En los años 60´s se inauguró la Plaza La Luz en León, se daban corridas en el mes de enero. Era tanta la afición de un grupo de jóvenes que vivíamos en Guadalajara, que de la mano del gran taurino Alberto González "Rolleri", nos trasladábamos a la ciudad de los Aldama para ver a las figuras de la época: Joselito Huerta, Manuel Capetillo, Alfredo Leal, Juan Silveti, Juan García "Mondeño", Joaquín Bernadó y Jaime Rangel, entre otros. A más de las hazañas taurinas, que no fueron pocas, me impresionaron los "aficionados" que bebían en exceso y arrojaban desde lo alto de la plaza ladrillos al ruedo, y la policía, que me confiscó una "bota", porque contenía alcohol. Una tarde vimos a un hombre moreno, alto, de rasgos recios, de gran porte, algunas canas, fino sombrero; la gente en las afueras de la plaza le daba el paso, y dibujaba una sonrisa a quienes le saludaban, era Rodolfo Gaona, el primer gran torero de la tauromaquia mexicana, tenía 75 años. Contaré pues, algo de lo que en aquel tiempo leí y que he estado revisando. Creo que las generaciones nuevas, que no podrán tener una visión cabal de la más bella de las fiestas bravas del siglo XX mexicano, sin conocer a este formidable personaje, quien cuenta con una amplia bibliografía y múltiples fotografías, como la del célebre "par de Pamplona", en la que vemos al maestro -vestido de plomo y oro- colocando al toro "Rodillero" del Marqués de Saltillo, en la segunda corrida de los "San Fermines", el día 8 de julio de 1915-. ¡Un par prodigioso e inigualable!.
Nació en 1888, de padre navarro y madre indígena, dentro de una familia de escasos recursos; conoció el oficio de curtidor y un puñado de jóvenes lo llevaron por los campos a varias capeas. Un banderillero español, Saturnino Frutos "Ojitos", de la cuadrilla de Ponciano Díaz, lo descubrió y como el madrileño no pudo comprar el ganado para llevar a Cuba, creó una escuela taurina, donde Gaona aprendió el manejo de las telas y el metal. Para las primeras no tendría rival en una tarde de gloria, para el segundo era más eficaz que diestro. Con el capote era elegante, con un gran juego de brazos; con la muleta, como dice Vicente Zabala, requería que "el toro colaborara". Se presentó en la plaza de El Toreo de la Condesa en 1907- inaugurada ese año- y se embarcó a España, con 122 novilladas toreadas aquí, en busca de la alternativa. Pese a que corría su fama, Madrid no le abrió las puertas, se doctoró en Tetuán de las Victorias, su triunfo le abrió la capital donde confirmó su alternativa con el toro "Gordito" de González Nandín. Se presentó en Vistalegre al lado de Machaquito, Vicente Pastor y Bombita. Volvió a México, exitoso: "las campanas de León tocan a gloria". Gaona le brindó un toro al don Porfirio y él se llevó un buen billete. Volvió a España y durante cinco temporadas compitió con las grandes figuras del momento, Gallito y Juan Belmonte, aunque su auténtico rival era Joselito, éste le hizo la guerra sucia. En la postinera corrida del Montepío de 1915 alternaron los tres y fue tal el éxito en el tercio de banderillas del segundo, -Gaona compartió con Joselito-, que el público gritaba "¡los dos solos!", lo que provocó que Juan Belmonte hiciera con el sexto de la tarde de Concha y Sierra, la que se considera la mejor faena de su vida. Sólo para tener una idea de las avasalladoras campañas de Gaona, en España señaló que en 1909 toreó 42; en 1910, 46; en 1911, 71 y en 1912, 85. Al no poder torear en México por la prohibición de la fiesta por Carranza en 1917, viajó a Lima, su arte convenció plenamente y deslumbró su facilidad con las banderillas. Colocaba pares de poder a poder y sesgaba por dentro. Reanudada la fiesta en 1920 en la capital, Gaona tuvo sus momentos cumbres ("Sangre Azul" y "Revenido" de Piedras Negras, "Faisán" de Atenco, -cuatro muletazos sentado en el estribo-, "Pavo" de Zotoluca) alternando con Ignacio Sánchez Mejías (son épicos los pleitos del Califa con el sevillano quien le hizo un quite y Gaona respondió "de ti no quiero nada"), Ernesto Pastor, Juan Silveti ("el hombre de la regadera"), Juan Belmonte, Marcial Lalanda y Luis Freg.
Gaona mantuvo una brusca pelea con el quinto de la dinastía de los Gallitos, Joselito, y a decir verdad no desmereció, mas cuando surgió Juan Belmonte, terremoto en el arte de torear, Gaona pasó a un respetable segundo lugar ante la pelea en los ruedos de Joselito y Belmonte. Gaona es conocido por una suerte con la capa, cuya creación es de su maestro "Ojitos", aquella de "frente y por detrás", pero Gaona le impuso su personalidad y la difundió por el mundo.
Como figura pública, Gaona estuvo envuelto en varios escándalos, el suicidio o muerte de una mujer en un burdel, el matrimonio con una actriz, Carmen Ruiz, "ella de blanco, el de negro con chaqueta corta y camisa blanca bordada y botonadura de brillantes, sin corbata", con quien rompió prontamente y ella se lió con el Rey Alfonso XIII.
Su despedida en "El Toreo" el 12 de abril de 1925, fue acontecimiento nacional, ("Después de ti, nadie"), vestido de blanco y oro, se soltaron palomas, globos y serpentinas y Gaona recurrió al obsequio, "Azucarero" de San Diego de los Padres. (cuatro pares de banderillas, dos al cambio, uno de poder a poder y uno cuarteando. Pinchó y no recibió trofeo). Gaona, con sus enormes facultades llevó el toreo mexicano a España, aunque impregnado por los maestros que aquí habían ya venido. Allá, fue el nudo entre el Gallo y Bienvenida, aprendió de Joselito y trajo la revolución belmontista. Conjugadas esas artes y escuelas bajo su recia personalidad, creó, apasionadamente, el sentimiento mexicano del toreo. Esa "sensual cadencia" que primero con Pepe Ortiz, y luego con Armillita, El Soldado, Garza y Silverio, dio a México, la primera "Epoca de Oro".
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