas bernardinas de cierre fueron lo mejor, para luego insistir en el
indulto del animal, a pesar de la división de opiniones de muchos entendidos.
Fue elevándose la petición, a tal punto que finalmente remolonamente Usía
mostrara el pañuelo naranja, para júbilo de torero y ganaderos, así como la
mayoría de asistentes a la ambientalmente fría tarde en la que transcurrió
dicho trasteo.
Una pena que la suerte no le acompañe a Jesús
Enrique Colombo en los sorteos en lo que llevamos de verle por ruedos
nacionales. Nuevamente en su estreno como matador en esta plaza le ha
correspondido un lote de muy escasas opciones a lucimiento. El primero de su
lote duraría un suspiro en la poderosa muleta de Colombo, el cual había
protagonizado un espectacular tercio de rehiletes de manera formidable. Poco
duraría el gas de la casta y bravura a «Tovareño», quien en tablas hizo de este
su refugio para sacarle algunos muletazos.
La misma historia sucedió con el que cerró plaza. El
jabonero escurrido de carnes no le dio ni siquiera opciones de intentar por lo
menos sacarle partido por el derecho e izquierdo. Agarrado al piso, se limitó Colombo
a despacharlo de la mejor manera, de formidable volapié, en todo lo alto,
dejando sin puntilla a la res, palpándose entre los presentes ese halo de
impotencia que igualmente imaginamos pecharía el propio torero.
FOTO
LEYENDA
CÓDIGO
DE FOTO: RDV- PUERTA GRANDE 1.JPG
1.-
Puerta
Grande compartida la ofrecida por parte del rejoneador Francisco Javier Rodríguez
y César Valencia.
CÓDIGO
DE FOTO: RDV- COLOMBO 4.JPG
2.-
Colombo
dejaría sus grandes facultades y poderío con las banderillas. Una pena que la
bravura de sus toros no duraría en la muleta.
CÓDIGO
DE FOTO: RDV- VALENCIA 4.JPG
3.-
Interesante
juego en conjunto el ofrecido por «Quintero» de Rancho Grande, indultado por
Valencia.
FICHA DEL FESTEJO
Domingo 11 de febrero de 2018. III corrida
de la IXXL Feria de Sol 2018.
Con poco más de media plaza (aproximadamente
9000 personas) en tarde soleada con ráfagas de viento, se han lidiado toros de
la ganadería RANCHO GRANDE (1º, 3º, 6º y 7º)
y EL PRADO (2º, 4º y 5º) (Hugo Domingo Molina), justos de presentación, nobles
en distinto grado, que se vinieron a menos, destacando los corridos en 6º
lugar, de nombre «Quintero» N° 165 de 462 kilos de Rancho Grande, jabonero,
premiado con el indulto.
Pesos: 435, 445, 440, 437, 432, 462 y 450 kilos
FRANCISCO
JAVIER RODRÍGUEZ
(Chaquetilla negra a la usanza campera)
Dos orejas
PEDRITO
DE PORTUGAL
(Verde esmeralda y oro con cabos blancos)
Palmas y silencio
CÉSAR
VALENCIA
(Nazareno
y oro con cabos blancos)
Vuelta al ruedo y dos orejas simbólicas
JESÚS
ENRIQUE COLOMBO
(Nazareno y oro con cabos blancos)
Palmas y silencio
INCIDENCIAS: Destacaron en las banderillas Francisco
“Chico” Paredes en el 2º y en la brega Eduardo Graterol. Mención aparte la
seguridad con la puntilla de Eliecer Paredes en lo que va de feria. *** Francisco
Javier Rodríguez y César Valencia salieron en hombros.
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