sábado, 30 de abril de 2011

José I dispuso que rebajaran las corridas el 50 %, y gratis las novilladas

Pepe Botella, dispuso que hubiese en su breve reinado los domingos dos corridas, una por la mañana y otra por la tarde, pero no llegaron a celebrarse más que unas cuantas en dos años.
SEVILLA.- El monarca francés José Bonaparte, que reinó brevemente en España como "José I", amigo de la francachela, el flamenco y los toros, y obsesionado por complacer al pueblo, dispuso que las entradas a las corridas se rebajaran el cincuenta por ciento, y las novilladas se dieran gratis.

Así se refleja en "Los toros de Bonaparte", un curioso y desconocido volumen histórico que acaba de sacar al mercado la editorial sevillana Extramuros, en edición facsímil. La obra contiene infinidad de documentos, con precios, presupuestos y detalles de todas las corridas celebradas en la corte napoleónica, lo que cobraban los toreros y hasta el último empleado.

"Los toros de Bonaparte", del archivero madrileño Higinio Ciria y Nasarre, es un volumen de casi quinientas páginas que no se había reeditado desde su primera impresión en 1903. Se trata de una completísima reseña de la afición del monarca francés por los toros y por dar gusto al pueblo, con los datos, precios, corridas e incidencias de todo lo que pasó en la tauromaquia entre 1808 y 1811 en la España ocupada.

El autor, Ciria y Nasarre, de marcado carácter conservador, trata con suma saña a los afrancesados y las costumbres del "Rey don Pepe Botella". La única edición de este libro se realizó en la imprenta madrileña Ducazcal, en 1903. Y nunca después se ha vuelto a editar, hasta esta edición, que además, tiene el valor añadido de ser facsímil de aquella.

El libro cuenta con un amplio prólogo en el que destaca la referencia a las memorias de Víctor Hugo, en España entonces, pues su padre, el general Abel Hugo, fue gobernador de los Bonaparte en distintas capitales españolas. Se centra, sobre todo, en la disputa de si fue el francés o "El Deseado" quien reconstruyó la plaza de Casa Puerta, a las afueras de la puerta de Alcalá, para dar los toros que antes se daban en la Plaza Mayor de Madrid.

También se detallan en el texto -con la transcripción de cartas originales- cómo se ordenaba al prefecto de Sevilla buscar a los toreros, medios espadas, picadores y banderilleros que allí había en abundancia y enviarlos a las corridas de Madrid. Se les reclamaba a los mejores, los sevillanos Curro Guillén y el gitano Juan Núñez "Sentimientos", Jerónimo Cándido, de Chiclana, y José Romero, de Ronda. Y a los picadores, los más importantes en la época, como Francisco Rivilla, Cristóbal Ortiz, Sebastián de Rueda o Luis Corchado. Este último, cordobés, no llegó a ir a las primeras corridas alegando que al llegar a Bailén le avisaron de que había partidas que los iban a asaltar y se volvió a Córdoba.

Los prolijos detalles de cifras que se aportan son todo un material histórico para la tauromaquia. "José I" dispuso que hubiese los domingos dos corridas, una por la mañana y otra por la tarde, pero no llegaron a celebrarse más que unas cuantas en dos años. Eso sí, solían lidiarse trece toros y los matadores más valientes mataban siete u ocho y apenas lanceaban a uno de ellos.

Por imposición de su hermano, el invasor Napoleón Bonaparte, a "José I" le cedió el trono Carlos IV con la conformidad y anuencia de su hijo y heredero Fernando VII, el que posteriormente sería conocido como "El Deseado".

Una maniobra que en principio parecía tan fácil, sin embargo, tuvo la oposición de los órganos de poder de la época, como eran el Consejo de Castilla, la Junta Suprema Central y, cuando se constituyeron, las Cortés de Cádiz, las que alumbrarían la popular Constitución conocida como "la Pepa". Todo este contexto fue el desencadenante de la Guerra de la Independencia, cuya mecha prendió el 2 de mayo de 1808 en Madrid, dos meses antes de que Bonaparte accediera al trono, que ocupó hasta junio de 1813, un año antes del fin de la contienda. / EFE

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