A hombros con tres orejas por
la Puerta de los Cristales. El Juli corta una del segundo y Vargas se va
silenciado, frente a un discreto encierro de César Rincón.
JORGE ARTURO DÍAZ
Burladero América / Colombia
Fotos: EFE
CALI (Colombia).- La
bondad es una cualidad humana, pero en el toro de lidia no, sobre todo cuando
viene acompañada de pequeñez, flojera y falta de codicia. Sin embargo los
toreros modernos (buenos) pueden soliviantar públicos y construir triunfos con
tan deleznables materiales. Hoy por ejemplo, los de las Las Ventas, que con todo eso parecían tirar por el caño de la
sosería una tarde llena de ilusiones, en la que los dos grandes triunfadores de
la temporada 2012 premiados, uno con la Oreja de Oro de RNE y el otro con
trofeo Cossío de La Real Federación Española, que no se habían en encontrado en
la península, salieron como a dirimir superioridades. Y no lo estaban logrando.
Agonizaban la faena del sexto, la tarde, la
corrida y las ilusiones. El vizcaíno que se había prodigado por verónicas,
gaoneras, brionesas y luego, tras un gran par de Benavidez, había
ofrecido largamente cuerpo a cambio de arrancadas inanaes, pidió la toledana
para poner punto final. Nada, ni las dos orejas, ni las maestrías, ni los
aciertos que se habían dado hasta el momento, aunque valieron y valen, habían
logrado emocionar de verdad. Para que nos vamos a decir mentiras. El encierro
no había transmitido.
Siete manoletinas
piel a piel, como un poste, igual que las gaoneras,
y dos pases de pecho, calaron como un electrochoque masivo. Un amague de
igualada fue rechazado enérgicamente por un público que no se resignaba a irse
así, haciendo caso, cinco derechas en redondo con su broche, cuatro bernadinas amacizadas, otros dos forzados, todo ligado, y ahora sí como
por compromiso y sin solución de continuidad, un estocadón de padre y señor
mío. Toro fulminado a los pies, el pandemónium, las dos orejas, la vuelta loca,
la procesión por la puerta de honor, y tras ella la gente incendiada. Ciento
sesenta y ocho segundos cambiaron la historia de toda la tarde. Así es en los
toros. Una oreja más del tercero había recibido Ivan. El magno empate se
había deshecho.
El
Juli en Juli,
nunca es otro. Sanguíneo, enrazado, situado, sabio poderoso. Pechó con el más
pobre lote (por todos los aspectos). Al segundo, un 440 kilos, cifra
cabalística en Colombia, límite inferior de la ley, que no quería, le obligó y
le obligó, y le ligó, y la superioridad de la voluntad sobre la pobre sosería,
fue tan evidente que Cali, julista
por definición, exigió una oreja, y sin éxito la otra, tras una estocada
completa inefectiva y dos descabellos. El quinto fue un manso de pena, rajado,
huido, negado, entablerado. Ni la sabiduría suma cum laude del de Velilla pudo
conseguir más que alguna tandita remolona y corta pero meritoria, antes de la
renuncia total. Me imagino que si no es por espada tendida, ineficaz, y los dos
descabellos, le dan pelo, pues lo sacaron ovacionado a los medios. Bueno, un
torero debe estar por encima de sus toros y Julián lo había estado.
El cucuteño Sebastián Vargas, veterano,
jugado, con vitola de valiente y alegre, levantó el telón con el primer
pocacosa. Correcto, decoroso, cumplidor, sí, pero no más. Un estoque hasta la
bola no tumbó al que antes se había caído solo por todo, y la cruceta barrenada
silenció la parroquia. Se le tiró de rodillas al cuarto, terciadito pero tapado
por un par de guadañas, y resultó arrollado. De allí para allá, precauciones,
unipase, cambio de terrenos y estar ahí. Pinchó y oyó protestas.
A las diez de últimas, Fandiño salvó la
tarde, sacó las castañas del fuego al ganadero y complació a la gente que creyó
en él forzándole a ese final inesperado. Su triunfo es el primero de la feria
pero lo que más lo valoriza es que fue frente a El Juli, con quien no
había podido torear en España.
FICHA
DEL FESTEJO
Plaza de Cañaveralejo. 4a de feria. Nubes. Tres cuartos
de plaza. Seis toros de La Ventas del
Espíritu Santo, nobles, bajos de raza, tamaño, fuerza y romana. Aplaudidos
2º, 3º y 6º.
Sebastián Vargas, silencio y silencio.
El Juli, oreja y saludo.
Iván Fandiño, oreja y dos orejas.
Incidencias: Al terminar el festejo Iván
Fandiño salió a hombros por la Puerta Señor de los Cristales.
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