jueves, 1 de junio de 2017

FERIA DE SAN ISIDRO – VIGESIMOSEGUNDO FESTEJO: El bluf que se veía venir

Una corrida vacía de Juan Pedro Domecq da al traste con el cartel estrella del regreso de Manzanares; sin pulso Cayetano con un toro de buen aire de Juan Manuel Criado Holgado; confirmó sin opciones Joaquín Galdós.
Cayetano
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO de Madrid
Foto: EFE

Comienza aquí la crónica de un castañazo monumental y presentido. Cómo sería que, aun siendo breve la función, o la defunción, a las dos horas exactas las 24.000 almas que habían abarrotado Las Ventas para deleitarse con el regreso de Manzanares después de «Dalia» y la vuelta de Cayetano tras cinco años de ausencia, huían como de la peste. Si alguien quiere ahorrarse la lectura, queda disculpado. 

Confirmó alternativa Joaquín Galdós con «Esbelto». Un toro bajo, tocado arriba de pitones, colorao y chorreado, que se definió pronto. Desgraciadamente, no para bien. Poco interés en los capotes, siempre con la cara por la esclavina, un par de amagos de asomarse al callejón, pobre nota en el caballo... José María Manzanares pidió innecesariamente permiso a la presidencia para ejercer de padrino en la ceremonia. Galdós se dobló camino de los medios. Como para ahormar. Y fue generoso con la distancia sobre la derecha. De la inercia dependía que el juampedro viajase. Tan apoyado en las manos. De escasa humillación. Más cortito a izquierdas. Y se afligió cuando el toricanto lo apretó y no le dejó parar en la serie más intensa de redondos. Lo pasaportó con un fulminante espadazo en el rincón.

La estocada de Manzanares sí que se hundió por todo lo alto. Tan poca fe llevaba el torero en el toro que había salido con la espada de verdad. A su simpleza exterior -la expresión lavada, apenas la seriedad de las puntas por delante- se sumó su pobre fuerza interior. Un alma en pena. "¡Y sin picar!", como una voz atronadora recordó.
José María Manzanares
Un palmo y pico medirían las manos del chato tercero, armado como si amenazase al cielo. Cayetano, ya se había estrenado en su vuelta con un quite por tafalleras y una larga afarolada en el turno anterior, se estiró a la verónica. Como engomados el capote y la figura. El juampedro colocaba la cara. Con mejor inicio que final. Y así sucedió también en la brega medida de Joselito Rus y en la muleta. Superior, por cierto, Iván García con los palos. Cayetano dibujó un bonito prólogo. El acento cargado en un cambio de mano y en una trincherilla. Después el toro no terminó nunca de humillar, vacío de bravura y apagado de poder. Los tirones tampoco procedieron. Ni ayudaron.

José María Manzanares pasó de puntillas con otro cinqueño que caminaba pisando huevos. Trémulos andares a trompicones. Uno de los tres cinqueños de Juan Pedro. La testa como argumento. Un bostezo inmenso provocaba su negación. Ni fuelle ni voluntad de romper hacia delante. A Manzanares se le cayó esta vez la espada a los sótanos.

La corrida de Domecq venía remendada por un toro de Juan Manuel Criado. Una confusión en la tablilla lo anunció como si fuera de la ganadería titular. Ya hubiera querido Juan Pedro. Un cinqueño bajo, aleonado, un punto bastito, como cargado por delante, amplio el cuello, abierto de palas pero estrecho de sienes. Y de buen aire. Cayetano se infló en los ayudados por alto. Como henchido de pronto. Y se desinfló a la misma velocidad en una faena en el inicio desajustado por la mano izquierda, algo más reunido a derechas y sin pulso ni orden en su construcción. Toro fácil y dormidito. Con su punto de clase para haber estado de otro modo. Cayetano no se pareció al Cayetano de Sevilla. Ni despertó. La plaza siguió su duermevela. Sin estremecerse con la mirada azul del torero clavada en los tendidos en un parón aguantado desde la pala del pitón. Cobró una estocada algo tendida con su peculiar estilo y recogió una ovación.

Galdós fue el último en cumplimentar al Rey Emérito. Sentido el brindis de un peruano por España, "que es mi segundo país". No valió la ofrenda del zancudito sexto. Levantado del piso pero no de moral. Otro bluf. Como la tarde. Como el cartel estrella. El confirmante se encasquilló con la espada para rematar el fiasco. Que se veía venir.

Usted junta, amable lector, en una misma coctelera determinados nombres, la agita y ... ¡Boom! ¡Petardo!

JUAN PEDRO DOMECQ | José María Manzanares, Cayetano y Joaquín Galdós
Toros de Juan Pedro Domecq, tres cinqueños (1º, 4º y 6º); de simple presentación; vacíos, sin fuerza ni poder; y uno de Juan Manuel Criado (5º), de buen aire.
José María Manzanares, de sangre de toro y oro. Estocada (ovación). En el cuarto, bajonazo (silencio).
Cayetano, de celeste y oro. Pinchazo y estocada (palmas). En el quinto, estocada tendida. Aviso (saludos).
Joaquín Galdós, de tabaco y oro. Estocada desprendida y fulminante. Aviso (saludos). En el sexto, cuatro pinchazos y estocada caída. Aviso (silencio).
Monumental de las Ventas. Jueves, 1 de junio de 2017. Vigésima segunda de feria. Lleno de "no hay billetes".
Joaquín Galdós confirmando alternativa de manos de José María Manzanares y Cayetano Rivera Ordoñez.

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