miércoles, 2 de julio de 2014

DESDE EL BARRIO - El desprecio a la independencia

PACO AGUADO

El poder empresarial del toreo (lo que se ha dado en llamar el "sistema") tiene estas cosas con los toreros: si estás con ellos, si aceptas sus abusivas reglas del juego, tu nombre aparecerá en todas las ferias; si te rebelas, si piensas y actúas por tu cuenta, no saldrás en la foto. Que se lo pregunten si no a Alejandro Talavante…

Porque el extremeño ha pasado en apenas un invierno de ser torero consentido y "sistematizado" a deleznable personaje "antisistema", únicamente por haberle querido dar un giro copernicano a su carrera, por salir de las poderosas manos de la empresa de Madrid para ponerse en las toreras muñecas de Curro Vázquez, uno de los apoderados "malditos" de cara a la patronal.

Ha bastado ese cambio, cualitativo sobre todo, para que Talavante haya desaparecido de un plumazo de muchas de las grandes ferias de la temporada, para que su trayectoria, últimamente guiada cómodamente por el piloto automático de la engañosa seguridad que ofrece el "sistema", se haya convertido de repente en una empinada cuesta arriba sin mayor motivo aparente que lo justifique.

Es cierto que el extremeño –ingenuamente integrado entre los rebeldes del G-5– no ha toreado en Sevilla esta temporada y que tampoco ha triunfado en San Isidro, al revés que en 2013, para así poder avalar con la suficiente fuerza el pretendido ajuste al alza de sus honorarios –llamémosle normalización– que intenta junto al maestro de Linares.

Pero también lo es que otro año más nos vamos a hartar de ver en los ruedos a toreros que llevan demostrando durante varias temporadas su pésimo momento de forma, sin un triunfo notable en la estadística y haciendo un toreo defensivo, ramplón y sin argumento. Y sólo porque hace tiempo que aceptaron y acataron sumisamente las indignas condiciones de contratación que les proponen unos empresarios sin visión de futuro.

Claro que, más allá de lo económico, Talavante ha sido el autor, sin rúbrica estoqueadora, de una de las mejores faenas del abono madrileño –curiosamente ocultada en todos los balances– y es hoy por hoy, frente a la paradoja de su ausencia de tantas ferias decisivas, de los toreros más interesantes del escueto grupo de figuras del momento, una vez que ha desdeñado los recursos "pragmáticos" de sus años de comodidad.

Y es que puede que haya una relación más directa de lo que pensamos entre esa domesticación del sistema y la práctica de un toreo funcionarial, de mínimo esfuerzo y práctica ventaja. Es decir, un toreo de escaso compromiso que se deriva no tanto de la seguridad del torero de saberse colocado en todas las ferias, que también, como de  la falta de estímulos y de suficiente recompensa económica ante el esfuerzo que supone la  entrega total ante los pitones.

Hace ya mucho tiempo que, sin saber de toros, Karl Marx explicó el caso y le puso nombre: alienación. Y hace mucho menos que el fenómeno se va haciendo cada vez más patente en el extraño y viciado escalafón de matadores, donde, en la mayoría de los casos, no está más arriba quien mejor torea sino quien menos cobra.

Paradójicamente, igual que pasó en México durante años, son los propios empresarios grandes quienes se encargan ahora en España de desmotivar a los toreros que han de atraer el público a los tendidos con su actitud sobre la arena, a quienes precisamente han de generar los beneficios en la taquilla.

Y lo consiguen mediante un absoluto desprecio a esa independencia administrativa tan estimulante para el protagonista como para el espectador, puesto que lleva al torero a realizar un toreo de mayor compromiso para su plena satisfacción personal dentro y fuera del ruedo.

De esta forma, no sólo es así como el nombre de Talavante ha desaparecido de muchas de las grandes citas de este verano sino también como, en importantes ferias de plazas de segunda, las empresas están ofreciendo a los toreros de la castigada clase media, a matadores contrastados de más de diez años de alternativa, los mínimos honorarios establecidos en el convenio profesional por estoquear corridas de máxima exigencia.

Esta indigna y aberrante situación, esta ceguera empresarial en busca de los últimos beneficios posibles de una crisis dilatada, acabará por desmotivar y anular el orgullo de quienes se visten de luces, de todos esos jóvenes entregados en cuerpo y alma a una vocación que el propio sistema, de tantos abusos y de tantos desprecios, va a acabar por hacer desaparecer de la historia de España.

No hay comentarios:

Publicar un comentario