En la undécima de Feria se
lidiaron los toros de Torrestrella, tan nobles como apagados. El mejor fue
Padilla en el segundo. El Cordobés se dio una vuelta al ruedo por su cuenta y
El Fandi anduvo bien en los primeros tercios.
CARLOS CRIVELL
Fotos: EFE
Fue la clásica corrida del sábado de la Feria. Es decir, ese
día en el que la plaza se llena de un público alegre y confiado que acude a
divertirse a toda costa. Según los antecedentes había que estar muy atentos a
la corrida de Torrestrella, castigada por las figuras y colocada en este
festejo donde muchos aficionados se ausentan de la plaza. Este año no fue la
misma corrida que la tantas veces premiada hace un año. De impecables hechuras
y nobles, casi todos los toros se apagaron en el último tercio de forma
llamativa.
Es cierto que se agotaron más los que fueron sometidos a las
carreras de los tercios de banderillas de Padilla
y El
Fandi, pero la impresión es que Álvaro
Domecq quiere que las figuras vuelvan a reclamar sus toros. Me parece que
le ha echado un poco de agua al vino.
Los toros fueron un dechado de nobleza. También acabaron
como marmolillos pegados al albero, boquiabiertos, sin posibilidades de
embestir al trapo. No fue la misma corrida. Si se la cuida más en el tercio de
varas, más todavía como se hace en las corridas de las figuras, los de Torrestrella
serán reclamados para las corridas de fuste. No cabe mayor nobleza. Eso sí, una
nobleza sin casta.
La gente so lo pasó bien, como siempre en estas ocasiones.
Como norma general, los espadas se llevaron a las reses a los terrenos de sol.
Ahí El
Cordobés no disimula. Se los lleva un banderillero a la solanera. No le
importó que pidieran el centro del ruedo. Al sol, que es la parcela en la que
su toreo es mejor entendido.
Manolo Díaz va a
lo suyo. El sobrero que mató en primer lugar, de nobleza extrema, fuerzas
mínimas y cara alta, le permitió instrumentar seis tandas de muletazos por
ambos pitones, que remató con los saltos de la rana sin cortarse un pelo. Fue El
Cordobés en estado puro. Tan puro que cuando lo remató aprovechó unas
palmas de la solanera para dar una vuelta al ruedo sin encomendarse a nadie.
Genio y figura.
Ya lo del cuarto tiene menos explicación. El toro, ancho de
sienes y aparatoso, embistió con nobleza a su muleta cuantas veces lo provocó.
Infinidad de muletazos sin apreturas y metiendo pico sin gracia ni contenido.
Es decir, lo ya conocido de este simpático hombre.
En la bulla de la corrida hubo un torero: Juan José Padilla. Después del
accidente torea mejor con el capote. Así se expresó en las verónicas al segundo. El galleo de frente por detrás le salió
bordado. Después de las banderillas, el de Jerez se templó en tres tandas de naturales dignas de un artista. Ante un
animal aplomado, dibujó pases de bella factura. Esa condición del toro impidió
mayor ligazón en el tramo final. Ese mismo detalle fue determinante para que la
plaza no pidiera con mayor fuerza la oreja.
Con el quinto colocó dos soberbios pares al quiebro.
Perfectos. El burraco era una
estampa, pero también se agotó pronto. Padilla
lo intentó por todas partes, incluso llegó a ponerse pesado. En una corrida con
bulla en la plaza y en el tendido, el jerezano puso la nota de seriedad torera.
Ver a El Fandi en la plaza los sábados de
la Feria es como el día de la marmota. Esta corrida ya la habíamos visto. O
quizás no, porque aunque pueda parecer extraño el granadino no fue el torero de
siempre. No faltaron sus lances variados en los quites, las largas en el tercio
ni sus banderillas. Colocó cuatro pares en el tercero. Se lo pidió el público
de sol. El torero, muy mal vestido con un terno de opereta, estuvo poco tiempo
en la cara del toro con la muleta. El animal era un dechado de sosería, pero el
espada acabó pronto y tiró por la calle de en medio después de haber brindado a
la plaza.
Y con el sexto, repetición de la jugada. A pesar de que Fandila parecía lastimado realizó un
tercio tan portentoso de facultades como impuro por la forma de clavar a toro
pasado. El último, con la ayuda de un sombrero de ala ancha que le sirvió para
volver a brindar. Al final, lo de siempre. Torero que da pases a un toro que no
puede con su esqueleto. Así, un año y otro.
No creo que Álvaro
Domecq esté satisfecho de su corrida, pero seguro que las figuras se la
piden ante tanta nobleza pajuna como la de su corrida sevillana.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Maestranza. Sábado, 20 de abril de 2013. Undécima
de feria. Casi lleno. Toros de Torrestrella,
incluido el sobrero 1º bis, en general bien presentados, nobles y muy apagados
en el último tercio. El mejor, el 4º, cinqueño como el 3º, que embistió mucho
con nobleza.
El Cordobés, de avellana y oro. Estocada caída (vuelta
por su cuenta). En el cuarto, estocada trasera (silencio).
Juan José Padilla, de obispo y oro. Estocada trasera (ovación
con saludos). En el quinto, estocada (silencio).
El Fandi, de grana y azabache. Estocada corta
trasera (silencio). En el sexto, dos pinchazos y media estocada (silencio).
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