Garibay cruzó un umbral emocional
que doblaría hasta el más “pintado”, el de pasar de la desilusión y el
aburrimiento al del triunfo grande el pasado domingo en La México.
ADIEL ARMANDO BOLIO
Foto: EFE
Es torero bueno, que contagia su alegría y a la vez
evidencia la larga lucha que ha sostenido en pos de conservar lo que más ama en
la vida, ser torero, aunque dentro de ese idilio taurino haya tenido que tocar
fondo debido a la desilusión y el aburrimiento que provoca la indiferencia
cuando las cosas se hacen bien. Sin embargo, por su constancia e inquebrantable
carácter Ignacio Garibay ha reclamado en el ruedo de la Monumental Plaza México
este domingo 3 de enero su sitio como relevante espada en el escalafón
nacional.
La charla, aunque amena, fue de mucha verdad por la forma en
que con extrema realidad ve ahora la vida el diestro de tez morena. Se llevó de
su mano al gran coso de Insurgentes a través de la estupenda faena que le
ejecutó al toro llamado "Ilusión” de la dehesa de Arroyo Zarco. Garibay
cruzó un umbral emocional que doblaría hasta el más "pintado”, el de pasar
de la desilusión y el aburrimiento al del triunfo grande.
"Ha sido una tarde feliz, importante y que necesitaba
de verdad no para mantenerme porque por fortuna ante la falta de torear me las
he tenido que arreglar para no dejar de proveer en mi casa, a mi esposas y mis
hijos. Sin embargo, estoy seguro de que el toreo es mi bienestar personal, lo
que me hace vivir, tener ilusión pues tengo todavía mucho que disfrutar en mi
profesión. No sé qué vaya a pasar ahora tras este triunfo pero de lo que si
estoy seguro es que sea lo que Dios quiera”, comentó con ideas claras Garibay,
con ya 16 años de alternativa.
Sobre cuál era entonces la situación de Ignacio Garibay
antes de esta corrida en la Monumental Plaza México, señaló que "me aburrí
y por ello me alejé del medio. A veces es sano hacer pausas en el camino, me
cansé, me hizo mucho daño la injusticia, no encontraba nada y por ello me hice
a un lado para replantear mi carrera taurina y en ese tiempo de inactividad me
di cuenta de que no debía y no podía dejar de llevar dinero a la casa pues de
mi dependen mi esposa y mis hijos. La exigencia familiar es mucha pero
igualmente de daba cuenta de que torear un día y luego un mes no me estaba
mermando mucho en lo anímico y económico. Así no valía la pena seguir toreando.
Por un momento pensé que se arreglaba la situación pero estuve bien a secas,
estaba incómodo, pero si me di cuenta y sobre todo confirmé que son mayores mis
ganas, mi afición y mi pasión. De ahí que este Año Nuevo decidí tomarlo con
toda la seriedad después de que en 2015, a pesar de torear poco, cinco o seis
corridas, en todas triunfé y sin cuentos”.
La tarde de este domingo tuvo algo de mágica, pues el toro
que te revitalizó se llamó "Ilusión”. "Todo fue perfecto, en su
momento, pues aunque en mi primer toro hubo petición de oreja celebro que no se
me haya otorgado porque a mí no me gusta que me regalen las cosas. Y vino el
segundo toro ‘Ilusión’ y yo estaba disfrutando todo, desde que me vestí de
luces en el hotel, ahí en esa soledad donde la ilusión te echa para adelante,
andaba de buen humor, tranquilo y así todo fue diferente. Creo que fueron
mensajes que supe captar y los asimilé para saliera todo bien. Ese fue el
momento y ahora lo que tenga que venir lo aceptaré, sin frustración alguna, no
me igual pero a la vez no me apura pues cuando se me requiera en una plaza de
toros estaré más que listo y dispuesto. Yo estoy para torear”.
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