Castella cuaja el toro de la
corrida y sale a hombros. El Cid en gran lidia doma un indómito. Santiago
Naranjo se juega el tipo en los medios. Bello, aunque dispar y a menos el
encierro de Achury Viejo.
JORGE ARTURO DÍAZ REYES
@jadr45
Fotos: JADR
Eran casi las cinco cuando saltó el toro más buenmozo de lo
que va de temporada en Colombia. Lo recibió una ovación espontánea. “Soler”,
cuatreño de 496 kilos, negro, astifino, delantero, bien armado, como toda la
corrida, hondo, badanudo, enmorrillado, musculoso del cuello al rabo que barría
la arena. Se agarró con Cayetano Romero en bravía y desigual pelea. Luego,
aunque dio toda la lidia en los medios, tardeó y pasó carialto, con franqueza
pero sin codicia y yendo a menos. ¡Qué importa! Ese talante es uno de las
muchos que se dan en el toro, y para todos ellos debe haber toreo. Pero la
emoción estética de verlo en la arena compensaba la otra emoción que no
provocaban sus descafeinados viajes. El toro que sea toro, lo demás viene por
añadidura, y en esta Colombia taurina eso se valora mucho más por su rareza.
Los otros, aunque menos, cuatro de ellos en el club de los
cuatrocientos cuarenta y tantos que parece acuerdo tácito nacional en las
tablillas, para no salirse de la ley (por debajo), consolaban con su lámina,
menos el cuarto que mostró escaso cuajo pero se fue arriba. Lo condesos de
Achury Viejo pasan, por su apostura, sus primeros tercios y su variedad que dio
pie a un festejo rico en cosas importantes. Les cortaron tres orejas además, y
no fue porque las regalaran.
El Cid, saludó vistoso con verónicas, media, delantales,
medía, y otra más en el quite que fue una pintura. Pero luego, tras las
primeras tandas musicalizadas, resultó arrollado y allí acabó la cosa. La gente
la cogió con el toro e ignoró al torero. Dos injusticias en una. El cuarto le
marcó un puntazo en la rodilla izquierda antes de la reyerta picadora con
“Luisín” quien se retiró sobriamente. No se amilanó Manuel, pa´lante, trapo en
mano le fue bajando la cabeza de las nubes al suelo, se adueñó de sus arremetidas,
lo llevó a los medio y allí lo puso a circular y a comer en la mano. Faena de
lidiador. Faena de torero. Faena de poder y de arte. Faena para aficionados.
Estos pidieron las dos y Usía que parece no tener nada que ver con ese gremio
la subvaloró con una. Pero ahí quedó eso.
Sebastián Castella, tramitó fríamente la sosa condición del
segundo, los oles de la hinchada sonaban huecos, disociados de lo que pasaba.
Cuatro pinchazos los callaron. Mas el francés no es de los que se resignan.
Intentó romper en el recibo al quinto y no pudo. Pero el quite, cinco
chicuelinas apretadas y revolera, cantó su decisión de triunfo. Como un poste,
cito de tablas a la boca de riego, e impertérrito, estatuario, aguantó los
vertiginosos galopes seis veces por pecho y espalda. La monumental estalló, y
de allí en adelante, todo fue clamor, y ni se diga con la noria, suerte reina
del toreo posmoderno. Ya dueño del patio, pegó un estocadón de padre y señor
mío, y los pañuelos del palco salieron al tiempo con los de los peticionarios.
Era una rumba loca, tanto que hasta pidieron la vuelta para el toro sin
importar sus salidas finales, carialtas y distraídas. Menos mal que no la
dieron.
Santiago Naranjo se gano el torazo tercero que no descolgó
nunca. David y Goliath, esa desigualdad avaló al pequeño manizalita que se
ofreció valiente por la cara y en el platillo siempre. De allí no salió, hasta
que con un pinchazo y estocada delantera lo tiró. “No se como lo maté, era más
alto que yo” me dijo después al pasar por el callejón. Recibió el sexto con
larga y farol ambos de rodillas frente a chiqueros. Por falta de arrojo no fue.
Chicuelinas, marineras, revoleras y después una brega de mano izquierda
sincopada por las tardanzas del rocha, y abortada por su renuncia irrevocable a
embestir. Dos veces se tiró a la cuna en el volapié. Dos veces sepultó la
espada toda. La primera se la tragó, la segunda lo mató. Un leoncito Santiago.
Y pensar que tres o cuatro borrachos le pitaron.
Tarde de toros y toreros. Las tablillas esta vez fueron lo
de menos.
FICHA DEL FESTEJO
Sábado 9 de enero 2016. Plaza Monumental de Manizales. 6ª de feria.
Sol. Lleno.
Seis toros de Achury Viejo
(en Conde de la Corte), bien presentados y desiguales de juego. Aplaudido de
salida el 3° y de arrastre 4° y 5°, silenciado el 2°, y pitados los otros.
El Cid, silencio y oreja.
Sebastián Castella, silencio y dos orejas.
Santiago Naranjo, silencio y silencio.
Incidencias: Saludaron: Francisco Robles tras parerar al 4° y Jaime Mejía tras parear al 6°. Al final de la corrida Sebastián Castella salió en hombros.
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