La cuarta corrida de toros de la Feria del
Señor de los Milagros ha tenido como triunfador a Enrique Ponce (oreja y
oreja), que ha abierto por décima vez la puerta grande de la plaza de Acho.
Sus alternantes Julián López "El Juli" (saludos desde el
tercio tras aviso y silencio) y José María Manzanares (aplausos tras aviso y
silencio) no tuvieron la misma suerte ante los toros de Roberto Puga que, salvo el corrido en cuarto lugar, no tuvieron
presencia, fuerza, ni trasmisión, aunque si nobleza en sus acometidas. Los dos
primeros, anovillados, fueron reemplazados por su poco trapío, por ejemplares
de La Ahumada y San Sebastián de las Palmas.
El primero (bis) de La Ahumada era un manso sin fuerzas con querencia a tablas que no
permitió lucimiento en el tercio inicial. Tras las banderillas de trámite, Ponce
brindó la muerte a su amigo Mario Vargas Llosa, notable defensor de la cultura
taurina en el mundo.
El valenciano lidió a su adversario en el
tercio, mostrando técnica e inteligencia para someter a este animal. Lo llevó a
media altura, dejándole la muleta en la cara al final de cada pase para que no
se raje y regrese a las tablas. Aunque lo lidió con suavidad, pudo terminar
enroscándoselo en poncinas y
circulares que fueron ovacionados. Una faena para buenos aficionados que
terminó con una estocada desprendida que se premió con una oreja y una gran
ovación durante la vuelta al ruedo.
El corrido en quinto lugar era reservón, sin
fuerzas pero con fijeza. El maestro brindó la faena al público para iniciar su
labor con doblones necesarios para meter al astado en la muleta. Con paciencia
fue consintiéndole para extraerle buenos muletazos sobre todo por el buen pitón
izquierdo. Al pie de los tendidos de sol dio los pasajes de mayor lucimiento,
en una faena inverosímil. Un pinchazo y una estocada tendida acabaron con su
oponente, concediéndosele una oreja.
El Juli también tuvo una destacada labor con el primero (bis) de su lote de San Sebastián de las Palmas, que
embestía dando arreones y sin clase. El madrileño planteó la lidia
acertadamente, sacándolo de la querencia de tablas para buscar en los medios el
lugar más propicio. Comprendió a su adversario que se ceñía por el pitón
derecho, bajándole la mano en cada muletazo para, de ese modo, superar y
corregir los anotados defectos.
Siempre llevó con mucho poder y seguridad a su
oponente, en una faena que pudo recibir trofeo. Mató de media estocada. El
segundo de su lote de Roberto Puga
llegó parado a la muleta sin dar mayor juego. Lo despachó rápidamente.
José María Manzanares no tuvo el lote más
propicio y no pudo redondear su actuación. Al corrido en tercer lugar, le dio
tiempo y distancia para no agotarlo, siempre llevándolo con la muleta a media
altura para no forzarlo demasiado. Así logró una faena limpia gracias a la
nobleza del animal. Con mucho arte logró muletazos a un animal parado que no
acudía a los cites. Tras dos pinchazos en la suerte de recibir, mató de un
certero volapié con el que acabó con su enemigo.
La blandura y sosería del corrido en último
lugar impidió estructurar una faena, aún así tuvo algunos muletazos sueltos de
buena factura. Mató de una estocada caída. / JAIME DE RIVERO - EFE - fotos: EFE
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