El maestro de Chiva
celebra este lunes 25 años de alternativa en la Feria de Fallas
ANDRÉS
AMORÓS
Diario ABC
de Madrid
El 16 de marzo de 1990, en la Plaza de Toros de Valencia, tomó la
alternativa un joven de 18 años, llamado
Enrique Ponce. El padrino fue Joselito; el testigo, Litri. Los toros eran de
Joao Moura pero el de la ceremonia fue
devuelto y sustituido por un sobrero de Puerta Hermanos, «Talentoso», al que el joven diestro cortó la oreja. El éxito
rotundo llegó, en la misma Plaza, el 28 de julio, cuando Ponce mató seis toros, en medio de una tormenta
de verano, y salió en hombros. A partir de ahí, la carrera de Enrique Ponce no tiene parangón,
en la historia, por el número de corridas (más de cien por temporada, durante diez seguidas, de 1992
a 2001), de toros indultados, de salidas en
hombros, en todas las Plazas importantes del mundo...
El próximo lunes, en la fecha en que se cumplen los 25 años de su
alternativa, vuelve a torear en su Plaza
de Valencia. En medio de su preparación, comenta a ABC sus recuerdos de aquella
tarde: «La viví con mucha pasión y mucha responsabilidad; sobre todo, porque no
tenía, firmada, ninguna corrida más. Fue
algo muy bonito pero complicado, por lo que me estaba jugando».
–¿Qué queda, hoy, de
aquel chaval?
Lo más importante: la ilusión, que sigue intacta; si cabe, todavía más.
No por el dinero, claro: por mejorar mi
arte.
–¿En qué has
cambiado, desde aquella tarde?
Mantengo el mismo concepto clásico y puro del toreo, que siempre ha sido
el mío, pero es lógico que haya ganado
en madurez, en poso. Al principio, llamaba más la atención mi cabeza, mi facilidad para poder a todo tipo de toros;
ahora, se atiende más a la calidad de mi toreo, y al valor que eso implica. Creo sinceramente que mi
evolución ha sido constante, por mi afán de
superación.
–Resulta asombroso
que, en un cuarto de siglo, no te hayas aburrido...
Nunca he sentido desidia ni aburrimiento. Hubiera sido normal, después
de matar más de dos mil doscientos
toros, pero no ha sido así: me siento tan fresco como hace 25 años. A mí mismo
me asombra.
–Has mantenido el
cartel frente a sucesivos rivales: Rincón, Joselito, El Juli y los más jóvenes.
Es una pena que no hayamos visto una
mayor rivalidad entre Ponce y José Tomás.
Toreé bastante con él hasta que se retiró y estuvo fuera de los ruedos, varios
años. Desde su vuelta, sólo hemos
toreado juntos una tarde, en Alicante.
–¿Aceptarías un mano
a mano con él?
Nunca he puesto reparos a eso. Preferiría que fuera televisado, para que
lo pudiera ver mucha más gente. Bastaría
con que llegáramos a un acuerdo.
–No has rehuido
compañeros, ni Plazas, ni ganaderías, ni televisión.
Ésa es la responsabilidad de una figura: a veces, tiene que asumir
compromisos pensando en la Fiesta, más
que en sus intereses particulares.
–Con 43 años, ¿cómo
te mantienes en forma?
Debo de tener buena genética porque me cuido pero no obsesivamente: la
alimentación, el toreo de salón; los
tentaderos, que es lo que más me gusta. Y conservo lo esencial, la ilusión.
–Nadie te puede
discutir tu enorme afición.
Es verdad: siento una afición desmedida, un enorme amor al toreo; sin
eso, hubiera sido imposible mantenerse
estos 25 años.
–Sería maravilloso,
el lunes próximo, en Valencia, cortar ese rabo que tanto has buscado.
¡Qué mejor fecha! Pero lo importante es cómo llego a ese aniversario:
con la moral muy alta, después del éxito
de Olivenza. Me siento muy a gusto. Estoy convencido de que, en cualquier momento, puedo cuajar el toro de mi vida...
–¿Habrá algo
especial, esa tarde?
Llevo 24 años seguidos toreando en mi tierra el día de San José. Vuelvo,
además, después de la muy grave cornada
que sufrí, en Fallas. Esta vez, por voluntad propia, he querido torear
solamente una tarde, ese día 16: si Dios
quiere, luego podré disfrutar de las Fallas con mis hijas, que participarán, vestidas de falleras, en la
ofrenda a la Virgen.
–¿Estrenarás vestido,
esa tarde?
Supongo que sí. Por primera vez, en toda mi carrera, he elegido un tipo
de bordado nuevo, inspirado en la flor
de azahar, como homenaje a mi tierra.
–El día de la
alternativa, en tu capote de paseo –regalo de la Peña de tu pueblo– aparecía
la Virgen del Castillo, de Chiva. ¿Y
ahora?
Todavía no lo sé. Quizá lleve el de la Virgen de los Desamparados que me
regaló Paloma, el año pasado. Cuando
toreo en Valencia, siempre acudo a rezar a la Virgen, por la mañana.
–Te acordarás de tu
abuelo, esa tarde...
¡Cómo no! Le brindé el toro de mi alternativa, porque se hacía realidad
nuestro sueño, y varios más... Lo siento
siempre conmigo, a mi lado.
–Luego, toreas dos
tardes en la Feria de Abril. Tú no has tenido problemas para contratarte
en Sevilla.
¡Ninguno! En principio, pensé en una tarde pero acabé accediendo a la
insistencia de la Empresa. Me hace
muchísima ilusión torear de nuevo allí, cuajar un toro como el de Zalduendo,
del año 2006.
–El año pasado,
reapareciste allí, después de la grave cornada
Así fue, aunque iba algo mermado de facultades. Hice ese esfuerzo y creo
que la afición sevillana sabe valorar
esos gestos.
–¿Y San Isidro?
Mi planteamiento es torear una tarde. Todavía no está cerrado pero tengo
mucha ilusión por volver a esta Plaza,
espero que se arregle.
–¿Has pensado en
algún gesto especial, esta temporada?
De momento, no, pero no digo que no pueda plantearse. Para mí, el mejor
gesto es hacer esta temporada como se
plantea, afrontarla con responsabilidad.
–Hace una semana, en
Olivenza, has vuelto a asombrar a todos, con una gran faena, «marca de la casa», a un toro por el que nadie daba un
duro.
Te aseguro que fue sorprendente hasta para mí porque todos los síntomas eran
contrarios pero el toro acabó
entregándose. Mi forma de entender el toreo incluye lidiar al toro
complicado, dominarle. Abrir así la
temporada me da mucha moral.
–Después de 25 años,
¿qué buscas, en el toreo?
Intento torear mejor, depurar la estética (que no es lo mismo que
ponerse bonito), ralentizar la embestida
del toro, componer una expresión bella y natural, sin crispaciones: así
entiendo yo el toreo.
–Ahora, te llaman
para muchos actos, homenajes...
Así es, siento que tengo una cierta responsabilidad en la imagen pública
del toreo, pero sin perder ningún
entrenamiento. Cuando acabemos esta charla salgo para Albacete, a tentar.
Quiero estar centrado en el toreo, vivir
en torero, siempre con el toro en la cabeza.
–Ése debe de ser el
secreto...
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