martes, 20 de junio de 2017

DESAVENENCIAS - EL TOREO DE LUTO: La muerte, un suceso natural

"Le gustaba el flamenco. Defendía la íntima conexión de toreo y cante jondo".
 
JAVIER VILLÁN

Ha muerto un torero, nada nuevo. Ivan Fandiño. Muere un torero y tras la crispación inicial la Fiesta sigue y los aficionados vuelven a las plazas: muere un torero y no pasa nada. La cornada y la muerte están incluidas en el sueldo, que no es lo que más importa a los que se visten de luces. Una lista sombría: Joselito, Sánchez Mejías, Manolete, Paquirri, Yiyo, Manolo Montoliu, Soto Vargas... Eso lo saben y asumen todos los toreros.

Ser torero no es una profesión más, es una forma de entender la vida. A las cinco de la tarde un aquelarre de sombras y muerte se convoca en el redondel. La suerte o la muerte, escribió Gerardo Diego. «La muerte puso huevos en la herida a las cinco de la tarde», escribió Federico García Lorca.

Varios Papas, entre ellos Pío V, dictaron bulas de excomunión contra la grey taurina, fueran diestros o aficionados. La causa principal y acaso única era de índole teologal: la vida y el alma son cosa de dios, «ningún cristiano puede poner en peligro su salvacion». Felipe II Rey Católico, se negó a poner en práctica esas bulas.

Ser torero no es una profesión; es una forma de vivir, una conducta fuera y dentro de los ruedos. Es el único arte en que el ejecutor, el artista, se juega la vida frente a la víctima. El año pasado murió Víctor Barrio y se desataron las furias. Ningún aficionado quiere que muera un torero. Los aficionados no son desalmados. Pero, si la posibilidad de la muerte no existiera, la corrida carecería de sentido.

Iván Fandiño, un vasco con alma gitana. O andaluza simplemente. Nombre de revolucionario soviético, apellido gallego de la diáspora. Padres maketos, seguramente, como yo que lo fui en tiempos: maketo. Quizá por esto nos entendíamos las veces que conversamos, camino del tablao La Quimera, de su gran amigo Antorrín Heredia. Le gustaba el flamenco, defendía la íntima conexión de toreo y cante jondo, primos hermanos. Amigo leal de los amigos fieles. Le costó llegar y quizá no llegó donde quería.

Los dioses no perdonan a los osados.

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