La sexta de la Feria de Abril
tuvo un protagonista excelso en la figura de Morante de la Puebla, que dio un
curso insuperable de toreo con el capote, aunque también hubo brillo con la
muleta. Castella, muy entregado y Talavante, con el lote mejor, con ganas pero
sin aprovechar al excelente sexto.
CARLOS CRIVELL
www.sevillatoro.com
Fotos: EFE
No fue una sorpresa. O tal vez sí. Que Morante esculpiera el toreo más bello del mundo no es ninguna
novedad. Lo que superó las previsiones fue cómo toreó ayer con el capote este
genio de La Puebla. Una vez admitido que ahora mismo nadie lo hace con tanta hondura
y belleza, Morante dio un paso más
adelante para crear una estatua al toreo de capa, porque fue capaz de parar el
tiempo con sus verónicas, medias y chicuelinas. No cabe soñar un concierto
más completo de lances. La plaza de toros saltó movida por el poderoso resorte
del toreo de cante grande. Todo esto se sabía que Morante podía hacerlo, pero lo que no sabíamos es ese detalle de
que era capaz de parar el tiempo cuando se enrosca el capotillo a su cintura
con media verónica tan lenta, tan
solemne, con un toreo hecho tan despacito que duró más que una eternidad.
La apoteosis de Morante
sucedió en el cuarto, toro noblón, al que recibió en tercio a la verónica profunda, de suerte cargada y
mentón hundido. Le dio una chicuelina
y se fue el toro para el picador reserva. Se fue el torero a buscarlo y lo
encontró. Y allí, a mitad de camino entre el centro y la puerta de toriles
surgió la media más lenta que se dio
en la historia del toreo. Es imposible que nadie haya parado un lance como lo
hizo Morante. La plaza quedó
conmovida, zarandeada, no era capaz de comprender como se podía mover un capote
al son de un toro con esa cadencia. Y rematado el lance de la historia, siguió
toreando por verónicas y la música se
puso a tocar y la plaza era un hervidero. Morante
había sellado su definitiva comunión con Sevilla. Pasarán los tiempos, habrá
nuevos toreros, pero todos hablarán de la media de uno de los más grandes
artistas que ha forjado esta tierra.
Ese cuarto era noble pero muy justo de fuerzas y raza. El
torero quería, algo que hablando de artistas es mucho, de forma que se fue a
brindárselo al caballero Ángel Peralta.
Tras un bello comienzo a media altura, dos tandas con la derecha, la segunda
perfecta por la hondura; la siguiente, enganchada. Cuando se echó la muleta a
la izquierda se acabó el toro. Frenazo en seco. No era posible crear más
belleza. La ovación que la plaza dedicó al torero no fue una más. Fue un grito
de júbilo de doce mil personas emocionadas.
Había querido Morante
estar bien con que abrió plaza. También hubo lances de su corte, los ayudados
tuvieron empaque, algunos derechazos sueltos se llenaron de enjundia, incluso
redondeó una tanda con la zurda muy buena, pero todo fue intermitente, como
impuso un toro de comportamiento irregular.
La corrida de Cuvillo fue amable. Es decir, que no
asustó a nadie por sus hechuras, que cumplió sin excesos en el caballo y que se
hundió pronto por la falta de raza. Es el toro moderno. El resumen es que faltó
casta. Solo el sexto mejoró la media del festejo. En conjunto, fue un toro
demasiado moderno.
La corrida tuvo ritmo. Además del suceso de Morante, sus compañeros de cartel Sebastián Castella y Alejandro Talavante salieron a revientacalderas. Castella se fue a portagayola
en ambos. Fue arrollado al llevar al toro al caballo. No pasó nada de milagro.
El torero francés fue un dechado de pundonor toda la tarde. Al segundo le hizo
una faena muy templada con valor seco. La sosería del toro no le permitió
rematar su labor. El quinto fue un manso que exhibió movilidad en los primeros
compases, para acabar en los terrenos de toriles. Ligó muletazos con la derecha
antes de la rajada del animal.
Talavante tropezó
con un animal que no humilló nunca como tercero. Al extremeño le sobró
velocidad en los pases y alguna brusquedad en las formas. Al matar se lesionó
con el estoque. Salía de la enfermería cuando la plaza estaba entregada a Morante. Seguro que se lo contaron. Se
fue también a portagayola. Esto de
recibir los toros en la puerta de toriles es muy emocionante, pero a este paso
puede suceder que se convierta en una rutina, más en estos espadas que
resuelven el trance sin inmutarse.
El sexto fue el toro de la corrida por presencia y esencia. Carretero lo lidió de manera perfecta.
Tenía emoción en su embestida. Talavante
puso en práctica su toreo de toque fuerte con muleta enorme. Ese tipo de toreo
es muy valioso con algunos toros, pero cuando hay que torear con mayor
suavidad, mandar y ligar los pases, a su toreo le sobra ese punto de dureza que
impone el toque brusco. Alcanzó el temple por momentos, ligó los de pecho son
solvencia, la plaza estaba entregada, pero a su labor le sobró alguna tanda,
como el mismo arrimón que parece de obligado cumplimiento en algunos toreros,
por no hablar de las bernardinas, que
fueron valientes pero que tienen un punto rutinario. Un pinchazo le privó de
cortar la oreja.
En la corrida no hubo trofeos, pero fue de esos días en los
que lo menos importante eran las orejas. Lucieron su entrega Castella y Talavante, pero la historia dirá que uno nacido en La Puebla paró
el tiempo toreando con el capote.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Sevilla. Lunes, 15 de abril de 2013. Sexta de feria.
Lleno. Toros de Núñez del Cuvillo,
de diferentes hechuras y seriedades, terciados en conjunto; estupendo el
jabonero 1º por el izquierdo; bondadoso el 2º sin continuidad; muy bueno el 3º
por las dos manos; desfondado el mansito 4; rajado el noble 5º; un tío el 6º,
bravo y humillado.
Morante de la Puebla, de rioja y oro. Media estocada (saludos).
En el cuarto, pinchazo y estocada casi entera (saludos).
Sebastián Castella, de blanco y oro. Pinchazo, media tendida,
pinchazo y estocada (silencio). En el quinto, estocada. (Saludos tras aviso).
Alejandro Talavante, de azul marino y oro. Dos pinchazos,
estocada y tres descabellos (silencio). En el sexto, pinchazo y media estocada.
(Silencio tras aviso).
Saludaron en banderillas Lili y Sánchez Araujo en el cuarto. Bien Carretero en el sexto.
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