PACO AGUADO
Faltaban aún cuarenta minutos para el paseíllo de
la corrida del día de San José en Valencia. Y, mientras la gente se
arremolinaba tranquilamente en torno a la estatua del llorado Manolo Montoliú,
seguía soplando con fuerza ese persistente y gélido viento que ha condicionado
para mal todo el abono fallero de este año.
Hasta esa tarde no se había visto por allí al
cansino grupito de antitaurinos de otras ferias valencianas, porque, al
parecer, esta vez no tenían permiso de la autoridad para ejercer su
"derecho" a insultar a los aficionados que entran pacíficamente a un
espectáculo legal y que ingresa una gran cantidad de impuestos a las arcas del
Estado.
Pero nuestro gozo cayó al pozo justo el día
"señalaíto", como era de prever. Camuflados entre el gentío que,
sorprendentemente, no llenó la plaza esa tarde, unos veinte activistas
antitaurinos también deambulaban por la zona esperando el momento de irse hacia
la puerta de cuadrillas con el objetivo de bloquear el paso de los toreros a la
plaza.
Justo a la llegada de los primeros picadores y
atendiendo a un gesto de los cabecillas, los antis se agruparon rápidamente
ante la verja de entrada para formar una barrera humana que, también a la
primera indicación de los directores de orquesta, comenzó a gritar
nerviosamente contra la tauromaquia.
Visto lo visto, los piqueros intentaron acceder al
patio por una puerta anexa más pequeña que los antis no habían podido taponar,
pero aun así tuvieron que zafarse como pudieron de quienes les zarandeaban para
poder llegar a duras penas al otro lado de la reja.
Uno de los picadores no pudo hacerlo y se quedó
atrás, bloqueado, hasta que sus compañeros se volvieron para liberarlo, sin
demasiado esfuerzo hay que decir, porque ver sobre tu cabeza el rocoso puño de
un recio picador de toros de los de toda la vida es un argumento
suficientemente disuasorio hasta para el más arrojado de los antitaurinos.
El caso es que el piquero les levantó el palo y no
hubo ni una agresión de los taurinos a los boicoteadores, que continuaban
esperando la llegada de los de a pie tratando de impedir el paso al patio de
otras personas, como el ganadero Justo Hernández, al que rompieron la camisa en
un día en que precisamente no había boda gitana en Valencia.
Más allá de la tensión del momento, resultó
realmente curioso observar fríamente estas maniobras de los antis durante la
manifestación ilegal porque evidenciaron a todas luces los detalles de una
organización profesional.
Los únicos dos hombres que la engrosaban eran
precisamente quienes llevaban la voz cantante. El más alto, de unos cuarenta
años y con peinado y "accesorios" abertzales, marcaba el ritmo de las
consignas habituales. El otro, un bigotudo cincuentón con un chaquetón de
camuflaje del ejército español, se tapaba "valientemente" en segunda
fila tras la docena y media de mujeres que, con voces histéricas, formaban el
resto del coro.
Dada la calma y la coordinación que mostraban,
ellos dos parecían los únicos "profesionales" de todo el grupo de
"concienciados" activistas en pro de los supuestos derechos de los
animales. Es decir, los únicos que trincarán de esas donaciones “altruistas” contra
las corridas que les llegan a las asociaciones de defensa de perritos cagones y
gatos capados que tanto preocupan a esta sociedad desequilibrada.
Pero allí estaban los tíos, justificando su
sueldo, mientras los monosabios, desde el otro lado de la verja, y no pocos de
los cientos aficionados que les rodearon pacíficamente se comían las ganas de
"dispersarlos" en los diez minutos largos que tardaron en llegar los
policías antidisturbios.
Claro que, más que a disolverlos y a hacer valer
las garantías de público y profesionales, pareció que los "maderos"
venían a proteger a los antitaurinos de no sabe qué mientras se sumaban a
entorpecer el acceso a la plaza y a las taquillas. Hasta que, para poner fin al esperpento, una
piedra voló sobre las cabezas para golpear en la de una buena señora que sólo
quería disfrutar de su espectáculo favorito.
Así fueron las cosas en aquellos veinte minutos de
boicot antitaurino en Valencia. Los agresivos activistas contra la tauromaquia
son pocos, pagados y organizados. Tienen cara, nombre y apellidos, y su actitud
roza ya con el terrorismo. Ha llegado el momento de identificarlos,
desenmascararlos y denunciarlos ante unas autoridades que no pueden seguir
mirando para otro lado. Porque, de tanto tentar la sensatez de los aficionados,
está a punto de caer la gota que colme el vaso.
Estan llegando al llegadero ,los anti tarifados con pancartas y parlantes ,en la feria pasada en Maracay ,estamos en orden para entrar a la corrida del sabado ,con lleno , pero los diez provocadores ,jodian ,gritaban ,insultaban al taurino pasivo que estaba entrando a la plaza .Miguel Guia y yo ,de manera independiente nos salimos de la fila y el un pataon y yo un coñazo a un anti-taurino .la policia y los amigos calmaron el objetivo de los colectivos anti ..somos inmensamente superiores vamos a darles con todo
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