Pero el indulto no concita opinión unánime en el sector torista de Arles. *** Tarde de alternativa del arlesiano Tomasito Joubert marcada por el infortunio de una cornada.
Brillante tarde de El Juli en Arles ante el bravo “Pasión” del hierro de Domingo Hernández indultado en la primera corrida de la Feria de Arles. Foto: EFE |
FICHA DEL FESTEJO
Viernes, 22 de abril de 2011. Arles (Francia). 1ª de la Feria de Pascua. Más de tres cuartos. 10.000 personas. Nublado, destemplado, lluvia de calabobos en los dos últimos toros. Al final del paseíllo, un minuto de silencio en recuerdo de Juan Pedro Domecq con las cuadrillas destocadas y el público en pie.
Cuatro toros de Garcigrande (Concha Escolar) y dos de Domingo Hernández, jugados de segundo y tercero. Corrida de buenas hechuras, en tipo y peso, y de variado juego. Indultado el segundo, que, suelto de salida, empujó en dos varas y se empleó con ritmo en la muleta. Una minoría protestó el indulto. El primero, de excelente estilo, y el quinto, bravo de cierta correa, fueron también de buena nota. El tercero no se dio; el cuarto, bien toreado, acabó entregado; el sexto, que se empleó en el caballo, tuvo su recámara.
El Juli, de carmín y oro, dos orejas simbólicas del segundo, indultado, saludos y gran ovación en el sexto que mató por cogida de Tomasito. José María Manzanares, de violeta y oro, ovación tras un aviso y oreja tras un aviso. Thomas Joubert, Tomasito, que tomó la alternativa, de blanco y azabache, saludos tras dos avisos y herido grave al iniciar la faena del sexto.
BARQUERITO
LA PASCUA TAURINA de Arles empezó con un sentido minuto de silencio en memoria de Juan Pedro Domecq. Luego, se lidió una corrida de encaste juampedro puro y directo. De la familia Hernández Escolar: cuatro, con el hierro de Garcigrande, y dos, con el de Domingo Hernández. Para uno de estos dos, segundo de corrida, de tipo, línea y pinta diferentes, chorreado en verdugo, más estrecho que ancho, de finos cabos y ligeramente montado, se pidió el indulto.
El Juli ejerció de intencionado cómplice sin disimulos: le gustó el toro, como si lo tuviera apuntado de antemano, y, aunque se le fue suelto del capote hasta tres veces, lo lidió con sobria paciencia; le consintió abrirse porque sentía que iba a volver, dejó que Salvador Núñez pegara un perfecto puyazo arriba –y apretó de bravo el toro-, se inspiró en un precioso quite por chicuelinas, tres, de manos bajas, media a pies juntos y larga cordobesa de remate; y, después de banderillas, se entregó en una faena muy de su firma: sin más tiempos muertos ni más pausas que los estrictamente precisos, de tener en la mano el toro desde la primera a la última baza, de templarse por abajo y por las dos manos sin perder pasos, de codillear en acordeón para tirar del toro soltándolo apenas, de librarlo a su antojo pero sin dejar de darle cuerda.
Las banderas del arranque, la elección de terrenos y distancia, los enganches más que los toques, la abundancia, el sentido para anticiparse a cada gesto del toro en señal de seguro gobierno. Y las variaciones del repertorio mexicano, que provocaron delirio mayor que la biblia clasicista: el circular cambiado por la espalda ligado a un pase de las flores y, al rematar el de las flores, el cambio de mano por delante para coser con él dos muletazos con la zurda y abrocharlos con el de pecho. Parecía la concha de un caracol. Muy despacio El Juli, descolgado de hombros. Esa magia la hizo dos veces y casi seguidas, y la plaza vibró de verdad. Arles es territorio Juli.
La estrategia del indulto fue de rápidas ideas: dos o tres gestos. Uno de ellos fue dejar al toro suelto, que, ¡ay!, se quiso ir a tablas. Como en el gran circo de Arles los toristas tienen voz y voto, la idea del indulto provocó opiniones encontradas. Se oyó tanto el “¡Indulto…!” como el “¡Mátalo, Juli!”. El palco se lo pensó mucho. Al fin asomó el pañuelo naranja. Y los dos pañuelos blancos de las orejas simbólicas. El Juli quiso sacar al ganadero a dar la vuelta al ruedo con él. Se negó el ganadero.
Ésa no fue la única historia mayor de la corrida, que dio, aparte del indultado –“Pasión”, número 73-, dos toros de nota: en bondad, el primero, con el que cumplió firme, fina y dignamente en su alternativa Tomasito Joubert, y en bravura un punto tormentosa el quinto, que cobró hasta tres puyazos y arreó con la seriedad propia de la casta de fondo. A este quinto lo mató Manzanares casi por arriba de estocada de gran ejecución y luego de una faena muy chillada, de desigual dibujo, no ligada, atrevida, testaruda, reiterativa y tan larga que sonó un aviso cuando entraba la espada.
Más cosas hubo, y una muy desdichada: el sexto, que se arrancó suelto de largo, se llevó por delante a Tomasito cuando trataba de colocarse para un cite cambiado, lo cogió de lleno y le pegó una cornada en el muslo. El Juli se peleó con hombría con ese toro, que fue el más áspero de la corrida pero no lo pareció en sus manos: engaños bajos y, al final, toreo de castigo de categoría.
El Juli le pudo con notable suficiencia al cuarto, que tuvo no poco que torear, pues se le metió por abajo en el trajín de capa y lo desarmó, y se le acostó tres veces por una y otra mano. El Juli lo metió en el engaño, lo sujetó y lo acabó toreando hasta con primor. No hubo fe ni acierto con la espada.
El tercero, mansito, reculante y bruscote, fue el peor de los seis. Un punto eléctrico Manzanares en larga faena que también recibió el castigo de un aviso. Y una estocada desprendida pero cobrada con excelencia.
POSTDATA PARA LOS ÍNTIMOS.- Arles: a ratos llueve; a ratos, sol de verano que pica; de pronto, el viento de levante; pólenes de plátano; los turistas se hacen fotos en el pórtico de San Trófimo, que es una de las siete maravillas del universo (no exageras un poco, Barquero...?). Muchos españoles por la ciudad. E italianos. ¡Y rusos!
El Juli, como suele. Manzanares, tenso. Joubert va camino de quedarse en anécdota. Mala suerte: cornada el día de la alternativa. Eso lo superó Paquirri. No sé si decir Paquirri padre ahora que el apodo ha sido legalmente usurpado. ¿Alguno más? Seguro que Robert Ryan y Benjamín Bentura conocen casos. No cientos, pero tres o cuatro. Echo de menos el canto triste de las chovas. Luna llena, Viernes Santo. Mañana dan agua a manta.
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