jueves, 3 de marzo de 2011

En la novillada de apertura de la Feria del Sol 2011: COLOMBO A HOMBROS, CON OREJA PARA GUILLÉN

Lluvia pertinaz en el curso de las horas previas al festejos, dejando un ruedo anegado, convertido posteriormente en un lodazal, en la que desfiló las cualidades e ilusiones de lo más granado actualmente del escalafón novilleril venezolano.
Importante actuación del juvenil Jesús Enrique Colombo ayer en Mérida, cortando las dos orejas del eral que cerró función, en la apertura de la Feria del Sol 2011. Foto: “Cucú” Rincones.

RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ

La lluvia en el curso de las últimas 24 horas ha sido el prolegómeno con la que nos ha recibido la XLII Feria del Sol. Esto ha deparado que al momento de tocar clarines y timbales en la plaza, nos hayamos encontrado con un panorama frío, apático e inocultablemente a reconocer por la voluntad e ilusión del sexteto de toreros por desfilar en paseíllo de apertura de una cita clave del calendario taurino nacional.

Variado repertorio de utreros y erales el que se dispensó ofrecer la empresa ayer, en cartel donde la variedad y recursos fueron la clave para sacar provecho a un lote en su conjunto de bovinos nobles, del que se les pudo haber sacado mayor provecho, si no es por lo infame del ruedo, así como el rodaje que demostró cada uno de los coletas actuantes.

Abrió plaza el veterano novillero merideño Jonathan Guillén, quien se consiguió con un noble y pastueño ejemplar de La Cruz de Hierro. Fue el utrero de Don Orlando Echenagucia un dechado de nobleza y largo recorrido por el lado diestro, pitón por donde ofreció las mayores pinceladas de torería, a pesar de sus intermitencias y lagunas. Por el izquierdo, no se complicó el torero en mención, ante lo pesadas y complicado su manejo ante la laguna de ruedo. Un pinchazo, para dejar estocada entera en buen sitio, para la concesión de una oreja.

Voluntad y entrega las que dejó constancia el valenciano Manolo Muñoz, quien se enfrentó ante un jabonero astado de Santa Fe. Fue este nobilísimo por ambos pitones, dejando en la estela un variado y lucido manejo con el percal, en quites por cacerinas y gaoneras, para así mismo recrearse en un buen tercio de banderillas. En la muleta eléctrico fue su proceder, iniciando en rodillas en tierras en el tercio, para posteriormente hilvanar series reposadas por el lado derecho. Por naturales se recreó en eléctrico trasteo que perdería intensidad en varios desarmes, hasta llegar a perder los “papeles”. Con la espada tras varios fallos con el estoque, merecidamente saludó desde el tercio.

Famélico, sin recursos se mostró el ecuatoriano José Alfredo Cobo, ante un utrero de la novel vacada de la familia Molina Colmenares, La Consolación. Al final, fue silenciado ante la indiferencia de los presentes.

El ejemplar más armónico de hechuras y serio de la novillada vino a caer en manos del moreno coleta tovareño Tomas Martínez. Fue su labor un rosario de “querer y no poder” donde el jabonero utrero estuvo por encima de las cualidades de su lidiador, dejando a relucir muchas de las carencias y rodaje que aún falta recorrer. Así mismo, fue una lidia paupérrima por parte de las cuadrillas la que se le endilgó, lo que acrecentaría aún más las de por sí los problemas que pudo desarrollar el pupilo de la divisa de San José de Bolívar. Tras fallar en varias ocasiones con el acero, saludaría desde el tercio, por su propia cuenta.

De Rancho Grande vino ser el eral que sirvió para la presentación como novillero con picadores del joven medico tachirense Miguel Suárez. Destellos de buen concepto el que se le observó al galeno diestro, quien se vio limitado a mayores florituras ante el barrizal en el que se había convertido el ruedo así como la descastada embestida, con la cara alta y avanta del ejemplar, por lo que a pesar de la voluntad y deseos, simplemente quedo en ver ante otras condiciones sus cantadas “maneras”.

Cerró fría y lluviosa función el también jovencísimo novillero taribeño Jesús Enrique Colombo, y a fe que no defraudo. Desde su saludo por larga cambiada de rodillas en el tercio, hasta su final de faena, el publico estuvo entregada a todo lo hecho por el aventajado novillero, quien sacó partido de las nobles embestidas del eral de El Prado que pasaportó, el cual brindo a El Fandi, presente en la plaza, y con ello devolviéndole el gesto del año pasado en San Cristóbal por parte del coleta granadino con él. Pecó Jesús Enrique, tal vez, de populista, en hacerse dilatar más de la cuenta su trasteo, forzando ante la mala asesoría del callejón de buscar la gracia del indulto a un animal lejos de tal reconocimiento. Tuvo que sonar un aviso para que volviera la seriedad y cabales al ruedo, para tras un pinchazo y medio espadazo en buen sitio, de efectos rápidos, desatarse la pañolada unánime de los presentes, y concedérsele de esta manera las dos orejas, que le abrieron la Puerta Grande de la monumental merideña en su estreno con terno de luces.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de Toros Monumental “Román Eduardo Sandia”
XLII Feria del Sol 2011. Novillada con picadores de abono.
Jueves 3 de marzo de 2011.

Con poco más de 2000 personas en plaza, con lluvia torrencial e intermitente antes y durante el festejo, lo que motivó un retraso en su inicio de aproximadamente 1 hora, se han lidiado utreros y erales de las ganaderías a continuación como fueron lidiados: La Cruz de Hierro, Santa Fe, La Consolación, San José de Bolívar, Rancho Grande y El Prado, en su conjunto nobles, destacando la nobleza del 1º, 2º.

JONATHAN GUILLEN (Turquesa y oro). Una oreja
MANOLO MUÑOZ (Purísima y azabache). Saludo desde el tercio.
JOSÉ ALFREDO COBO (Caña y oro). Silencio.
TOMAS TERÁN (Celeste y oro). Saludos desde el tercio por su cuenta.
MIGUEL SUÁREZ (Verde esmeralda y oro). Palmas.
JESÚS ENRIQUE COLOMBO (Purísima y oro). Dos orejas.

Incidencias: Presidió el festejo el novel integrante de la CTM de Mérida, Omar José Quintero. *** Personal de areneros, mulilleros y monosabios salieron a cumplir lidia sin la respectiva indumentaria que les distingue, lo que resta seriedad y respeto al festejo. *** Censurable actuación de picadores y puntillero a lo largo del festejo, erráticos en sus funciones.

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