sábado, 7 de marzo de 2015

FERIA DE OLIVENZA - Segunda de abono: Talavante, el mago transmutado

Inspirada tarde del extremeño con cuatro orejas, una soberbia faena al extraordinario tercero de  Garcigrande y otra de triunfo al encastado sexto; Perera arrancó un trofeo del toro más complicado  y El Juli corta una oreja.
ZABALA DE LA SERNA
Fotos: EFE

Probablemente la vocación frustrada de Alejandro Talavante sea la de ilusionista, mago o  prestidigitador. Tú le veías entre barreras con su taleguilla aflojada que hace pliegues, un fajín de  doble ancho, sus patillas de hacha que afinan la delgadez de su rostro angulado y su aire ausente  de genio ido y desgarbado fumándose un pitillo y jamás pensarías que cinco minutos después ese  mismo tipo se va a transmutar en el eje sobre el que gira una obra de arte.

«Alejandro está loco», suele decir cariñosamente Díaz Yanes. Y algo de locura hay para citar a 20  metros y sacarse una arrucina de la chistera, muy enfrontilada y atalonada la figura. Y luego otra  con la emoción de la distancia. Pero el suceso importante estuvo en su izquierda. Talavante se  embrocó suavemente con el extraordinario temple humillado del toro de Garcigrande. Fluía el toreo  por su camino y moría en su muñeca. Tres series ligadas de largo recuerdo. Y el toro siguió y  siguió, ahora sobre la lenta mano derecha. Curiosamente había momentos en los que miraba a  chiqueros como si se fuese a rajar, mas volvía a la muleta arando el ruedo. A.T. lo bordó ajeno a las  prisas y lo rubricó con una soberbia estocada en el mismo hoyo de las agujas. Pleno de pañuelos.
Mago también fue el que metió la mano en el sorteo. De otro modo, más encastado y repetidor, el  último completó un lote de bandera. Talavante improvisó un prólogo de faena de rodillas en el que  hundió el mentón y sorprendió con dos derechazos superiores, como el de pecho una vez en pie.  Aquella apertura y series de naturales de mucho vuelo le condujeron de nuevo por el camino de las  orejas sin el mismo poso anterior: cuanto más ataba la embestida abajo, mejor y más reducía al  toro y su velocidad. Ahí quedó el compendio de todo aquello en una tarde inspirada. Y el que venga  detrás...

Otra magia distinta a la lírica es posible: la de la técnica. Convertir un toro bruto en otra cosa. Y  para bruto el quinto, de Domingo Hernández, por fuera y por dentro. Ya de salida se le metió por  dentro en el capote a Miguel Ángel Perera y puso en aprietos a Joselito Gutiérrez, asomado al  balcón. El toraco, muy por encima de la media terciada de la corrida, miraba siempre con una bala  en la recámara y agazapado. MAP se impuso con su poderío a los recados con enorme valor y no  menos mérito, el mismo que luego diluyó pasándose densamente de faena entre los pitones, una,  dos y hasta tres series. Es quitarse importancia habiéndola tenido, apagar las luces del sentido de  la medida y perder trofeos. Uno cortó en el filo del tiempo de espera. Hubiera sido injusto no  hacerlo. También había pulido al geniudo segundo que era la mitad de toro, pero que apretó a Juan  Sierra cuando tiraba de amor propio. Quitado el genio, el toro de Garcigrande se quedó en nada y  Perera se creció como un gigante pelín abusón.
Nada o poco era el toro que estrenó la tarde. Cuando no había terminado de ubicarse el gentío, El  Juli bajaba templadamente las manos a la verónica. Cerró el compás, hilvanó delantales con son y  abrochó con una media desmayada. El garcigrande sólo contó con un pitón bueno, el derecho, y  aun así había que ayudarle en el último tramo de muletazo a romper la embestida hacia delante.  Juli fue otro que apuró de más, una vez agotada la brillantez de la primera mitad de la faena que se  elevó con las mondoñinas hasta la oreja.

El Juli tuvo una actuación muy técnica por exigencias del guión, también con un cuarto de más  porte y desordenados apoyos y andares hasta que lo afianzó con inteligencia. La cuestión de la  técnica suele dar poca cabida a los adjetivos florales más allá de reconocerla como el andamiaje  de otra magia que no es la de Talavante.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Olivenza. Sábado, 7 de marzo de 2015. Segunda de feria. Lleno de «no hay  billetes».
Toros de Garcigrande y uno de Domingo Hernández (5º), que fue el más toro, el más  bruto y el peor; de extraordinarios temple, humillación y duración el 3º; bueno por el derecho el 1º;  geniudo y muy a menos el 2º; obediente pero malandado y sin gas el 4º; repetidor y encastado el  muy buen 6º.
El Juli, de verde botella y oro. Estocada trasera (oreja). En el cuarto, estocada contraria (petición y  saludos).
Miguel Ángel Perera, de tabaco y oro. Estocada pasada y atravesada (aplausos). En el quinto,  estocada trasera. Aviso (oreja).
Alejandro Talavante, de ceniza y oro. Gran estocada (dos orejas). En el sexto, estocada (dos  orejas). Salió a hombros.

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