miércoles, 12 de diciembre de 2012

DESDE EL BARRIO: El argentino saca el pecho


PACO AGUADO – altoromexico.com

Y no es precisamente Leo Messi, después de batir el record goleador del Torpedo Muller. Este es otro tipo de "torpedo", que diría el maestro Chiquito de la Calzada, y no "de la pradera" sino de la pampa: el ínclito Leo Anselmi, que anda estos días roneando de sus conquistas americanas en un vídeo que circula por la red.

El arcángel del animalismo, venido arriba tras su "triunfo" catalán, ha seguido después trabajando en firme por América. Y se jacta ahora del fruto y de los efectos de sus repetidas estrategias por los países taurinos del nuevo continente, de los réditos de tanto dinero bien invertido en los despachos y en los medios.

Tienen sus pretenciosas declaraciones un tufillo de mal entendido bolivarismo, una mezcla de chavismo refinado y de progresía barata y engolada, envuelto todo en un foulard de artesanía indígena.

Parece, por la manera en que se envanece, como si el pibito se hubiera dado una vuelta por la convulsa América liberando animales, como si al Che Guevara que la recorrió en moto empapándose de realidad le hubieran disfrazado de moñas de la corrección política y la moralina, con los mismos anteojos de los que le ponen gabardina a los perros.

Presume Anselmi de tener controlada la situación en Ecuador, en Venezuela, en Perú, en Colombia (aunque en Bogotá se puede llevar pronto una apabullante decepción), en base a las leyes que van dictando, y nunca mejor dicho, los políticos con los que tanto se ha visto años atrás. Y hasta se permite el lujo –no se si con impunidad– de relacionar a los ganaderos colombianos con el narco y los paramilitares.

Tan venidos arriba están ahora él y sus secuaces que, como si su obsesión antitaurina ya se les quedara pequeña, se han inventado nuevas causas delirantes, como la de salvar de la "esclavitud" a los caballos de tiro y, aún más alucinante, erradicar la pirotecnia de las ciudades porque el ruido de los cohetes molesta a los perritos. Sería digno de verles diciendo eso por las calles en las próximas Fallas de Valencia…

La cuestión es que siguen trabajando y que el demagogo argentino se sigue anotando tantos en las canchas americanas frente a las débiles defensas de un equipo taurino que sigue sin "entrenadores" que le marquen las estrategias. En América, como en España, las gentes del toro ejercen como desesperados apagafuegos ante los incendios provocados por pirómanos conocidos y previsibles.

Pero la Fiesta sigue. A pesar de todo, sigue. Y las figuras españolas vuelven a volar a las grandes ferias para ayudar a mantener viva la pasión, aunque no parece que sean plenamente conscientes de lo que eso significa, de la verdadera responsabilidad de su situación de privilegio.

Es cierto que varios toreros, pocos, se han hecho presentes por allí para intentar defender el rito en las altas instancias o para avalarlo con su presencia en las zonas en conflicto. Pero además de predicar hay que dar trigo, y defender el toreo con el ejemplo diario, con autenticidad en el ruedo y ante el toro.

No fue eso lo que sucedió con el cartel estrella de la feria de Lima, ante ese impresentable encierro de Rafael Puga con el que se anunciaron nada menos que Ponce, Juli y Manzanares. O lo que pasa con las menguadas corridas con que se ven los españoles cada domingo de Temporada ¿Grande? en la Plaza México.

Aun contando con las difíciles circunstancias de la cabaña de bravo en América y los patentes problemas de los ganaderos para reunir encierros parejos y con cuajo –en México apenas saben unas semanas antes sin van a lidiarlos o no–, no servir de nada decir una cosa en los despachos y hacer otra en la arena. Y más si, como parece, algunas de esas figuras pretenden hacer campañas más amplias a ese lado del Atlántico para escapar de la crisis que se desborda en esta orilla.

Cuidemos América. No sea que, a base de decepcionar al público y de devaluar el espectáculo, la próxima vez que tengamos que defender las corridas con muerte del toro haya que irse no a Latacunga sino a La Petatera mexicana, o a montar la portátil Torokuna por las cuestas los Andes.

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