lunes, 25 de enero de 2016

ENCUENTROS DE BENLLOCH CON... FUENTE YMBRO: "Creo en la bravura, es la gran verdad, la gran defensa del toro" (1ª PARTE)

"Una temporada en la que tus toros se hicieron merecedores de cuatro vueltas al ruedo en plazas de primera no es fácil de alcanzar para nadie. Además la media fue muy buena. La corrida de Sevilla fue excelente y del colofón de Logroño qué te voy a decir".

JOSÉ LUIS BENLLOCH

Un cordobés en Jerez. Que quede claro, que la cuna es la cuna. Apasionado por los toros. Y por los amigos. Y por su Andalucía. Devoto de la familia, de Ojeda y de la Jurado. Práctico y llano. Menos duro de lo que pretende aparentar. Un tipo con una capacidad de trabajo desbordante. De poco glamour y mucha fuerza. Seguro de sus creencias -muy seguro diría- directo, preclaro, poco dado al disimulo, un ganador, en realidad un volcán en erupción permanente en el campo, en la ciudad, en la plaza, en el despacho y en los aviones donde habita. Te puede recitar de memoria todas las reatas de su ganadería, madres, hijas, juego y plazas donde se lidiaron sus productos, o los modelos y precios de un extenso catálogo de muebles o el ranking más actual de los mejores vinos del momento o recordar el nombre de aquel chico que vio un día en una becerrada y le pareció que tenía algo o de aquel otro al que no le vio nada.

Es Ricardo Gallardo, el de Fuente Ymbro. Llegó a la élite ganadera con la contundencia y la rapidez del trueno, sin fincas heredadas, sin apellidos, sin tradición familiar, lo logró en apenas veinte años aunque mucho me temo que a él, como a Machado, lo que le hubiese gustado era ser torero. Ese era hasta ahora su secreto. “A mí lo que me hubiera gustado es ser torero”, se le escapó.

¿Tú crees en la bravura?
No voy a creer! Esa es la gran verdad, la gran defensa del toro.

¿Crees en el toreo?
Creo en el sentimiento, el arte, el esfuerzo, la verdad… así que tengo que creer en el toreo. A la fuerza.

¿Crees en Dios?
Yo creo en lo que hay que creer. En realidad creo que es necesario creer en Dios.

¿Crees en Santo Domecq?
Sí, creo. Asómate a la ventana, mira los cercados de Fuente Ymbro, si no creyese...

¿Norte o sur?
Mi sitio es el sur.

¿Guerra o paz?
Eso está muy claro, tierra firme.

Guerra, he dicho guerra o paz.
Eso está más claro aún, paz, que hace mucha falta.

Y tanto como hace.
Dímelo a mí que tengo dos en casa.

Solo falta que digas que no puedes pasar sin ellas.
Sí pero no lo pongas.

De acuerdo. ¿Arrancamos?
Cuando quieras. Espera que atice el fuego.

Espero. Afuera apenas se escucha ya el turreo de los toros, se habrá calmado el levante, habrán firmado la paz que recomienda el amo.

Ser un buen ganadero es una cuestión de ciencia, de instinto o de ex­periencia?
La ciencia no sabría dónde encajarla. El instinto sí es muy importante. Hay cosas que casi sin verlas hay que imaginárselas. E imaginárselas además con realismo. Y la experiencia también es importante. Según vas viendo cosas vas aprendiendo, lo que no quita que no te sigas equivocando. La ciencia no la veo necesaria. Y hay otra cosa clave.

¿Cuál?
El realismo. Hay que ser muy realista. No te puedes creer cosas que te vengan bien o que tú quieras ver. Hay que tener un conocimiento de la realidad aunque duela. Si la ganadería te entra en un bache hay que aceptarlo y más que preguntar por qué has llegado ahí, hay que buscar la solución.

Ponnos un ejemplo.
Un caso frecuente. Hay quien buscando toros para plazas de primera se queda con el trapío y se olvida del comportamiento. Y eso es peligroso.

Y hay gente a quien la ves o la escuchas y te dices este no puede ser ganadero en la vida.
Es verdad. Sucede con todo el que no tenga afición. Y se les nota mucho.

¿Cómo, en qué?
Esto te tiene que gustar, tienes que dedicarle tiempo, vivirlo y si no… Hay veces que llegas a una plaza y ves al ganadero preguntando qué toro es aquel o aquel otro siendo suyos. Ese es muy mal síntoma, el peor. En esos casos puede que sean propietarios pero no son ganaderos. Cuando yo comencé a ser ganadero, Álvaro padre me quiso echar un piropo y me dijo tú tienes afición, adelante. Y si lo decía él era porque era clave.

¿Él fue el mejor en esto?
En personalidad, como hombre, como referente dentro del mundo del toro, para mí fue el más importante.

No fue la de don Álvaro una deducción difícil. Que Gallardo tiene afición se huele a kilómetros.
Pero él lo vio y eso refuerza mi teoría. Le agradecí que me lo dijese. ¿Y sabes?... la afición aún es más importante cuando llegan los momentos malos, en esos casos el que no la tiene se quita de en medio.

¿Para la gloria valen todos?
Casi todos. Es más fácil acompañar a la gloria que estar en el fracaso, pero tampoco valen todos.

Chimenea de Fuente Ymbro. Café caliente, pastas, un buen sillón, mucha memoria, tranquilidad y una temporada pletórica al fondo. Me cuenta Ricardo Gallardo que la temporada de Fuente Ymbro-2015 ha sido muy extensa, con una presencia mayoritaria en plazas de primera, Valencia, Sevilla, Madrid, Pamplona, Zaragoza… o el mismo Logroño que para el caso es de primera, en las que lidió muchos toros de los que se ganaron un espacio en la memoria colectiva, Fotógrafo, Turulato, Agitador, Hechicero… además de un manojo de novilladas, ocho o nueve nos vienen a la memoria, de las que han embestido casi todas. Él mismo ha hecho el recuento y hay que darle la razón. Luego, a ese cómputo de éxitos concretos, añadía un matiz que consideraba clave, “han embestido muchos toros con una calidad importante”, además de haberse indultado dos novillos y dos toros. Todo hace pensar, le digo tras escucharle, que ha sido la mejor temporada de los fuenteymbros.

-Por la importancia de las plazas yo creo que sí. Una temporada en la que tus toros se hicieron merecedores de cuatro vueltas al ruedo en plazas de primera no es fácil de alcanzar para nadie. Además la media fue muy buena. La corrida de Sevilla fue excelente y del colofón de Logroño qué te voy a decir. Y las novilladas lo mismo. La de Castellón, la de Arnedo, la de Sevilla, la de Alicante, la de El Puig, la de Torralba… Esa media no creo que la hayamos conseguido antes.

Que hayan sido muy buenas las novilladas, ahora que tan de moda están los muestreos, hace pensar que se puede repetir el éxito en 2016.
Dios lo quiera. Es cierto que formaban parte de la camada de toros del año que viene pero también es cierto que hemos lidiado lo más bonito. Novillos que como mucho podrían llegar a ser toros de plaza de segunda y eso jugaba a su favor. Ya se sabe que lo más pequeño embiste más y es más fácil, ese detalle es lo que alimenta mis reservas pero si nos atenemos sólo a su comportamiento, te diré que estoy muy ilusionado. Ojalá salgan los toros según la línea marcada por los novillos, sería otro gran año.

Cuanto más chicos y más bonitos embisten más, lo dices tú y lo dice mucha gente.
Hombre, se mueven más y tienen menos pensamientos.

Ya.
Y los que están delante están más relajados, no es lo mismo estar delante de un novillo en Bolaños de Calatrava que de un toro en Las Ventas. Y claro, sacan más recursos. Cuando unos tienen más pensamientos otros tienen menos y al revés. Es normal.

Con ese argumento ahora que tanto se suspira por la movilidad igual llegábamos a la conveniencia de criar corridas bonitas.
Pues no, yo no, yo quiero estar en la Champions.

¿La Champions, dices?
Sí, en las plazas de primera, en las grandes, a eso me refiero. En la Champions a los ganaderos nos exigen un toro muy muy hecho, muy muy fuerte y con muchos pitones. Eso forma parte de ese espectáculo y es obligado en esos escenarios. Y yo aspiro a permanecer en esa categoría. Trabajo para eso. Así que no quiero rebajar ni una chispa ese nivel de toro y de exigencia.

¿No serías partidario de rebajar esa exigencia, muchos cuernos, muchos kilos, mucho volumen, lo has dicho tú?... Le pincho.
Yo la exigencia de la seriedad no la rebajaba. ¿Por qué?... porque soy partidario de mantener el gran espectáculo que hace falta dar y merecen en esas plazas y para eso, a día de hoy, es necesario ese toro. Yo lo que sí quitaría es la báscula. Hay toros que por trapío merecerían ser lidiados en esas ferias grandes y por cinco o diez kilos los dejan fuera. El trapío hay que mantenerlo, lo que hay que eliminar es la tablilla.

Seguramente la tablilla se implantó porque en algún momento se abusó en sentido contrario. Igual os la ganasteis a pulso los taurinos.
Seguramente sea así pero ahora está de sobra. Puede ser que en algún momento nos pasásemos pero no sólo los ganaderos, también los toreros, todo el mundo, pero eso no quiere decir que actualmente no sea una medida injusta. Quede claro además que los taurinos no somos solo los ganaderos.

Rescátame un par de toros de tu temporada.
Para torear a gusto, para hacer el toreo bueno, el Fotógrafo de Valencia y el 166, Hechicero, lidiado en Guadalajara por Adame. Para cuajar un triunfo importante Turulato de Sevilla, Agitador de Madrid y Molinero de Logroño.

La charla se detiene y se recrea en los nombres propios. Había que diseccionar los toros. El ganadero se extiende en detalles, de Agitador me dice que fue bravo, bravo, tanto que llenó de bravura la plaza de Las Ventas y cuando me pongo en el sitio del torero y le digo que por el contrario no fue muy agradable, su criador me argumenta que por demasiado bravo, que su misma expresión pesaba y que lo mismo que sus cualidades llenaban a todo el tendido, al torero le podían sobrepasar: “Eso lo reconozco pero lo que está claro es que nunca negó nada importante y la pena fue que no le dieran un tercer puyazo desde el centro del ruedo porque ese sí lo tenía”. A Turulato lo tiene catalogado como bravo y con mucha clase, “repitió mucho, fue además de los que empujó de verdad, siempre fue a buscar la muleta”. De muy bravo muy bravo califica a Molinero, el de Logroño, con la virtud añadida de que cuando Urdiales le pudo acabó embistiendo templado y relajado. “Fue un toro muy completo”.

Eso fue lo mejor, el disfrute, pero a buen seguro que te llevarías algún disgusto.
Sí, con el cabrón del quinto toro de Zaragoza, el de Fandiño. A mí no me tiene por qué salir ese toro. Algún amigo me dijo que fue bravo pero no me quiero equivocar. Ese fue muy malo, muy malo. En mi casa no deben salir así.

Pero salió, algún motivo habría, le replico y la charla coge ritmo de entrevista.
El motivo fue que debió coger todo lo malo del padre y de la madre. Me dejó muy mal sabor porque una cosa es que un toro no sirva y otra que sea malo y ese fue muy malo. En mi casa no me deben salir esos toros, insisto, no hay motivos.

¿Y cuando salen?
Me amargo. Y trato de poner remedio para que no salgan más.

¿Cómo?
La primera medida es la más fácil, fuera la madre. No importa lo que haya dado antes, si ha dado uno así puede dar otro.

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