PACO AGUADO
En el mediodía de este día de Reyes, aún hay tiempo de redactar
la carta de peticiones taurinas a unos "magos" muy concretos, que no
llegan ni son de Oriente, sino los encargados por la Comunidad de Madrid para
redactar el pliego de arrendamiento de Las Ventas entre 2017 y 2021: el más
determinante de cuantos ha tenido la primera plaza del mundo en los últimos
cuarenta años.
Ya que el coso de su propiedad saldrá a concurso a mediados
del próximo otoño, corresponde mandarle esta carta de peticiones a la gente del
gobierno regional de Madrid y no a la del ayuntamiento de la capital, que estos
días, en un giro que califican de "laico", aunque más bien podría ser
estúpido, prefiere tener "reinas magas" en las cabalgatas de los
barrios, por aquello de fomentar la "igualdad de género".
Y no sólo eso, sino que también han decidido eliminar del
tradicional desfile de Reyes los caballos de los pajes y de la policía
municipal, las docenas de ocas que se traía todos los años un paisano de
Palencia y, en el summum de su bondad, hasta los típicos y pacientes camellos,
porque dicen tan franciscanos munícipes que quieren evitar el "maltrato
animal" ante el "estrés" que sufren los animalitos…
Y es que en esta España revuelta de política circense la
pendejada está llegando a niveles preocupantes, y en especial en Madrid, una
sucia y dejada ciudad regentada por esa máquina de soltar chorradas que es la
alcaldesa Manuel Carmena. Sí, esa misma "progresista" que ha ejercido
de Herodes con los niños de la Escuela Taurina quitándoles la rácana asignación
económica, mientras ella y sus secuaces se quedan con los 30 mil euros (unos
550 mil pesos) del Premio Nacional de Tauromaquia que ha concedido al centro el
Ministerio de Cultura.
Así que, como los "magos" y las "magas"
del ayuntamiento de Madrid sólo nos dejarán carbón a los taurinos –si es que,
como se rumorea por ahí, no están preparando también un plan para seguir
jodiendo el próximo San Isidro–, habrá que poner nuestra inocente ilusión de
este día de Reyes en lo que nos puedan traer en los próximos meses los
responsables de un pliego que decidirá no sólo el futuro de Las Ventas sino
también el de la propia fiesta de los toros en España.
Y el mayor deseo que se les puede pedir en estos momentos es
que la plaza vuelva a ser lo que fue, que recupere no ya su prestigio, que ese
no se ha terminado de perder a pesar de tantos errores acumulados, sino su
vitalidad, su condición de centro geodésico de la tauromaquia y también de
lugar emblemático de la capital.
Por eso, antes que cualquier otra circunstancia, sería bueno
que ese pliego de condiciones que se está redactando estos días haga hincapié
en la necesidad de volver a colocar a la plaza entre la oferta cultural de
Madrid, una ciudad donde, por una dilatada desidia empresarial, hoy por hoy es
casi imposible saber si se celebran corridas de toros, salvo, claro, en la
feria de San Isidro, que se vende por sí sola.
Vista la deriva de la plaza en los últimos años, es urgente
volver a meter al público local y nacional en todos esos festejos del resto de
la temporada, y para ello el pliego, hasta en perjuicio del canon económico,
debería primar, por no decir exigir, un plan de publicidad, promoción y precios
reducidos que cambie la dinámica.
Sólo así se desterrará esa perniciosa pero ya encallada
costumbre que, como pasaba en los últimos años de la Monumental de Barcelona,
consiste en conformarse con sólo con mil y pico de "guiris" en los
tendidos durante los meses de verano. De la misma manera que habría que impedir
que las agencias de viajes sean las que condicionen el tórrido horario
veraniego de los festejos, para que, por ejemplo, vuelvan las nocturnas de
julio y agosto, de siempre con tanto y más lógico tirón popular.
Claro que para eso se necesita también hacer una
programación atractiva, elaborar carteles con interés y no, como viene
sucediendo, esos grises rellenos de trámite que se cierran a un mes vista con
enchufados y recomendados a comisión y que tienen los lamentables resultados
que se llevan viendo demasiado a menudo.
Se trata de ofrecer auténticas oportunidades y estímulos a
novilleros y matadores relegados pero con verdadera proyección, para lo que, en
vez de dejarlo al azar, basta con un par de "ojeadores" de toreros que
pulsen la situación del escalafón. Aunque en esto del toro nada es seguro,
apuesten doble contra sencillo que con esa política el aficionado volverá a
ilusionarse y pasarán más cosas de interés sobre la arena, y Madrid seguirá
lanzando nuevos nombres a la fama.
Ese cambio de mentalidad, que debería convertirse en un
modelo a seguir en otras plazas, se antoja aún más importante en un momento tan
difícil como el que atraviesa actualmente el toreo, con las ferias grandes
cerradas a cal y canto por los instalados, con menos oportunidades para los
aspirantes en plazas menores y con una nueva reducción de festejos a la vista
con los ayuntamientos de la "nueva izquierda" dejando los toros fuera
de sus presupuestos de fiestas.
Por eso sería bueno que este nuevo pliego no volviera a
valorar tanto la "experiencia" de los concursantes –que, además, va
contra la normativa europea– como su grado de apuesta por la imaginación y su
capacidad de inversión para sacar a la Monumental madrileña de la dañina rutina
que lleva años oxidándola.
Y aunque la patronal taurina lleva ya tiempo tomando
posiciones sigilosamente de cara a este concurso –hasta el punto de que puede
que esas estrategias venteñas hayan sido la verdadera razón del retraso y la
falta de unanimidad acerca de la Fundación del Toro–, sería también de
agradecer que el gobierno madrileño pusiera en práctica esa nueva palabra de
moda en la política española: la transparencia.
Más que nada para que, por primera vez en tres décadas, la
concesión de la plaza no tuviera ese tufo a pucherazo de las anteriores, que
más que para empresarios taurinos con méritos parecieron hacerse como premio a
patrones de otros sectores más potentes y "colaboradores" con cada
gobierno de turno.
Sea como sea, la presidenta Cifuentes y sus asesores deben
ser conscientes de que, con la que le está cayendo al toreo, este que están
redactando ya no es un pliego de arrendamiento más en la historia de la plaza.
Y si es cierto que el Partido Popular, como presume, protege y fomenta el
toreo, deben dejar en él las cosas muy bien atadas por lo que pueda pasar
políticamente en España en los próximos años. Porque la tauromaquia se juega
mucho en el próximo concurso de Las Ventas. Entre otras cosas, que no sea el
último.
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