Eso de “hoy se torea mejor que
nunca” ha terminado por convertirse en un tópico totalmente falso. En estos
últimos años el toreo ha sufrido una enorme adulteración debido a tres factores:
la superficialidad, el encimismo y el manierismo.
Domingo Delgado de la
Cámara
@Delgado_Camara
Eso de que “hoy se torea mejor que nunca” ha terminado por
convertirse en un tópico totalmente falso. Efectivamente, cuando Morante de la
Puebla cuaja un toro, aquello es maravilloso. Pero el toreo de Morante en
realidad no es el de esta triste época del toreo.
El toreo de Morante es
atemporal, o mejor dicho, reivindica un toreo que ya no se realiza. Otro tanto
podemos decir de José Tomás (cuya conducta torera es impresentable, ojo), que
realiza el toreo que se hacía hace cuarenta años, cuando entonces sí que se
toreaba mejor que nunca.
Aunque nadie lo diga, en estos últimos años, el toreo ha
sufrido una enorme adulteración debido a tres factores:
1.- La superficialidad
2.- El encimismo
3.- El manierismo
Vayamos por partes, diseccionando estos factores uno a uno.
1.- La
superficialidad
¿Las escuelas de tauromaquia son positivas o negativas a la
hora de formar toreros? Este es un problema muy complejo, y este no es el lugar
para abordarlo. Pero lo que es evidente es que todas estas escuelas lo primero
que hacen es dotar a los muchachos de una técnica defensiva y especulativa que
les proteja de los revolcones. Lo malo es que esta técnica defensiva también
lleva con ella todas los trucos y artimañas para adulterar el toreo. Y la
consecuencia final es ese toreo superficial y despegado que vemos tarde tras
tarde. Manolete impuso un toreo ceñido que fue seguido por la mayoría de las
figuras de los años cincuenta y sesenta (salvo por Antonio Ordóñez, que tapaba
con su empaque un toreo totalmente fuera de cacho). Y ese afán por pasarse al
toro cerca fue obsesión de todos los toreros, hasta hace poco. Ahora lo que
priva es el toreo despegado y sin aguante. Todo ese repertorio de toques hacia
afuera que vemos todos los días conduce a un toreo sin intensidad ni emoción. Y
por eso José Tomás la ha armado gorda, porque con todos sus defectos, que los
tiene y muy evidentes, ha vuelto a pasarse los toros cerca.
2.- El encimismo
Primeramente hay que decir que el encimismo es posible por
la poca casta de la mayoría de los toros. Rápidamente se ponen muy cerca del
toro y le pegan cien muletazos malos en faenas de metraje interminable. Vamos,
un coñazo. Eso sí, cuando de repente sale un toro con casta, se cuidan muy
mucho en guardar las distancias, y las faenas son cortitas porque sufren
delante del bicho. O sea, que si hubiera casta, el encimismo sólo estaría al
alcance de valientes de verdad. Pero como no hay casta, todos se meten encima
del bicho. Y este acortamiento de la embestida del toro desluce el toreo,
porque es muy bonito ver a un toro arrancar de largo. Eso sí, se ponen muy
cerca, pero después dan el toque para afuera para desplazar al toro, y el
muletazo resultante es corto, despegado y malo, única forma de que el toro no
te arrolle con los cuartos traseros. Estas faenas interminables, metidos en la
oreja del toro, son la gran penitencia del toreo actual. Todo esto se
resolvería, ya lo he dicho, con el toro de casta. Pero mientras no salga este
toro de casta, tendremos encimismo hasta en la sopa.
3.- El manierismo
¿Qué es el manierismo? Veamos que dice al respecto el
diccionario:
Manierismo: estilo artístico que se caracteriza por
presentar formas muy exageradas. Gusto por lo recargado o exagerado.
Y es que en el toreo actual la sencillez y la naturalidad
brillan por su ausencia. Casi todo es recargado, forzado, de mal gusto. ¿Han
visto la cara de los toreros cuando están toreando o salen de una serie? Parece
que están haciendo un esfuerzo sobrehumano, parece que están empujando una
piedra de mil kilos. Y ese componer la figura de la manera lo más tensa posible
y esas posturas de tablao…
Toda esta farfolla contrasta con la naturalidad de Pepe Luis
Vázquez, la delicadeza de Joaquín Bernadó o la sutileza de Paco Camino, por
citar solamente a tres. Ya nadie habla de la difícil facilidad, y nada más
difícil que estar delante del toro con naturalidad, con sencillez, como si el
toro no estuviese presente. Y en esto las escuelas de tauromaquia también
tienen su parte de culpa, empeñadas en la enseñanza del toreo más
estereotipado.
Además está el problema del concepto fotográfico del toreo.
El torear pensando en la foto ha sido desastroso. Muchos toreros en lugar de
preocuparse por llevar y traer al toro con limpieza y largura, están pensando
en poner la pose más jacarandosa posible para que les hagan una foto bonita. El
resultado es ese toreo sin mando en la embestida, de muletazo corto y series
cortas.
Cuando el torero se obsesiona en componer la figura, se le
olvida torear. La obsesión del torero debe ser llevar al toro lo más toreado
posible, con limpieza, largura y ligazón. Y cuando el torero lleva al toro
toreado, la figura se compone sola sin necesidad de preocuparse por ella. Y
surge la auténtica estética. El componer la figura sin llevar al toro toreado
conduce al toreo más banal, más superficial y más pueril.
Llegados a este punto, hay que hablar de otra moda nefasta
que ha surgido últimamente, la de los toreros riñoneros. Se trata de esos
toreros que se encajan mucho, metiendo los riñones y sacando la tripa. El toreo
resultante es malo sin paliativos. Porque es feo y además no se lleva al toro
porque el brazo tiene mucho menos vuelo. Al toro siempre se le ha llevado con
los brazos y con el pecho, no con la cadera. El padre de la criatura fue un
torero madrileño, muy celebrado por su variedad y su éxito en las corridas de
un solo matador, pero que en el toreo fundamental, no era ni mucho menos el
mejor. Hay que desterrar el toreo riñonero.
Y para acabarlo de fastidiar tenemos la confusión de
conceptos que padece la crítica taurina y que ofusca a muchos aficionados que
les leen. Por supuesto me estoy refiriendo a la crítica “independiente”, la
otra exalta a quien le paga, y nada más. Me estoy refiriendo al manido asunto
del cruzarse y de echar la pata p´alante. Asunto tenido como dogma por muchos
críticos, y que conduce al toreo despegado y de expulsión. Vamos, que desde las
grandes tribunas se está cantando el toreo más fácil y de menos mérito, que es
alabado como el no va más del clasicismo. Y no es así.
Lo verdaderamente difícil es quedarse en el sitio y ligar el
mayor número de muletazos posibles. Aquí es donde están las cornadas, no en
otro sitio. Y este es el toreo que hay que buscar y exigir. Lamentablemente,
casi nadie reivindica este toreo estático y ligado. Últimamente me paso la vida
viendo vídeos de hace cuarenta años. Vídeos de Antoñete, Paco Camino, El Viti y
algún otro. Fue entonces cuando se hizo el mejor toreo. También se toreó bien
en los años setenta y ochenta. Actualmente estamos en una diarrea de
surperficialidad, encimismo y manierismo, síntoma de la indiscutible decadencia
que vive la Fiesta de los Toros, digan lo que digan los apóstoles del
triunfalismo interesado.
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