Una plaza exultante y hasta las
banderas despidió a Ponce, al Juli y al ganadero Miguel Gutiérrez a hombros,
tras una tarde de mano a mano triunfal en que se cortaron seis orejas y lo
único que hizo falta fue la auténtica bravura.
JORGE ARTURO DÍAZ REYES
@jadr45
Fotos: JADR
Basta de apellidar Satacoloma - Murube a la ganadería de
Ernesto Gutiérrez. Es ya un encaste propio, el único que ha dado Colombia al
mundo. Talante y figura que no se parecen a nadie. Tres generaciones lo han
inventado y construido con dedicación, celo y terquedad irreductibles frente a
los detractores. Fieles a su concepto, abuelos, padres e hijos han creado un
toro que su vez ha fundado una afición, que a su vez ha cultivado un credo y
una estética particulares; la fiesta manizaleña, que tampoco se parece a
ninguna. Hoy, los seis negros, escasos de cuerna y bravura, derrocharon una
nobleza rayana en la mansedumbre, castigada por la concurrencia en tres de los
arrastres pero ovacionada en otros tres, uno de ellos con vuelta al ruedo,
permitieron la liberación total de dos tauromaquias diferentes y un broche
carnestoléndico a la feria.
Enrique Ponce, redundó en su toreó delicado, acariciador y
exquisito. Toreo de librea y corbatín que sin untarse, bordó con las dóciles
embestidas de sus tres toros, un arabesco de lances y pases en el que no
faltaron trincheras, cartuchos y
poncinas. Imposible torear con más desahogo, facilidad y rima. Imposible
mas temple, apostura y dibujo, así fuera este con el pico de la muleta las más
de las veces. No era tarde de épica, era de estética. Toros, público y
banda se le entregaron totalmente, sin
resistencia, sin pudor. El pasodoble de las faenas excepcionales en dos
ocasiones y tres orejas que hubiesen podido ser más.
“El Juli”, opuso su toreo sanguíneo, poderoso y arrasador.
Quieto en los terrenos íntimos de los toros, los llevó para allá y para acá con
un dominio inverosímil. La muleta por la arena halaba de ellos a capricho,
haciéndolos ir y venir como le dio la gana. No se puede mandar más. Un torero
para el cual su hábitat desde que nació es la media luna de los toros. Un
hombre crecido entre ellos, que habla su lenguaje y adivina sus reacciones, las
anticipa y las resuelve no solo con maestría sino con gracia y emoción
contagiosas. También le dieron música reservada para lo excepcional, por
partida doble, tres orejas y puerta grande. ¡Juli, Juli!
Fue un mano a mano como deben ser los mano a mano, dos
figuras en la cumbre de su madurez, con tauromaquias contrapuestas y un
encierro que les dejó hacer de todo. Lástima el trapío, la fiereza y el miedo,
esencias de la fiesta que no vinieron hoy a la
plaza.
FICHA DEL FESTEJO
Domigo 10 de enero 2016. Plaza Monumental de Manizales. 7ª de feria.
Nubes. Lleno.
Seis toros de Ernesto Gutiérrez
(en Santacoloma-Murube), cornicortos, en el mejor tipo de la casa, nobles y
bajos de raza. Vuelta para el 1°, Cigarrito, negro de 512. Aplaudidos 2° y 5° y
pitados el resto.
Enrique Ponce, dos orejas, saludo y oreja.
“El Juli”, oreja, dos orejas y palmas.
Incidencias: Saludaron: Emerson Pineda ras parear al 1°, Jaime Devia y Jose Ma Soler
tras parear al 2° y Ricardo Santana
y Jaime Devia tras parear al 6°. Al
final de la corrida salieron a hombros Enrique
Ponce, El Juli y el ganadero Miguel Gutiérrez.
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