BARQUERITO
De las veinticuatro plazas fijas de San Fermín para matadores
de toros, ocho han cambiado de titular de un año para otro. Ni El Juli ni Saúl
Jiménez Fortes hacen doblete esta vez. Un refresco de una tercera parte.
Refresco relativo porque el único debutante en la feria, Paulita, no es
precisamente un torero novedad. Se han caído de la nómina de 2013 seis nombres:
Morante, Rafaelillo, Joselillo, Rubén Pinar, Antonio Nazaré y Alberto López
Simón Se ha repescado con méritos distintos a siete: Abellán, Uceda Leal, Diego
Urdiales, Castella, Bolívar, Esaú Fernández y Finito de Córdoba. Cinco de
ellos, de alternativa del 2000 para atrás. La nómina ha envejecido un poco. Una
renuncia a las aventuras.
La sorpresa mayor de los carteles de 2014 es la reaparición
de Finito, que solo ha toreado en sanfermines tres veces. La última, en 2001,
en la que fue la temporada cumbre de, digamos, su primera época. Una corrida
del Marqués (de Domecq, naturalmente) que se paró o no anduvo. Entonces
alternaban con frecuencia en un mismo cartel dos toreros tan distintos como
Jesulín y Finito. En esa corrida de Pamplona, por ejemplo. Jesulín ha sido el
penúltimo torero-de-Pamplona por excelencia. El penúltimo gran torero de sol.
Por encima del personaje, el torero. No siempre bien valorado. Por culpa
precisamente del personaje.
No deja de ser sorpresa que Esaú Fernández se haya alistado
en la corrida de Miura. Entre los toreros nuevos, y Juan del Álamo aparte, Esaú fue el que más
sobrado, seguro y fácil anduvo en la Feria de Abril. Muy inteligente con un
toro de querencia irresistible a tablas. En Pamplona siempre se prima al torero
que asoma la cabeza y el cuello en Sevilla. En este caso Esaú. Su facilidad
natural está emparentada con la del propio Jesulín. Solo que Esaú no es un
torero de sol ni se ha propuesto serlo.
Tres toreros nuevos cumplieron a modo en los últimos
sanfermines y los tres se han acomodado en carteles que deberían serles
propicios. Juan del Álamo, bravo y entregado en 2013 con la de Dolores Aguirre,
enrachado este año, ha entrado en la corrida de Victoriano del Río, que no
debería ser tan tremenda como la de la prueba y estreno. Manuel Escribano, que
también pasó sobrado la prueba primera con una de Dolores, se ha colocado en la
de Adolfo y eso confirma que no va a serle sencillo apearse de los carteles
toristas. Saúl Jiménez Fortes, que mató la de Miura hace un año –gesto muy
celebrado-, se ha pasado a Fuente Ymbro. Con una de fuenteymbros debutó en
Pamplona en 2012. Un debut redondo. Entre clásico y temerario. Valentísimo.
Doblan, igual que en 2013, Padilla, Fandiño y David Mora
(reemplazado por Daniel Luque, debido sus cornadas en San Isidro). Está
pendiente de confirmación la comparecencia de Mora, convaleciente de la cornada
tan dura del 20 de mayo en Madrid. Padilla y Fandiño torean juntos la de
Victoriano del Río la primera de sus dos tardes. Fidelísimo a Jandilla, Fandiño
se ha apuntado de nuevo. Es su ganadería. Pero está Perera en ese cartel, el
Perera irresistible de este año, y se lo pondrá difícil. Siendo un torero tan
poco amigo de las concesiones –cada vez más austero y severo, opaco y
transparente a la vez- Perera cuenta en Pamplona con un rico expediente. Solo
un año ha faltado desde su debut en 2005. Seis corridas de Fuente Ymbro, una de
Juan Pedro, otra de Victoriano del Río y, en 2010, una de Jandilla. En plaza
tan ruidosa, el contraste del seco toreo tan de verdad de Perera, que podría
haber doblado en Pamplona pero habrá preferido medirse. Lo propio es que a
partir de julio caliente motores Perera. Y que concluya temporada
devastadoramente, arrollando. Solo que este año el motor se puso en marcha ya
en mayo. Y no para.
El heredero de Jesulín en el trono del sol de Pamplona se
llama Juan José Padilla, que vino en 1999 y vino para quedarse. Solo en 2007
faltó a la que era su cita anual con la corrida de Miura. Doce de Miura lleva
matadas. Cinco más que Rafaelillo, que solo ha visto miuras en San Fermín.
Toros de todos los colores y sinos. Uno estuvo a punto de matar a Padilla.
Otros cuatro lo encumbraron. Después de la cornada de Zaragoza, octubre de 2011,
la incondicionalidad de su gente de Pamplona se multiplicó. Aquí nacieron las
banderas piratas. Pero ya no más miuras, ¡Basta
ya! Victoriano y Fuente Ymbro.
Los dos clásicos: El Juli, que aquí sigue mandando, y
Francisco Marco, que no han faltado a una sola Feria del Toro desde que se
estrenaron en ella. Marco ha sido destinado este año a la corrida de Dolores y
ya se verá cómo se le queda el cuerpo. Es la tarde del estreno de Paulita. Las
tres últimas veces que Uceda Leal ha toreado en Pamplona lo hizo para matar
otras tantas corridas de Dolores. Un dato raro.
Ferrera conserva intacto su cartel de torero heroico: el
rabo cortado en 2006 al toro de Victorino que le pegó dos cornadas sigue siendo
un hito. Abellán se ha ganado un sitio con su machada y su gran toreo de San
Isidro. Talavante, que ha hecho en Pamplona de todo un poco, está obligado. Se
hace raro ver a Bolívar con la de Miura. No que Urdiales se las venga a ver con
un encaste, el de Saltillo, que entiende como el mejor. Se han renovado íntegramente
los carteles de la de Dolores y la de Victoriano del Río. Ha habido hueco para
Alberto Aguilar, que lo tiene todo para ser torero de Pamplona pero todavía no
ha podido, y para Castella. No se admiten apuestas.
EN PAMPLONA EL TORO
La Casa de Misericordia sigue cumpliendo con la vieja
tradición de apalabrar en firme las ocho corridas de San Fermín con nueve meses
de antelación. Sin dar un cuarto al pregonero. A mediados de noviembre un
discreto comunicado anuncia los ocho hierros de la Feria del Toro. No suele
haber sorpresas. Las conversaciones con los toreros se inician en Sevilla,
cinco meses después de vistos y repasados los toros. Los carteles, la última
semana de mayo o a primeros de junio. Las negociaciones, sigilosas y
pacientes.
Se respetan las leyes del torismo clásico: Miura y Dolores
Aguirre son las dos bazas mayores. La leyenda de Miura es más que centenaria.
La de Dolores, una tradición del siglo XXI, porque la serie de comparecencia
continuadas comenzó en 2002. Dos salidas anteriores –en 1980 y 1995- fueron
esporádicas. La modernidad de Pamplona estriba en casi a contracorriente haber sabido valorar y
encarecer el exotismo de la ganadería. Dolores buscó el fondo fiero del toro
primitivo del Conde de la Corte. Hasta dar con el filón de dureza, resistencia,
fortaleza, seriedad, lustre, movilidad, agilidad y listeza que se detecta
incluso en el toro que se huye de la pelea o busca la querencia de corrales,
tan habitual en el toro corrido de encierro en Pamplona.
El toro de Dolores se presta a todo tipo de festines. Salga
como salga. Un espectáculo. No hay ganadería que más ponga a las peñas de sol,
donde solo valen las emociones catárticas y no otras. “¡Ese toro, ese toro, ese toro…!” Se lo han cantado a los de
Dolores muchas veces. Un himno de sencillo reconocimiento. La muerte de la
ganadera hace poco más de un año se recibió en Pamplona con tristeza e
inquietud. La tristeza de perder un personaje singular: Dolores en su barrera
de sombra todos los días, y hasta el último de ellos al pie del cañón. Gentil,
aire de estrella de Hollywood, sociable, desenfadada, sin pelos en la lengua
para hablar de toros y toreros. Una ganadera vocacional. Única.
Y la inquietud porque no se sabía si Isabel Lipperheide,
hija única de Dolores, se animaría a seguir con la ganadería. ¡Y sigue! Sin ponerse límites: la
ganadería está hecha. La obra perdura. La corrida de Dolores fue de las más
completas de la Feria del Toro de 2013. En Vic Fezensac y en San Martín de la
Crau, dos de sus santuarios franceses, ha echado este año algún toro tremendo.
Igual que hay o hubo toreros tremendistas, hay toros tremendos. De pasar mucho
miedo. De eso se trata.
Otra cara de la modernidad de Pamplona ha consistido en
instalar como fijo el nombre de Fuente Ymbro, que este año lidiará por décimo
año consecutivo en sanfermines. La proporción de grados de bravura sobre el
número de toros lidiados es más alta que la de ninguna otra ganadería de esa
década. A los diez años se gana el título de clásico en la Feria. Jandilla es
la regularidad misma y vuelve tras un año de ausencia. Torrestrella, postergada
tras la muerte de don Álvaro Domecq, ha vuelto a contar y a recobrar peso
específico. El bache de la ganadería, tan base de la invención de la Feria del
Toro como Miura, fue pasajero.
Don Álvaro fue valedor en Pamplona del hierro de Cebada Gago
y Cebada se convirtió en ganadería predilecta de los toristas del país, y de
los toreros mayores también. Cuando la ganadería derivó hacia la dureza de
manos, más agrio el punto díscolo que aporta la sangre Núñez, los toreros caros
dejaron de apuntarse. Sin llegar a ser hierro maldito, ni tampoco de sello
torista, Cebada anduvo navegando entre dos aguas. La Casa de Misericordia se
mantuvo fiel. Los encierros de Cebada Gago son, en la estadística, los más
accidentados y peligrosos de las últimas dos décadas. Y eso es un valor aunque
parezca paradoja.
Pero el año pasado la corrida fue rechazada por los
veterinarios, por falta de peso o trapío, o por lo que fuera, y hubo de ser
sustituida entera y por la vía urgente. Final de la historia: este año no
llamaron a Cebada. Ni la corrida de El Pilar ni la de Alcurrucén cumplieron las
expectativas y para 2014 se hicieron dos apuestas de relevo: la corrida de
Garcigrande, cuya entrada en Pamplona se venía dando por descontada hace
tiempo, y la repesca de Adolfo Martín después de esa docena de toros de premio
que en 2013 echó repartidos el ganadero en Madrid, Valencia y Soria. Será la
cuarta comparecencia de Adolfo en Pamplona, que no se le ha dado nunca ni bien
ni mal. De modo que está por verse en sanfermines un toro de Adolfo de los de
premio. Única representación del encaste Saltillo-Santa Coloma en feria de mayoría
Tamarón-Domecq (Torrestrella, Jandilla, Fuente Ymbro, Victoriano del Río,
Garcigrande). Mayoría absoluta.
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