Kike Rosales
@kikefutbol
El día de la
juramentación de la nueva comisión taurina, la primera declaración del recién
nombrado presidente fue que como según el reglamento la primera oreja la otorga
el público la daría incluso con un bajonazo incluido.
Su presencia dentro
del organismo ha sido rechazada por todos los integrantes de la prensa, su afán
esta en lo que llaman “la limpieza del callejón” como si en ese hecho estuviera
la salvación de la fiesta.
El barrido de esa
parte incluye a destacados comunicadores, que tienen programas taurinos todo el
año (Santiago Morales) o los fotógrafos, a los que el presidente consideran que
no son dignos de estar allí, el único que fue acreditado (Golfredo Rojas)
prefirió quedarse en los tendidos, un acto de dignidad que valora la integridad
de “Godo”.
La difusión de las
corridas en Venezuela depende de pocos comunicadores, los mismos que andan por
las plazas del país pagándose sus propios gastos para conseguir argumentos tan vacíos
como uno de “es que quieren ver la corrida gratis” que tiene tan poco
razonamiento que da risa.
El poder tiene
muchas historias que de verdad son inolvidables, una de ellas la del
Salvadoreño Maximiliano Hernández Martínez, quien además de crueles masacres le
dio por inventar un péndulo para descubrir supuestamente que alimentos estaba
envenados, quizá el símil con lo de los toros en san Cristóbal es darle rango
legal a la triquiñuela del bajonazo, o
sacar a los fotógrafos del ruedo por un supuesto nuestro para darle sentido, “en
la tarde el flash encandila”.
La majestad de la
presidencia de una comisión taurina se debe basar en el conocimiento, que la afición
aprenda, que las decisiones tienen poca protesta porque quien las da no solo conoce
de encastes, reglamento también tiene
sensibilidad y criterio, que sabe quiénes son los comunicadores del mundo toro; que conozca quienes son los
miembros de esta especie de “masonería”, cuando se habla del bajonazo como acto
legal nos muestra que las demás decisiones por desconocimiento van acabar definitivamente la capacidad de asombro.
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