El matador de toros Enrique Ponce recogió hoy en Las Ventas
su sexta Oreja de Oro, en la 49 edición de este prestigioso premio taurino que
concede el programa "Clarín", de Radio Nacional de España (RNE), al
triunfador de la temporada taurina, en este caso, la correspondiente a 2016.
Ponce recibió el premio de manos del secretario general de
la corporación RTVE, Javier Lamana, después de que la consiguiera por última
vez en 1997, imponiéndose en la votación final de aficionados y corresponsales
del programa "Clarín" a Alejandro Talavante y el peruano Roca Rey.
El torero de Chiva (Valencia), que acudió al acto acompañado
por su suegro y apoderado, Victoriano Valencia, reconoció que, tras sus 27 años
de alternativa, le sigue haciendo "mucha ilusión" recibir un galardón
que reconoce "toda una temporada" y que viene "de parte de los
aficionados".
"Este es el trofeo más emblemático que hay. Ganarlo es
siempre un privilegio por todo lo que significa, más aún después de casi 20
años sin lograrlo; de ahí que éste sea todavía más importante para mí",
señaló Ponce.
Por su parte, el ganadero Victorino Martín recibió el VI
Hierro de Oro e instó a los responsables de la televisión pública "que la
tauromaquia, sus ferias, tengan también cabida en los telediarios de TVE".
/ EFE
"No hay nada en el mundo como triunfar en Madrid"
A sus 27 años de alternativa, el diestro español Enrique
Ponce sigue firmando páginas de oro en la historia del toreo; la última, la del
2 de junio, cuando abrió su cuarta Puerta Grande en Las Ventas, un hecho que le
llena de felicidad porque, según él, "no hay nada en el mundo como
triunfar en Madrid".
En entrevista con EFE, Ponce recordó esa histórica tarde
cuando consiguió descerrajar la puerta de la gloria al cabo de 15 años después
de cortar sendas orejas a cada toro de su lote, de la ganadería de Domingo
Hernández.
"No hay palabras que puedan expresar lo que siente uno
en esos momentos. Solo sé que el dicho 'De Madrid al cielo' es absolutamente
cierto, porque la salida a hombros en esta plaza es única, es lo más cercano
que hay a tocar el firmamento con los dedos; con una intensidad, una emoción,
una entrega total de la gente... Es algo maravilloso", confesó Ponce.
Pero, más allá del triunfo, lo que más le ha
"alimentado" al valenciano ha sido "volver" a reencontrarse
con Madrid, sentir los olés de su afición y, especialmente, "poder cuajar
una tarde completa, llena de sensaciones, de mucha emotividad y con dos toros
muy diferentes".
El primero de su lote, segundo de la corrida, fue un toro
para recrearse toreando por el motor y la clase que demostró, y Ponce, que lo
vio ya de salida, lo cuajó de principio a fin, tanto con el capote, con el que
brilló tanto a la verónica como por chicuelinas, como con la muleta, donde
llevó a cabo una obra majestuosa de tanta belleza como sentimiento.
"Fue de esas faenas con las que sueñas cuando te
anuncias en Madrid. Gracias al ganadero, porque sin su toro no se hubiera
podido llevar a cabo y no hubiera podido sentirme tan torero, tan a gusto
toreando. Pienso que hubo momentos únicos, con el capote porque me pude
expresar como me gusta hacerlo, y qué decir con la muleta. Fue una comunión
total", recordaba el de Chiva (este de España).
Pero más relevante, si cabe, para él fue la que firmó frente
al cuarto, el toro más deslucido de la corrida por sus pocas fuerzas, sus
descompuestas acometidas y su falta de clase, al que Ponce fue ahormando poco a
poco hasta acabar obrando el milagro de un éxito por el que nadie apostaba.
"Jamás la voy a olvidar -asegura-. Creo que es de esas
faenas que cogen dimensión con el paso del tiempo porque fue un toro realmente
complicado, y yo nunca tiré la toalla con él, siempre traté de 'educarlo' para
poder extraer lo mejor y lograr una faena de esas que calan hondo en el
aficionado y en los profesionales", remarca.
Ni el sector más crítico de Las Ventas, los que conforman el
tendido 7, que tanto le han censurado a lo largo de toda su carrera, le
protestó ninguna de las dos faenas, ni siquiera la falta de rotundidad con la
espada en ambas.
"Yo sentí mucho cariño y, sobre todo, respeto durante
toda la tarde; y, aunque la afición de Madrid es exigente y muy dura con los
toreros, puedo asegurar que, desde que vine de novillero hace ya 30 años,
siempre se ha entregado conmigo, y el pasado viernes fue otra vez así", añade.
/ Javier
López - EFE / Foto: Aníbal García Soteldo
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