martes, 31 de marzo de 2015

TAUROMAQUIA: Toreros de Venezuela (I)

HORACIO REIBA
La columna en La Jornada de Oriente

Mi reciente mención del diestro venezolano Curro Girón ha motivado un correo remitido desde Maracaibo por don Julio Berneta. Este amable lector solicita datos sobre la torería de su país, especialmente los referidos al paso por México de sus toreros. Ya nos estábamos tardando en dedicar un par de columnas, por lo menos, a la fiesta de ese país hermano, tan querido entre nosotros. Y tan urgido hoy de que, desde todos los frentes, empeñemos una vigorosa campaña en rescate de su hermosa tradición taurina, sólidamente avalada por la historia y el sentir venezolanos.

Raíces

El arraigo de la tauromaquia en Venezuela tiene, grosso modo, la misma antigüedad y orígenes que en otros países americanos: la época de la colonia. Desde entonces se cría ganado bravo en los llanos de Arauca, y de entonces parte su gusto por el toro, en el campo y en la plaza. Pero, a diferencia de otras naciones del sur, ricas en tradición taurina pero con escasa producción de figuras propias, Venezuela encontró una veta riquísima hacia el ecuador del siglo XX, cuando surgió y revolucionó a su afición un espada moreno de enorme expresividad artística. Se llamaba Luis Sánchez Olivares y lo apodaron Diamante Negro.

Diamante Negro

Juran quienes vivieron su despegue –finales de los 40—que ni siquiera César Girón alcanzó semejante popularidad en su país, verdaderamente conmocionado con las hazañas del singular espada nacido en Ocumare de Tuý (22.02.27). En España, toreó 15 novilladas en 1947, recibiendo la alternativa en Granada de manos de Paco Muñoz con el toro “Estornino”, de Moreno Ardanuy (Saltillo), Manolo González por testigo (29.09.47). Su confirmante en Madrid fue nada menos que Antonio Bienvenida, con Pepín Martín Vázquez de segundo espada y “Mellado” de Arranz en la arena (18.06.50). No obstante, el centro de actividades de Luis se circunscribiría en lo sucesivo a América del Sur. Se despidió en el Nuevo Circo de Caracas (29.09.63), alternando con el propio Antonio Bienvenida –caraqueño de nacimiento, aunque miembro de la famosa dinastía extremeño-sevillana—y con el mexicano Félix Briones. Y lo hizo desorejando a “Calamar” de Xajay. Volvería a vestirse de luces, cuando ya su tiempo había pasado.

Fue Luis Sánchez el primer venezolano  en confirmar su alternativa en nuestro DF, con “Muñeco”, de Pastejé, de manos del Calesero y de testigo Procuna, que fue un ídolo en Sudamérica  (en el Nuevo Circo de Caracas, prácticamente perdido hoy para el toreo, había cortado la pata de un burel de La Trasquila). No pasó nada esa tarde en la México (02.01.49), y el Diamante Negro se volvió a su reducto venezolano sin hacer campaña en nuestro país.

Trece en el DF… y algunos más en provincia

La México ha sido escenario de una alternativa y 12 confirmaciones  (una de ellas frustrada) de paisanos de Simón Bolívar. La alternativa la tomó a todo lujo Alí Gómez, en la misma temporada grande en que se había presentado el Diamante Negro. Se la otorgó Lorenzo Garza en presencia de Antonio Velázquez con el toro “Curro”, de Coaxamalucan (20.02.49). Cuatro años después, César Girón confirmaba aquí su alternativa,  tomada de Arruza en Barcelona: fue con “Canastillo” de Tequisquiapan en cartel de cuatro espadas: Capetillo padre fue el padrino, y Martorell y el Ranchero Aguilar los otros dos (04.01.53).

El siguiente confirmante sería Carlos Saldaña (02.04.61), con “Granadino” de Piedras Negras, Jorge Aguilar de padrino y ante Felipe Rosas. Le sigue en la cronología Adolfo Rojas (24.12.67), con “Arlequín” de Garfias, por Joselito Huerta y bajo testimonio de Raúl García. Éste sería el encargado de ceder muleta y estoque a César Faraco, estando “Conde” de Rancho Seco en la arena y siendo Gabino Aguilar segundo espada (03.03.68).

Llega la confirmación de Curro Girón con una corrida muy seria de San Mateo y de padrino Alfredo Leal, que tuvo una gran tarde, aunque la única oreja cayera en la espuerta de Mauro Liceaga (18.03.68).  Nueve años después, otro paisano del amigo Berneta se presentaba en Insurgentes: fue Pedro González “El Venezolano”, encartelado con los regiomontanos Martínez y Cavazos, sólo que su anunciada confirmación quedó frustrada por el abreplaza “Gelo”, de José Julián Llaguno, que nada más aparecer hirió de gravedad al debutante, dejando la ceremonia en suspenso (27.03.77). La de Bernardo Valencia, en cambio, se celebró con toda formalidad, fungiendo ahora sí Manolo de padrino  –gozaba de enorme cartel en Venezuela—y de testigo Antonio Lomelín, con “Guarapazo” de Piedras Negras aunque el resto del encierro procedía de Los Martínez (08.03.81).

A José Nelo “Morenito” de Maracay” –otro matador de raza negra, con varias campañas exitosas en España, basadas sobre todo en ternas de matadores banderilleros—lo confirmó en Insurgentes Mariano Ramos con “Gitano” de Salitrillo (Fernando de la Mora) y ante Jorge Gutiérrez (12.05.85). De Leonardo Benítez, a quien confirmó el propio Mariano con el moreliano Mauricio Portillo completando el cartel, se puede decir que ha sido el venezolano de formación más mexicana, pues casi toda su trayectoria novilleril –y la primera parte de su andadura como matador—tuvo nuestras plazas por escenario. El primer toro que despachó en la principal arena del continente era de San Marcos y se lidió como “Diamante” (18.12.94). Y el último venezolano confirmado en la México fue un borroso Leonardo Rivera, apadrinado por El Glison ante Miguel Ortas “Miguelete”, el hijo mexicano del espada madrileño del mismo nombre, toros de La Joya (13.05.07).

Hasta aquí la nómina de quienes, procedentes de Venezuela, tuvieron el privilegio de confirmar en la Plaza México su alternativa de matadores. Mentiría si dijese que a todos los acompañó la fortuna, pues la mayoría pasó fugazmente y sin dejar huella. Hay, desde luego, registro de otros diestros venezolanos que, sin llegar a  presentarse en el DF, actuaron  en nuestros cosos con fortuna diversa, caso de Eduardo Antich, José Fuentes (Sérbulo Azuaje era su verdadero nombre), Alfredo Sánchez, Fermín Figueras “El Boris”, Carlos Málaga “El Sol”, Celestino Correa, Bolívar Vasco. Los hubo incluso que tomaron su alternativa en México: Angel Zulbarán en San Miguel de Allende (01.10.77, por Cavazos y ante El Queretano, con “Iniciador” de Montecristo), o Gilmer Urbina “Morenito de Caracas”, que, como su paisano Carlos Fuentes en 1978, también se doctoró en nuestro país, este Morenito en Puebla (15.05.93), por mano de El Glison y de testigo Arturo Manzur, con “Barrendero” de Martínez Ancira, primero de un encierro con mucho trapio.

Continuaremos

No sería justo dejar en estos breves apuntes la trayectoria mexicana de los matadores venezolanos. Ni mucho menos preterir el paso de por nuestras plazas de los hermanos Girón, una de las dinastías toreras más destacadas de la historia, parte de la cual escribieron en cosos, con toros y ante públicos mexicanos. También bosquejaremos, si el espacio lo permite, el paso de la torería azteca por Venezuela.

Emplazados quedamos a cerrar con tal capítulo esta escueta pero significativa remembranza.

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