domingo, 13 de marzo de 2011

Vuelta al ruedo de Gómez del Pilar en el inicio de la temporada en Las Ventas

JUAN MIGUEL NÚÑEZ

MADRID.- Una solitaria vuelta al ruedo, a cargo de Noé Gómez del Pilar, por una faena solamente entonada a un novillo que fue excepción en el pésimo encierro de "La Dehesilla", es el balance de la novillada que inauguró hoy la temporada en la monumental madrileña de Las Ventas.

El final de la temporada última en Las Ventas dejó el nombre de Adrián de Torres entre los mejores posicionados de cara a ésta que acaba de echar a andar. Entonces se adivinaron muchas cosas muy buenas en este novillero, más allá de sus ganas y decisión, la claridad de ideas y el empaque de sus formas.

Torero con personalidad, por ese estilo distinto, y con proyección. Adrián de Torres era el gran aliciente del cartel de hoy. Pero también la temporada pasada dejó para el recuerdo cosas menos gratas, por ejemplo, la novillada de "La Dehesilla" lidiada en la Feria de Otoño, de juego extremadamente deslucido. Y no es de recibo que haya vuelto tan pronto al mismo escenario.

No era lo que se merecía Adrián de Torres. Ni él, ni lo otros dos alternantes, que a fin y al cabo el sueño de Madrid suele ser determinante en la carrera por ser torero. Y ya puestos, tampoco la afición madrileña. El caso es que se anunció el hierro en cuestión de "La Dehesilla", y todo se vino abajo.

Una novillada que llaman en el argot "esaboría", en general por su feo estilo, de embestidas cortas, frenándose, echando la cara arriba, sin entregarse, y algunos también con su guasa, como fue el caso del segundo.

La excepción fue el quinto, el único que "descolgó", que es como se dice también en la jerga a la acción de humillar. Un torete feo de hechuras, sin embargo, tuvo temple y clase, sobre todo por el lado derecho.

Así las cosas, el triunfador del año pasado, Adrián de Torres, esta vez estrelló sus ganas con un lote imposible. Dejó destellos, eso sí, de su buen corte. Mucho más allá del eufemismo de las buenas maneras, de él vale hablar de firmeza y mucha consistencia en la actitud, y, es más, por la despaciocidad y el gusto en algunas intervenciones, su crédito sigue intacto.

Elegante con el capote en el recibo a su primero. Y en éste, muletazos aislados de mano baja, con profundidad y aroma. Lástima que el astado rompiera mucho el ritmo del trasteo. Como ocurrió en el sexto, que iba dando cabezazos, y aún así también en éste se gustó el hombre, siempre muy quieto.

Lo dicho: Adrián de Torres sigue teniendo la moneda, y lo que hace falta es oportunidad para cambiarla.

El único afortunado en el sorteo, Gómez del Pilar, con el novillo más claro, el quinto, que se desplazó largo y por abajo en la muleta, no estuvo siempre a la altura de las circunstancias. Demasiado acelerado, le pudieron las ganas. Y aunque "se dejó" dar una voltereta, no fue suficiente para convencer.

El colombiano Sergio Blanco puso voluntad, que es como decir que hizo tablas con un lote que apenas se prestó. Sus dos trasteos resultaron largos e insulsos, un punto deslavazados. En su descargo no hay que olvidar la nula colaboración de los astados. EFE

FICHA DEL FESTEJO
Novillos de La Dehesilla, bien presentados, mansones y deslucidos en extremo, parándose, sin humillar y dando cabezazos. El quinto, el único que "sirvió", fue aplaudido en el arrastre. Los otros cinco, pitados.

Sergio Blanco: pinchazo y estocada caída (silencio); y estocada habilidosa (silencio).

Gómez del Pilar: pinchazo y estocada (división al saludar tras un aviso); y pinchazo y estocada perpendicular (petición y vuelta con protestas al iniciarla).

Adrián de Torres: estocada caída y cinco descabellos (silencio tras aviso); y pinchazo y media delantera (silencio tras aviso).

En cuadrillas, David Adalid saludó tras dos buenos pares al quinto. La plaza tuvo un cuarto de entrada en tarde apacible al comienzo, pero progresivamente fría.

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