lunes, 15 de abril de 2013

FERIA DE ABRIL EN SEVILLA – SEXTA CORRIDA: Un capote para la historia del toreo

La sexta de la Feria de Abril tuvo un protagonista excelso en la figura de Morante de la Puebla, que dio un curso insuperable de toreo con el capote, aunque también hubo brillo con la muleta. Castella, muy entregado y Talavante, con el lote mejor, con ganas pero sin aprovechar al excelente sexto.

CARLOS CRIVELL
www.sevillatoro.com
Fotos: EFE

No fue una sorpresa. O tal vez sí. Que Morante esculpiera el toreo más bello del mundo no es ninguna novedad. Lo que superó las previsiones fue cómo toreó ayer con el capote este genio de La Puebla. Una vez admitido que ahora mismo nadie lo hace con tanta hondura y belleza, Morante dio un paso más adelante para crear una estatua al toreo de capa, porque fue capaz de parar el tiempo con sus verónicas, medias y chicuelinas. No cabe soñar un concierto más completo de lances. La plaza de toros saltó movida por el poderoso resorte del toreo de cante grande. Todo esto se sabía que Morante podía hacerlo, pero lo que no sabíamos es ese detalle de que era capaz de parar el tiempo cuando se enrosca el capotillo a su cintura con media verónica tan lenta, tan solemne, con un toreo hecho tan despacito que duró más que una eternidad.

La apoteosis de Morante sucedió en el cuarto, toro noblón, al que recibió en tercio a la verónica profunda, de suerte cargada y mentón hundido. Le dio una chicuelina y se fue el toro para el picador reserva. Se fue el torero a buscarlo y lo encontró. Y allí, a mitad de camino entre el centro y la puerta de toriles surgió la media más lenta que se dio en la historia del toreo. Es imposible que nadie haya parado un lance como lo hizo Morante. La plaza quedó conmovida, zarandeada, no era capaz de comprender como se podía mover un capote al son de un toro con esa cadencia. Y rematado el lance de la historia, siguió toreando por verónicas y la música se puso a tocar y la plaza era un hervidero. Morante había sellado su definitiva comunión con Sevilla. Pasarán los tiempos, habrá nuevos toreros, pero todos hablarán de la media de uno de los más grandes artistas que ha forjado esta tierra.

Ese cuarto era noble pero muy justo de fuerzas y raza. El torero quería, algo que hablando de artistas es mucho, de forma que se fue a brindárselo al caballero Ángel Peralta. Tras un bello comienzo a media altura, dos tandas con la derecha, la segunda perfecta por la hondura; la siguiente, enganchada. Cuando se echó la muleta a la izquierda se acabó el toro. Frenazo en seco. No era posible crear más belleza. La ovación que la plaza dedicó al torero no fue una más. Fue un grito de júbilo de doce mil personas emocionadas.

Había querido Morante estar bien con que abrió plaza. También hubo lances de su corte, los ayudados tuvieron empaque, algunos derechazos sueltos se llenaron de enjundia, incluso redondeó una tanda con la zurda muy buena, pero todo fue intermitente, como impuso un toro de comportamiento irregular.

La corrida de Cuvillo fue amable. Es decir, que no asustó a nadie por sus hechuras, que cumplió sin excesos en el caballo y que se hundió pronto por la falta de raza. Es el toro moderno. El resumen es que faltó casta. Solo el sexto mejoró la media del festejo. En conjunto, fue un toro demasiado moderno.

La corrida tuvo ritmo. Además del suceso de Morante, sus compañeros de cartel Sebastián Castella y Alejandro Talavante salieron a revientacalderas. Castella se fue a portagayola en ambos. Fue arrollado al llevar al toro al caballo. No pasó nada de milagro. El torero francés fue un dechado de pundonor toda la tarde. Al segundo le hizo una faena muy templada con valor seco. La sosería del toro no le permitió rematar su labor. El quinto fue un manso que exhibió movilidad en los primeros compases, para acabar en los terrenos de toriles. Ligó muletazos con la derecha antes de la rajada del animal.

Talavante tropezó con un animal que no humilló nunca como tercero. Al extremeño le sobró velocidad en los pases y alguna brusquedad en las formas. Al matar se lesionó con el estoque. Salía de la enfermería cuando la plaza estaba entregada a Morante. Seguro que se lo contaron. Se fue también a portagayola. Esto de recibir los toros en la puerta de toriles es muy emocionante, pero a este paso puede suceder que se convierta en una rutina, más en estos espadas que resuelven el trance sin inmutarse.

El sexto fue el toro de la corrida por presencia y esencia. Carretero lo lidió de manera perfecta. Tenía emoción en su embestida. Talavante puso en práctica su toreo de toque fuerte con muleta enorme. Ese tipo de toreo es muy valioso con algunos toros, pero cuando hay que torear con mayor suavidad, mandar y ligar los pases, a su toreo le sobra ese punto de dureza que impone el toque brusco. Alcanzó el temple por momentos, ligó los de pecho son solvencia, la plaza estaba entregada, pero a su labor le sobró alguna tanda, como el mismo arrimón que parece de obligado cumplimiento en algunos toreros, por no hablar de las bernardinas, que fueron valientes pero que tienen un punto rutinario. Un pinchazo le privó de cortar la oreja.

En la corrida no hubo trofeos, pero fue de esos días en los que lo menos importante eran las orejas. Lucieron su entrega Castella y Talavante, pero la historia dirá que uno nacido en La Puebla paró el tiempo toreando con el capote.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Sevilla. Lunes, 15 de abril de 2013. Sexta de feria. Lleno. Toros de Núñez del Cuvillo, de diferentes hechuras y seriedades, terciados en conjunto; estupendo el jabonero 1º por el izquierdo; bondadoso el 2º sin continuidad; muy bueno el 3º por las dos manos; desfondado el mansito 4; rajado el noble 5º; un tío el 6º, bravo y humillado. 
Morante de la Puebla, de rioja y oro. Media estocada (saludos). En el cuarto, pinchazo y estocada casi entera (saludos).
Sebastián Castella, de blanco y oro. Pinchazo, media tendida, pinchazo y estocada (silencio). En el quinto, estocada. (Saludos tras aviso).
Alejandro Talavante, de azul marino y oro. Dos pinchazos, estocada y tres descabellos (silencio). En el sexto, pinchazo y media estocada. (Silencio tras aviso).
Saludaron en banderillas Lili y Sánchez Araujo en el cuarto. Bien Carretero en el sexto.

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