"Se ha ido mi maestro, la persona que se desvivió por
mí y que siempre creyó que podía ser lo que soñaba. Muy apenado por la pérdida
de quien he querido y admirado como torero y como persona, pero sobre todo por
su dedicación, entrega y pasión hacia mi carrera y mi tauromaquia. Nunca podré
agradecerle todo lo que ha hecho por mí... Hasta siempre, maestro". Son
palabras de Julián López 'El Juli' quien, como todo el toreo, llora y lamenta
la muerte, a los 90 años, del maestro Gregorio Sánchez.
La sobriedad y el sabor castellano de este torero,
considerado digno sucesor de la tauromaquia representada por Domingo Ortega,
por su toreo inspirado en el valor, en el dominio y en la sinceridad, le
hicieron ganarse la consideración y el reconocimiento de torero "de
Madrid". Nueve salidas a hombros como matador de toros, además de una de
novillero, cincuenta corridas toreadas y treinta y nueve orejas cortadas, es el
soberbio palmarés que presenta Gregorio en Las Ventas, donde gozó de enorme
cartel y en la que figura a la cabeza de un cuadro de honor en el que sólo le
preceden Camino, Bienvenida y El Viti.
Gregorio Sánchez tuvo una vocación por el toreo algo tardía,
de ahí que hiciera su primer paseíllo en la plaza madrileña ya maduro, con 27
años de edad, y como novillero ya obtuvo un sonado triunfo en la tarde de su
despedida del escalafón inferior.
Tras su alternativa en Sevilla el 1 de abril de 1956 de
manos de Antonio Bienvenida (algo inusual que un torero castellano recibiera el
doctorado en la Maestranza), el 14 de junio siguiente César Girón se la
confirmó y ya en su posterior corrida, la de la Prensa, cosechó su primer gran
triunfo en Madrid como matador.
Gregorio consiguió sus mayores éxitos venteños en corridas
benéficas, como en 1957, con dos Puertas Grandes consecutivas de cuatro y tres
orejas en las corridas de la Policía y de la Prensa, respectivamente o en 1960,
volviendo a triunfar con fuerza en las extraordinarias de la Prensa y del
Montepío de Toreros.
Aquella tarde del 19 de junio del 60 Gregorio Sánchez dejó
escrita una página gloriosa en la historia de la Tauromaquia y de la plaza de
Las Ventas. El Montepío, que atendía principalmente al sostenimiento del
Sanatorio de toreros, atravesaba una delicada situación económica y dependía de
la celebración de esta corrida, en la que Gregorio decidió tirar para adelante
gratuitamente y en solitario frente a seis toros de Barcial, a los que cortó un
total de siete orejas en el tiempo récord de una hora y cuarto. Acabado el
festejo, el héroe de esta gesta cruzó en volandas la Puerta Grande y fue
llevado así hasta el Sanatorio de toreros en lugar de a Manuel Becerra, como era
costumbre.
El de Santa Olalla, padrino en esta plaza de las
alternativas de El Viti y Andrés Vázquez, conseguiría en la feria de otoño de
1963 su sexta puerta grande, las dos siguientes en el 66 y su décima y
definitiva ya en 1970, durante la feria de San Isidro y acompañado de El
Cordobés y El Viti.
El 30 de septiembre de 1973, Gregorio se despidió del toreo
en Las Ventas enfrentándose en solitario a una corrida de Aleas, la divisa
colmenareña de la que se decía "los aleas, ni los veas". Tarde
ventosa en la que se llenó la plaza pero no hubo suerte y el público,
implacable, le trató con una dureza nada acorde con el historial conseguido en
esta plaza.
El mismo año de su adiós, recibió la Cruz de Beneficencia
por su desinteresada participación en numerosas ocasiones y sus gestiones en
pro del Montepío de Toreros, del que fue presidente durante muchos años.
Una vez colgados los trastos, Gregorio Sánchez destacó por
su labor durante más de tres décadas como director artístico de la Escuela de
Tauromaquia de Madrid. Allí, en las añoradas instalaciones de El Batán, forjó
en sus inicios las carreras del Niño de la Taurina, Cristina Sánchez, Luis
Miguel Encabo, Uceda Leal o El Juli, por citar a algunos de sus discípulos más
representativos. Todos recuerdan al maestro por su carácter, su personalidad,
por su noble corazón... y les escuchas decir que les inculcó como nadie los
valores del toreo y que si no hubiera sido por él la mayoría se habrían quedado
en el camino.
Muchos de estos toreros, además de ganaderos, periodistas y
aficionados se sumaron con su firma a la petición del homenaje pendiente y que
por fin se saldó en San Isidro del pasado 2016, con el descubrimiento de un
azulejo en los pasillos de Las Ventas y que vino a poner las cosas en su sitio
sobre quien se dijo, en aquella inolvidable mañana venteña: "A la Fiesta
le hacen falta muchos Gregorio Sánchez".
Gregorio Lozano Sánchez nació en Santa Olalla (Toledo), el 8 de mayo de 1927 y ha fallecido en Vigo (Pontevedra), el 22 de junio de 2017.
Gregorio Lozano Sánchez nació en Santa Olalla (Toledo), el 8 de mayo de 1927 y ha fallecido en Vigo (Pontevedra), el 22 de junio de 2017.
No hay comentarios:
Publicar un comentario