El joven caballero de Noain corta
tres orejas y sale a hombros con la buena corrida de Carmen Lorenzo, pero
Hermoso cuaja la faena de una tarde marcada por el diluvio a partir del cuarto
toro; Sergio Galán también arrancó un meritísimo trofeo.
Por la mañana el tradicional "chupinazo" donde se dio formalmente inicio a las festividades de San Fermín 2014 |
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Fotos: EFE
Pamplona se pasó su 6 de julio mirando al cielo. Y en la
plaza, al ruedo. La lona, que había protegido la arena de la penúltima
tormenta, al final valió de poco con el diluvio. Hasta entonces aseguró media
tarde en condiciones.
Para el 25 aniversario de alternativa de Pablo Hermoso de Mendoza los
rastrilladores extendieron una alfombra a pulso y encendieron los focos. Y Pablo jugó al toro sobre aquella playa
con el tranco de seda de «Canastito».
Excelsa la clase, exiguas las fuerzas. Una faena de dibujos animados. De salón
y muñecas. Por momentos, hasta los giros de la hermosina sobre «Disparate» se le hacían demasiado al
toro de Carmen Lorenzo. Hermoso
incluso se permitió lujos impensables por los adentros. «Canastito» fue un amigo que sintió el desplante del teléfono como
un feo y luego se resistió a morir. Entre el pinchazo y la escasa potencia,
digo yo, el público se enfrió demasiado. Como si no se hubieran enterado.
Galán también
pinchó su faena con un toro distinto. Algo más de poder pero menos son. Sergio tiró de valor y clasicismo,
desde «Ben-Hur» a «Óleo», y le llegó muy cerca para
alcanzar unos tendidos que después se desentendieron.
A falta de que en Pamplona entre Ventura, Armendáriz se
puso una chaquetilla “made in Diego”.
Sólo la chaquetilla. El caballero de Noain, que el año pasado apuntó un salto
grande en cuadra y evolución, se fue por los registros más populares. Desde las
enormes batidas en los quiebros sobre «Ranchero»
(y las pasadas en falso), los rodillazos sobre «Cristal» y los tirones a dos pistas de «Prometido», todo resultó muy exagerado. Como las dos orejas. Toro
hondo, redondo y completo.
La playa de Hermoso
se inundó a partir del cuarto, cuando las nubes levantaron las compuertas. Una
tromba a plomo, las cataratas de Iguazú. Otra corrida. Mayor riesgo. Gran faena
y no sólo por la exposición. La oreja debida al maestro estellés. Como otra se
embolsó Galán con los tendidos
vacíos. Una obra cabal. Esta vez los pinchazos no descontaron, compensados por
la meritísima locura de rejonear en un pantano. Pablo apostó el todo por el todo con un par a dos manos con las
cortas. Como Sergio con las largas.
Y Armendáriz no volvió la cara, con
la salida a hombros asegurada, y lidió el sexto con el marsellés puesto y la
hombría calada. Toreó en líneas, muy sobrio, sin alardes. El piso no lo
permitía. Y ganó su rejoneo. Amarró el último trofeo. La fotografía le
esperaba. / Diario EL MUNDO de Madrid
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de Pamplona. Domingo, 6 de julio. Segunda de feria. Lleno
aparente. Toros de Carmen Lorenzo, parejos,
hondos, alguno justo de fuerza, buenos, de menos a más en potencia y juego.
Pablo Hermoso de Mendoza, pinchazo hondo y rejón contrario de
efectos retardados (ovación). En el cuarto, pinchazo y rejón (oreja).
Sergio Galán, pinchazo y rejón contrario (saludos). En
el quinto, pinchazo y rejonazo contrario (oreja).
Roberto Armendáriz, rejonazo bajo (dos orejas). En el sexto,
rejonazo y descabello (oreja). Salió a hombros.
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