A los 90
años de edad, en su casa de Galicia, donde residió desde que dejó su cargo en
la Escuela de Tauromaquia de Madrid.
El matador de toros toledano Gregorio Sánchez (1927-2017) ha
fallecido este jueves a los 90 años en su domicilio por causas naturales, según
han informado hoy a Efe fuentes de la familia.
Su hija mayor, Silvia, ha señalado que ha muerto alrededor
de las 19:15 horas en su casa de Galicia, donde residía junto a su mujer desde
que se jubiló en la escuela taurina de Madrid, hace tres años, y donde en los
últimos años hasta el día de hoy.
Aún no se conoce dónde se instalará la capilla ardiente, o
si sus restos se trasladarán a Madrid, pues la última voluntad del maestro de
Santa Olalla era que le incinerasen y esparcieran sus cenizas sobre el albero
de Las Ventas.
La plaza de la madrileña calle de Alcalá fue la que más
gloria le dio allá por los años 50 y 60, donde se erigió en figura del toreo
gracias a las nueve puertas grandes de Madrid que logró en su carrera, más una
décima como novillero.
Siempre se le recordará por despachar en apenas 80 minutos
seis toros en solitario, de la ganadería de Barcial, a los que, además, cortó
un total de siete orejas. Fue en la entonces tradicional corrida a beneficio
del Montepío de Toreros del 19 de junio de 1960 cuando Gregorio Sánchez se
instauró definitivamente en la cúspide del toreo de la época, lo que llevó a
ser líder del escalafón durante dos temporadas (1957 y 1958).
Pero antes había pasado muchas penurias, en la posguerra,
donde vio como siete de sus once hermanos fallecían, además de su padre, que
fue fusilado. Entonces encontró en el toro la vía de escape para huir del
hambre y la miseria.
Su debut en público tuvo lugar en 1948, cuatro años más
tarde debuta con picadores en Guadalajara, presentándose en Madrid, primero en
Vista Alegre, en 1953, y después en Las Ventas, en 1954. El 1 de abril de 1956
toma la alternativa en Sevilla, de manos de Antonio Bienvenida y en presencia
del mexicano Joselito Huerta, y en junio del mismo año la confirma en Madrid,
la primera de las muchas tardes de gloria que dio en el ruedo capitalino, donde
toreó 50 corridas de toros, logró 39 orejas, además de ser uno de los pocos
toreros en lograr cuatro apéndices en una misma tarde.
Tras 18 años de matador de toros decide retirarse en 1973,
matando otros seis toros en solitario en Madrid, pero su vinculación a la
actividad no cesó al convertirse en uno de los profesores de la escuela taurina
de Madrid, donde trabajó hasta su jubilación, y cuyo mayor éxito fue el ser uno
de los valedores fundamentales de Julián López 'El Juli', entre otros muchos.
Su poso como torero de corte clásico y dominadoras formas
quedan ya para el recuerdo. El año pasado se descubrió en la plaza de toros de
la capital un azulejo que homenajeaba "sus nueve puertas grandes en Las
Ventas y su magisterio impartido en la escuela taurina de Madrid", un acto
al que ya no pudo asistir y al que acudieron sus hijos. / EFE
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