sábado, 16 de abril de 2011

RAMÓN VILA: "Una persona no salva una vida sino un grupo de profesionales"

El cirujano de la Maestranza de Sevilla.

- ¿Cuántos años al frente de la enfermería y cuántos años en la Maestranza?
En la enfermería oficialmente 40 años, yo entré en el año 72. Después yo vengo a la plaza desde que era chico, venía con pantalones bombachos, ya que entonces no dejaban entrar a los niños con pantalón corto, toda mi vida allí.

- ¿Cuáles han sido los momentos más duros?
Depende de lo que se entiende por duro. Si son duros psíquicamente lo de la muerte de Montoliú y Soto Vargas. Nunca pensé que en mi plaza se podía morir un torero. Si me dices momentos duros sentimentales, el día que debuté ahí en el tendido 6, estaba toreando Paquirri en el año 78, y estaba yo solito, y la primera cornada que se me presenta fue la de los dos muslos, con lo que entonces era Paquirri, que era el número uno. Aquellos fueron momentos angustiosos. Y después momentos difíciles los de Curro Sierra, Pepe Luis Vargas, Lucio Sandín, Campuzano, Cardeño, Luis Mariscal, Jesús Márquez, Pepe Luis Vázquez, Morante...muchos, muchos.

- ¿Cuál ha sido su lucha a lo largo de su trayectoria?
Mi lucha ha sido formar un equipo que fueran buenos profesionales, pero sobre todo que fueran muy taurinos. A mí no me valía que fueran buenos profesionales en el hospital, donde he tenido ayudantes y profesionales fantásticos, pero no le gustaban los toros y no tenían el sentimiento taurino. Mi lucha ha sido conseguir un grupo de profesionales y taurinos muy unido, que sepamos cada uno lo que hay que hacer, que no tengamos ningún tipo de fronteras entre uno y otro, que vayamos todos a una y, efectivamente, lo he conseguido.

La actuación que hicimos, por ejemplo, el día de Jesús Márquez, que estábamos operando a otro torero, Espaliú, que le habían dado una cornada en la axila. Cuando entró Márquez se salvó gracias a que el equipo actuó como muchas veces habíamos ensayado, como un todo. Se quedaron los que tenían que quedarse con Espaliú, que al fin y al cabo la cornada no era del otro mundo, y nos volcamos con el otro y lo logramos salvar. Si no se nos muere en la enfermería, por que entró muerto.

- ¿Es aficionado ser aficionado para advertir la gravedad del percance?
Importante no, es fundamental. Al que no le guste el toreo no puede aguantar las 2 ó 3 horas de corrida. Pero la gravedad de los percances y las posibles trayectorias, eso se aprende a lo largo de los años. En mi caso, conforme fui adquiriendo conocimientos de lo que es los terrenos del toro, las distancias, las querencias, la preparación del torero, pues entones ya voy averiguando lo que puede pasar, y hay veces que ya me pongo de pie porque veo que puede pasar algo, una cornada o un revolcón. Después, cuando un toro levanta a un torero muy muy alto, se va a pegar un jardazo horroroso, pero no le habrá metido el pitón. Cuando le mete el pitón no lo levanta a penas del suelo y le da la vuelta, entonces ya vas con la idea.

- ¿Cuántos partes de fallecimiento ha firmado?
He firmado tres, y te preguntas si sólo han muerto dos toreros, cómo han sido tres. El primer muerto que entró aquí fue en el año 85, cuando un señor mayor al abandonar la plaza tuvo una terrible caída y tuve que firmar el certificado de defunción. Nosotros tambíen estamos para eso, una de las mayores glorias que yo tengo es haber salvado 3 infartos de miocardio gordísimos en una enfermería. Si no está la enfermería preparada como esta, y no tengo un internista, normalmente se hubieran ido al otro barrio. Los dos toreros fallecidos fueron Montoliú y Soto Vargas, los dos en la misma temporada.

- ¿Cuál ha sido la cornada más espectacular?
La más espectacular fue la de Franco Cardeño, aquella fue espectacularísima, aquella cara abierta...pero después resultó no tener lesiones graves, eran lesiones estéticas y no tuvo problemas. La de Lucio Sandín también, aunque el público no se percató, que llevaba el ojo en la mano. A Montoliú no lo cogió por el pitón izquierdo que es donde tenemos el corazón, lo cogió por el derecho, desde el costado y se lo sacó por encima de la clavícula. En medio está el corazón y lo abrió como un libro. Esa es una muerte que no se puede resolver en ningún lugar del mundo, eso es una muerte instantánea, en la arena. Soto Vargas fue distinto, tenía dañada la aurícula derecha, lo intentamos reparar, estuvimos luchado, pero no se paró el corazón, lo que se paró fue el cerebro.

- ¿Ha lamentado alguna vez no haber estado en Pozoblanco aquel fatídico día?
Ahí tengo yo, desde aquel entonces, sentimientos contradictorios. Por un lado me hubiera gustado estar porque se moría un amigo mío, el más amigo que yo he tenido en el toreo. Pero, por otro lado, no me hubiera gustado estar porque se me hubiera muerto a mi. Yo soy consecuente con que una persona no salva nada, tiene que ser un grupo de profesionales y que tengan los medios medio adecuados. Yo me preguntaba, y si yo estoy allí, sí Paquirri confiaba mucho en mí, yo lo trataría como lo mejor que tuviera, pero si no lo tengo, se me hubiera muerto a mi, y entonces sí que no me lo hubiera perdonado en mi vida. Por eso en el fondo me alegré de no haber estado allí, porque con los medios que había, por mucho que quisiera, esa cornada de Paco era muy difícil de reparar, tremendamente difícil, porque estaba metida dentro del abdomen y había que abrir el abdomen...faltaban medios, porque faltaban en todas las plazas del mundo.

Dije por aquel entonces, ojalá la muerte de Paquirri sirvan para que mejores las enfermerías, y sirvió. Se formó un tremendo revuelo, y la administración y los estamentos taurinos empezaron a tomar conciencia. Ahora ya a los pueblos va un equipo médico adecuado, va una UVI móvil, tiene medios para poder resolver una vida en un momento determinado. Los traslados pueden hacerse más rápidos, hay ya helicópteros de servicio público que pueden ir a recogerte, y entonces, en el año 84, no había nada, una inmunda carretera en medio de una sierra y a tirar "p´adelante". En aquella época las ambulancias era para el transporte de heridos, lo metían en la camilla y a huir, todo lo más que había era un suero, hoy día es otra cosa. Van en una UVI móvil y van atendidos por profesionales, van entubados, con un respirador, con colchones neumáticos que te anulan toda la hemorragia de un golpe. Hoy día ha variado mucho la cosa, hoy día está bastante mejor.

- Estamos viviendo temporadas muy sangrientas, a qué puede ser debido.
Las temporadas son poco sangrientas, en el sentido del número, de cantidad. Hace tres años, en el 2008, no nos pusimos los guantes en toda la temporada. Y hay ferias que se pasan sin un solo percance, eso antes no pasaba, en una feria había 30 ó 40 heridos muy fácil. Eran heridas pequeñas, que se resolvían rápidamente, había tres o cuatro en un día. Esto es porque los toros se movían más, porque tenían menos edad, los toreros no tenían la técnica que tiene hoy día, etc. Lo que pasa es que como el toro de ahora es de mayor edad, pues el toro aprende y cuando te coge sabe lo que tiene que hacer. Fíjate lo que le hizo el toro a Mariscal, en un pis pas le metió el pitón 3 veces.

- ¿Es la de Luis Mariscal la cornada de más destrozos que ha atendido?
La que más destrozos en el sitio en que se la dio, porque si te mete el pitón en la barriga, por dentro te puede hacer un daño horroroso. Pero en un muslo, cinco agujeros así abiertos en canal como si fuera bocados de león, yo no lo había visto nunca. Ni lo volveremos a ver. Ni él, ni nosotros viendo los videos, ni siquiera los grandes profesionales saben cómo se pudieron producir aquellos cinco agujeros. Una cosa increíble.

- ¿Cuál es el motivo principal de la decisión de su retirada?
Lo que yo quiero es ver una obra que empecé hace 33 años a crear que esté lo suficientemente hecha y que tenga la suficiente capacidad como para llevar adelante lo que hemos llevado entre todos. Entonces qué mejor demostración que yo deje esa jefatura, la coja otro y que siga funcionando igual.

- Háblenos del Dr. Mulet, su sucesor.
Octavio es un cirujano joven, 46 ó 47 años, que entró hace 20 años, que venía a ver los toros y empezó a colaborar aun no siendo del equipo y que a los tres o cuatro años entró en él, de último. Y ahí empezó su carrera, y como él es brillante como cirujano, una persona muy técnica, muy profesional, muy estudioso y que ha recorrido muchísimos sitios y es muy reconocido en Sevilla, pues llegó el momento, y además tenía edad como para hacer un largo recorrido. Mi mano derecha siempre fue el Dr. Guzmán, que tiene pocos años menos que yo, hablé con él y le expuse que lo normal es que fuera él, pero lógicamente si queremos pensar en un futuro Octavio era la mejor solución. Pero seguimos todos, en nuestro equipo no hay una jefatura jerárquica.

- ¿Sentirá algo especial el próximo Domingo de Resurrección?
No creo que tenga ninguna sensación especial. Voy a venir a los toros y me voy a sentar en el mismo sitio, y si mi equipo me necesita pues ahí estaré, aunque sea para recoger las gasas del suelo. / CARLOS J. TREJO / www.burladero.com

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